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Adam, ese era su nombre, Adam Red. Tan lindo e inocente, tan confiado y amable. Le ayudé a se fuerte, le hice sentir importante. Todo con único propósito; destruirlo. Le engañé, le hice pensar que podía confiar en mí y su gran error fue creerme. Ni siquiera se imaginó que todo fue un simple juego en el que fui obligada a meter mis cartas. Le hice alejarse de mi, sin pensar en que yo; me enamoré de Adam Red.
_Tienes dos opciones. O enamoras al tonto o prepárate para tener peor año de tu vida. Tú decides_ las opciones eran claras, pero en realidad no había pensado que mi último año del instituto sería arruinado por el imbécil engreído que tenía de frente. Mis ojos destellaban furia, pero no era tan valiente como para enfrentarme a él. Ethan Blackwood era el típico chico cliché, mujeriego capitán del equipo de fútbol, y el otro chico bueno ni siquiera sabía su nombre.
Debía elegir entre quedarme con Ethan y su club de populares o ser la burla de todo el instituto, y no sólo eso, debía prepararme para la venganza del mismo grupo de idiotas. Había visto antes en qué consistía su venganza. Te hacían sufrir al borde de la locura hasta que terminaras yéndote o suicidándote. Yo no quería ninguna de ambas. No era una chica popular ni mucho menos, pero no podía negar que me gustaba la idea de poder sobresalir y ser alguien admirado. El problema era que hacerle daño a alguien más, para yo poder subir, no era algo que estaba en mis planes. _No yo..._estuve a punto de negarme, aún cuando había repasado mentalmente lo que me sucedería si lo hacía, pero me vi interrumpida por Ethan quien alzó una mano para callarme. _¡Oh vamos, la zorra tu madre lo hace todo el tiempo!__ Exclamó. Tragué con fuerza.
_Tengo unas fotos bastante comprometedoras de la zorra de tu madre, para mí no sería difícil hacerlas viral, no sólo en la escuela, si no también en internet. Así que yo tú lo pensaría bastante bien antes de negarte_ Sonrió, mientras que sus azules ojos estaban llenos de arrogancia. No quería hacerle daño a nadie, pero jamás había sido el centro de atención de nadie, y tampoco quería que todos se enterasen de las cosas vergonzosas y asquerosas que hace mi madre. Para mí ya era bastante humillante que su trabajo consistiera en vender su cuerpo, el verla en las redes y que todos supieran eso. No me quedaba de otra que aceptar.
_Esta bien_
*** Me sentía la perra más grande del universo por lo que estaba a punto de hacer. Sentí la no tan disimulada mirada de Ethan Blackwood y su club de idiotas a mí espalda. Respiré profundo y sonreí para luego acomodar un par de mis rizos detrás de mi oreja. Miré a todos lados seccionándome de que nadie más me estuviese mirando.
_No podría ser tan difícil_ susurré para mí misma, intentando darme fuerzas. Caminé con pasos firmes y tímidos hasta llegar donde se encontraba aquel chico de lentes, quien tenía su mirada clavada en un libro. Su cabello era negro carbón y su piel era blanca. Vestía unos pantalones estilo abuelito y una camisa a rayas. En cuanto me senté a su lado lo noté levantar la mirada hacía mí. Sus ojos eran verdes.
_Hola_ titubeé. Su rostro no se alzó en ningún momento, aun seguía clavado en el libro que leía
_Eh chico_ levantó la mira y volteó para todos lados. Eso me sacó una sonrisa. _Y...yo?_ se apuntó así mismo con el dedo índice, mientras tartamudeaba entre cada frase. El chico abrió los ojos como platos me miró asombrado, intentando confirmar si en realidad hablaba con él.
_¿Cómo te llamas?-_sus ojos brillaron con mi pregunta y casi pude escucharlo tragar saliva con fuerza. Parecía nervioso e incluso su pie no paraba de moverse. _A...Adam Red_ volvió a tartamudear.
_Bueno Adam Red, yo soy Emma _ le extendí la mano. Se quedó un largo memento mirándola y cuando estaba a punto de bajarla pensando que no la tomaría, lo hizo.
_Un... gusto_ embozó una sonrisa mientras miraba el libro que yacía en sus manos. Se podría decir que es la persona más solitaria de todas, no parecía tener el mínimo interés en socializar con alguien más, y eso era bastante entendible. Abrió el libro y continuó su lectura en silencio. Pensé que era mi momento de salir huyendo, pero al mirar atrás para darme la vuelta vi a Ethan que me miraba atento, desde lejos, no entendía por que tanto interés en ese pobre chico.
_¿Qué lees Adam?_ pregunté curiosa mientras intentaba ver el título del libro.Jamás había conocido a alguien más tímido que yo. El chico se sonrojó y bajó la mirada. Sonreí.
_Ángeles antes que demonios _ susurró sin mirarme.
***
_Grandioso primer gran paso_me aplaudió Ethan_Te mereces un premio_volvió a hablar esta vez acercándose a mí con lentitud. Retrocedí varios pasos sabiendo cuales eran sus intenciones. Este chico no me daba buena espina y mucho menos dejaría que se acercara cuando estábamos solos en la azotea.
_No hace falta_mis manos fueron a parar a su pecho. Ya estaba demasiado cerca. Lo noté fruncir el ceño y mirar mis manos.
_¿Acaso estas rechazándome? ¿A mí? ¿A Ethan Blackwood? El puto amo de este instituto_ Obvio tonto. Por un momento su grito me sobre saltó . Su boca estaba entre abierta. Rozó su lengua en sus labios mientras que sus cejas estaban fruncidas esperando una respuesta de mi parte.
_No... yo, no_ negué con la cabeza_ Es solo que aún no he terminado mi trabajo, y no merezco recompensa hasta hacerlo bien_Era buena inventando todo tipo de excusas. Su rostro se relajó. Le sonreí de lado intentando que mis palabras fueran convincentes.
_Tienes razón. Pero la próxima vez que me rechaces, habrá consecuencias_ se dio la vuelta _Ah_se giró hacia mi _Espero que te quede bien claro que conmigo no se juega_ dicho esto se fue dejándome sola. Llevé mis manos hasta mi rostro y froté este. Tenía ganas de llorar, jamás me imaginé haciendo algo tan estúpido he hipócrita. Mis mejillas ardían del coraje que sentía hacía mí misma, por ser tan cobardemente y no poder atreverme a hacer nada para frenarlo. Relájate, es solo alguien sin importancia. Me auto ventilé el rostro, respiré profundo y salí del lugar. A la hora de almuerzo me vi obligada a sentarme en una mesa vacía por qué nadie me podía ver con Ethan y sus "amigos" no hasta terminar con mi "trabajo". Coloqué mi bandeja en la mesa y miré a todos lados. No veía por ningún lado a Adam. Comencé a comer concentrada en mi Sandwich de pavo, cuando sentí que alguien halaba una de las sillas y se sentaba al otro extremo de la mesa. Alcé la vista encontrándome con un rostro cabizbajo. No me miraba. Comenzó a pegar mordiscos apresurados de su pan, sonreí, parecía muy nervioso he intentaba ocultarlo comiendo de prisa. Tomé mi bandeja y me coloqué en una posición más cerca de él. Cuando sus ojos me miraron pude notar nuevamente ese brillo casi especial. Bajó la mirada y se concentró en su comida.
_No te vi en todo el día_. decidí romper el silencio. Tomé mi pera y me la lleve a la boca.
_Te... tenemos... casi todas las clases juntos_ tartamudeo mientras se acomodaba los lentes. Me abofeteé mentalmente. Ni siquiera lo había notado.
_¿Enserio?_Dejé la pera en mi bandeja. Intenté parecer asombrada. Él levantó la mirada y asintió
_Jamás te había visto_ susurré sintiéndome avergonzada por no haberlo notado antes.
_Nadie lo hace_ murmuró entre dientes más para él mismo que para mí
_ ¿Estas lista?_ le miré con el ceño fruncido ¿De qué hablaba?
_Para el examen de física de hoy_ me recordó en un tono obvio. Rápidamente mi rostro se volvió un poema. Tomé apresurada mi mochila y saqué el cuádrenle de física. Lo escuché reír por lo bajo.
_Me alegra divertirte_ murmuré. Luego de eso nadie dijo más. Me quedé estudiando un poco para el examen del cual no sabía ni mierda, hasta que la hora de almuerzo terminó y él se fue dejándome allí sola. En la última clase me senté junto a él en los primero asientos. Tenía la cabeza en blanco y era obvio que fracasaría, odiaba la física con mi vida, no importando cuanto prestara atención e intentara metérmela a la cabeza -no entendía- Le prestaba más atención a cualquier mosca que me pasara por el frente, que a lo que decía el profesor. Me mordía las uñas y ya me había comido la borra del lápiz. Miré a Adam de reojo y este estaba concentrado en su examen mientras ponía una de sus manos en su barbilla y rascaba esta. Sentí mi cuerpo temblar. Por Dios, lucía tan adorable. Entregué mi examen por qué no me quedaba de otra y me preparaba cruzando los dedos, aún sabiendo lo que pasaría luego. El profesor corrigió los exámenes y dejaba ir a los estudiantes conforme les daba el puntaje obtenido. Le pude notar darme una mirada de reojo al acomodarse sus lentes. Bajé la mirada y centré mi atención en la pintura de uñas color azul que traía ya algo desgastada. El salón estaba ya vacío cuando fue el turno de Adam, quien se había tomado su tiempo para hacer bien el examen. El maestro habló algunas palabras con el chico y este asentía a todo lo que el hombre de piel oscura de gafas detrás del escritorio le decía.
_Señorita Black. Venga por favor_ el maestro me llamó en un tono serio y bastante demandante. Me puse de pies y limpié el sudor de mis manos contra mis gastados pantalones negros, para luego caminar hacia su escritorio. Me coloqué junto a Adam.
_Jovencita, sus notas cada vez están peores. Si sigue así jamás logrará graduarse. Es por eso que le he pedido al señor Red que le de tutorías para que pueda mejorar_ giré mi rostro y miré a Adam quien miraba hacia el maestro mientras sus manos estaba entre sus bolsillos. Asentí en dirección al maestro y sonreí de lado. Bingo. Era una buena oportunidad para estar más cerca de él. Salí junto a Adam. Él parecía casi correr para alejarse de mí. Decidí seguirlo para preguntarle cuando serían las tutorías. Los pasillos estaban casi desiertos ya que todos volaban fuera de la escuela una vez las clases terminaban.
_¡Adam!_ corrí mientras que mis rizos se agitaban. Cuando pude darle alcance toqué su hombro derecho. El chico se estremeció y giró a mirarme, pero cuando estaba a punto de decir algo, alguien lo golpeo haciendo que sus lentes se desprendieran de su rostro y callaran a unos metros al igual que su cuerpo.
Todos se sorprendieron cuando estalló la noticia del compromiso de Rupert Benton. Fue sorprendente porque se decía que la novia afortunada era una chica normal, que creció en el campo y no tenía nada a su nombre. Una noche, ella apareció en un banquete, lo cual causó una sensación a todos los presentes. "¡Cielos, ella es tan hermosa!". Todos los hombres babeaban y las mujeres se pusieron celosas. Lo que no sabían era que esta supuesta pueblerina era en realidad una heredera de una fortuna de mil millones de dólares. No pasó mucho tiempo antes de que sus secretos salieran a la luz uno tras otro. Las élites no podían dejar de hablar de ella. "¡Dios mío! Entonces, ¿su padre es el hombre más rico del mundo?". "¡También es esa excelente pero misteriosa diseñadora que mucha gente adora! ¿Quién lo hubiera adivinado?". Sin embargo, un montón de gente no creía que Rupert pudiera enamorarse de ella. Pero les cayó otra bomba. Rupert silenció a todos los detractores emitiendo un comunicado. "Estoy muy enamorado de mi hermosa prometida. Nos casaremos pronto". Dos preguntas estaban en la mente de todos: "¿Por qué la chica ha ocultado su identidad? Y ¿por qué Rupert estaba enamorado de ella de repente?".
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
"Estuve enamorada del CEO dominante, Credence Scott, durante diez años. ¡Y finalmente me casé con él! Se suponía que yo era una mujer feliz que se casaba con la persona que amaba. Sin embargo, Credence me odiaba. En nuestro matrimonio de cuatro años, rara vez se acostó conmigo y me culpó por matar a su padre. Nunca hice eso. ¡Fue mi hermana, Rosalie, quien me había tendido una trampa! La parte más desconsolada fue que Credence nunca creyó en mí. Bien, será mejor que acabe con mi vida. Pero fue entonces cuando Credence me reveló su ternura... "
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Sólo había un hombre en el corazón de Raegan: Mitchel. Tras dos años de matrimonio quedó embarazada. Raegan se sintió muy feliz. Pero antes de que ella pudiera darle la noticia, él solicitó el divorcio porque quería casarse con su primer amor. Más tarde, Raegan tuvo un accidente y, tumbada en un charco de su propia sangre, le pidió ayuda a Mitchel. Sin embargo, se fue con su primer amor en brazos. Afortunadamente, Raegan escapó por poco de la muerte y decidió retomar su vida. Años después, se hizo famosa en casi todo el mundo. Después del divorcio, Mitchel se sintió muy incómodo. Por alguna razón, empezó a extrañarla. Le dolió el corazón cuando la vio sonreírle a otro hombre. En la ceremonia de su boda, él irrumpió y se arrodilló. Con los ojos rojos, preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Por qué te casas con otro hombre? ¡Vuelve a mí!".