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Un grupo de amigos dentro de una fraternidad en el corazón de la universidad de Mainstein comienzan a vivir historias completamente diferentes enseñándoles acerca del amor, la decepción, depresión, corazón roto y pasión. Si quieres conocer sus historias anímate a leerlas.
No tenia las palabras exactas para explicar lo que sentía cuando lo veía a él.
Michael Steward.
Desde el primer momento en que lo vi caminando por el campus sentí que mi corazón comenzó a latir con fuerza, su cabello castaño perfectamente peinado, sus ojos café claro, sus labios gruesos y su altura perfecta, y podría jurar que cuando camina junto a sus amigos es el único que brilla como un dios descendiendo de los cielos.
Tenemos la mayoría de las clases juntos y mi mirada solamente esta puesta sobre él, pero él ni siquiera me nota para absolutamente nada, es algo triste.
- Si sigues viendo a Michael vas a reprobar. - me codea mi mejor amiga.
Dejo de verlo y sonrió en dirección a Antonella.
- Es que me gusta mucho. - hago un puchero.
- ¿Por qué no lo invitas a salir?
- ¿Y qué me rechace? Claro que no. - niego con mi cabeza.
- Pero el que no arriesga, no gana querida amiga y si no lo haces rápido ella. - señala a Meredith Greisen la cual se encontraba unos asientos delante de nosotros, ella tambien miraba a Michael con amor.
Coloco los ojos en blanco.
- El nunca se ha dedicado a verme, ni siquiera cuando hemos tenido trabajos en grupo.
- Entonces llama su atención, demuéstrale que se esta perdiendo de toda esta sabrosura. - rio por lo bajo.
Antonella Rood se convirtió en mi mejor amiga en nuestro primer año en la fraternidad Kappa ku, inclusive dormimos en la misma habitación, así que nuestra relación de amistad se solidifico como toda una roca en el firmamento.
Al sonar el timbre para el cambio de clases, Michael se levanta rápidamente de su asiento, frunzo el ceño confundida, él suele tardarse un poco para salir del aula de clases, sin esperar a mi amiga me levanto de mi asiento y corro detrás de Michael escabulléndome entre los demás alumnos.
Cualquiera diría que esto es acoso... bueno tal vez si lo sea, pero si tenia curiosidad de saber a donde iba con tanta prisa. Lo veo girar en un pasillo que va directamente a la cancha de basquetbol, estaba aún más confusa, ya que él no practicaba ningun deporte.
- A donde vas Miki. - murmuro más para mí.
Antes de girar al pasillo, me asomo unos cuantos centímetros y veo la puerta de la cancha abierta, miro a todos los lados para seccionarme de que nadie me este viendo y camino en puntillas para no generar ningun ruido que llame la atención.
Entro al recinto y miro a todos lados, no veía a Michael en los alrededores.
- Dóminos. - entonces escuche la puerta de la cancha de basquetbol cerrarse con fuerza. - ¡Ah! - grite asustada, llevo mi mano al pecho y me giro, para llevarme una sorpresa aun más grande.
- ¿Por qué me seguías?
Michael Steward estaba cruzado de brazos esperando una respuesta y no tenia expresión en su rostro.
- Eh... yo... eh...
- ¿Acaso no puedes formar palabras coherentes? - enarca una ceja.
- Yo quería preguntarte algo. Esta vez hablo en voz baja.
- La verdad es que no te escuche absolutamente nada.
- Maldición. - murmuro. - quería preguntarte algo. - hablo esta vez con una voz clara y entendible.
- ¿De que se trata?
Rasco mi nuca y me maldigo varias veces, ¿Qué carajos le iba a preguntar? Yo solamente quería saber porque salió tan rápido del aula de clases.
- Eh... ¿Qué vas hacer el viernes por la noche?
Por fin me atreví.
- ¿Por qué?
- Puedes parar de responder con una pregunta. - coloco los ojos en blanco.
- ¿Te incomoda?
- No, pero me gustaría tener una conversación con una persona civilizada.
- Como digas. - esta vez él coloca los ojos en banco. - no estaré ocupado el viernes. - responde por fin.
- ¿Quisieras salir a tomar algo?
- Oye no te tomes esto a mal, pero no suelo salir con chicas del mismo semestre.
- Oh. - es lo único que sale mi boca. - ok.
Y sin más me acerco a la única entrada del lugar, abro la puerta y salgo del lugar con los ánimos por el suelo y con mi corazón roto.
- ¡Oye! - Antonella me toma de la mano. - ¿Por qué huiste así?
- Por nada. - me deshago de su agarre.
Y es así como un villano nace.
- Espera un momento Luciana. - Antonella me sigue. - ¿él estaba allí adentro?
- Si. - respondo.
- ¿Qué sucedió?
- Le pregunte si quería salir conmigo, pero me dijo que no salía con chicas del mismo semestre. -suelto sin ganas.
- Hijo de pe... No te preocupes Luci, no necesitas de un hombre para pasarla bien y créeme, él se arrepentirá de lo que te hizo, ¿Qué tal si vamos a un bar para matar las penas?
- Pero es lunes. - le doy una media sonrisa.
- ¿Y? Nunca es tarde para tomarse una buena cerveza. - se encoge de hombres. - ¿Vamos?
- Esta bien. - no me niego. Antonella sabe cómo arreglarme el día.
Cuando la noche cayó ya nos encontrábamos en un bar cerca de la universidad y al igual que nosotras había varios estudiantes, lo sé porque los he visto alguna vez por los pasillos y zonas verdes que nos brindan en el recinto. Antonella y yo nos encontrábamos justo sentadas cerca de la barra disfrutando de una cerveza dorada, en aquel instante Sweet home Alabama comienza a salir desde los altavoces, todos en el lugar comienzan a cantar la tan pegajosa canción incluyéndonos, no había nada mejor que canciones clasiscas.
- ¡Sweet home Alabama! - gritamos todos al mismo tiempo. - Where the skies are so blue...Sweet home Alabama Lord I'm comin' home to you.
Entre bailes y risas y también con las copas un poco pasadas choco con un chico.
- Oh por dios lo siento mucho. -había regado parte de mi cerveza en su camiseta.
- No te preocupes, se que no lo hiciste con mala intensión.
- Que comprensivo, otra persona me hubiera dicho que debía pagar su tintorería.
- Pues yo no le voy a cobrar la tintorería a una chica tan linda como tú. - me sonríe. Mientras siento como mis mejillas se van calentando por la vergüenza. - mucho gusto, me llamo Dereck Blow ¿Y tú? - me tiende su mano
- Me llamo Luciana Méndez. - tomo su mano.
- ¿Estudias en el Mainstein?
- Si, pero yo nunca te he visto por la universidad.
- En realidad apenas voy a entrar, estoy aquí de intercambio.
- Eso suena genial. - lo felicito.
- ¡Oye Dereck es hora de irnos! - su grupo de amigos lo llaman.
- Ya debo irme, espero verte por los pasillos. - me guiña un ojo y se aleja con una gran sonrisa.
El rey Elías III muere dejando a Ainara su hija como la siguiente sucesora al trono de Lousa, una mujer independiente y fuerte, querida por todos en aquel país siendo un gran referente para todas las niñas, sus planes eran cambiar aquel sistema masculino que manejaban. Más sin embargo su plan no funcionó. El parlamento de Lousa le exigía a la reina casarse, provocando un revuelo con todos los hijos nobles, todos los hombres querían tomar el puesto del rey. En una de esas tantas citas programadas conoció a Steven Maxwell, hombre de la vida loca, con múltiples mujeres todos los días y alcohol. Obligado por su padre asistió a la cita, ambos congeniaron, pero Ainara sabía cómo era él y para evitar tener más citas decidieron tener una relación falsa. Pero aquella atracción iba a traer muchas locuras y problemas.
Yelena descubrió que no era la hija biológica de sus padres. Después de darse cuenta de que intentaban venderla por conseguir una inversión, la enviaron a su lugar de nacimiento. Allí descubrió que en realidad era la heredera de una familia opulenta. Su verdadera familia la colmó de amor y adoración. Ante la envidia de su supuesta hermana, Yelena superó todas las adversidades y se vengó, al tiempo que demostraba su talento. Pronto llamó la atención del soltero más codiciado de la ciudad. Él acorraló a Yelena y la inmovilizó contra la pared. "Es hora de revelar tu verdadera identidad, querida".
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
"Durante su trabajo de medio tiempo en un bar clandestino, Wendy se emborrachó accidentalmente. Cuando se despertó, se dio cuenta de que la habían confundido con una prostituta y que había perdido su virginidad. Después de tener una aventura de una noche con Charlie, un hombre increíblemente guapo, Wendy tiró doscientos dólares para defender su dignidad. Sin embargo, el comportamiento arrogante de Wendy molestó a Charlie, quien, en venganza, volvió a llevarla a la cama. ""¿Qué quieres?"", dijo Wendy molesta. ""Asumir la responsabilidad de lo que te hice"", respondió Charlie sonriente. ""¿Pero cómo?"", Wendy continuó. ""Al seguir acostándome contigo""."
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
El marido de Vivianna se casó con ella por su herencia, y después de quitarle todo lo que tenía, la mandó a la cama de un acompañante y le tomó fotos. La amenazó con divorciarse con esas fotos y la obligó a salir de su casa sin un centavo. Dejó su país de origen en desgracia. Cuatro años más tarde, regresó a casa como Jefa de Diseño de Joyas y tuvo un hijo de tres años. Su niño genio le dijo después de bajarse del avión: "¡Conseguiré que el hombre más rico del mundo sea mi papá y te respalde!" Ella lo tomó como una broma, pero dos días después, su asistente le dijo que el hombre más poderoso del mundo se había robado a su hijo y la invitó a cenar. Al encontrarse, ese hombre sostuvo a su hijito y le dijo dominantemente: "Es mi hijo!".
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved