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-Srta. Green, es un placer verla nuevamente -extendió su mano y dudé en agarrarla, pero lo hice y así mismo como la toqué, la solté. -¿Placer? ¿Usted sabía que era yo? -me atreví a preguntar. -La investigué y supe que trabaja de bailarina, contacté al dueño del lugar y me comentó sobre su nuevo trabajo, compré sus servicios y aquí esta. Me señaló, aun teniendo su mirada fija en mí. Se me hacía inquietante y abrumador el que solo me mirara directamente a los ojos, era tan intenso que me intimidaba. -¿Por qué? -susurré. -Porque usted me debe dos favores, Srta. Green y simplemente lo cobraré -se encogió de hombros despreocupado. Señaló el mueble y me senté, él lo hizo al otro lado. -¿Dos favores? -alcé una ceja confundida-. ¿De que habla usted? -Hoy hice que su hija recibiera atención médica y después de darme cuenta que era la mujer que estaba buscando, pagué la suscripción, el tratamiento y justo ahora están buscando un donante, en menos de una semana lo tendrá. Tenía los ojos abiertos como platos, no daba crédito a todo lo que estaba escuchando. ¿Quién era este hombre? -¿Qué es lo que quiere de mí? -pregunté, levantándome del mueble, quería irme cuanto antes, nada de esto me gustaba. -Quiero que finja ser mi novia.
-No podemos atenderla, su suscripción ha sido cancelada...lo siento.
-Mi hija se encuentra mal, solo estoy atrasada con un pago...me pondré al día en esta semana, pero por favor necesita atención -supliqué entre lágrimas, mientras la aferraba aún más a mi pecho.
La señora de la recepción miró tras de mí y negó.
-No es posible -respondió fríamente mientras tecleaba en la computadora-. Le pido que se retire de la fila, hay más personas esperando.
-¡Lo que no es posible es que no puedan atender a una niña de cinco años! -Grité, mirando a todos alrededor-. Necesita con urgencia ser atendida. ¡Llamé al médico ahora mismo! -exigí, perdiendo la cordura.
-Ya le dije que no es posible, pague la obligación y será atendida, de lo contrario márchese antes de que llame a seguridad.
Estaba por mandarla a... donde todos sabían cuando una profunda voz hizo acto de presencia. La ira que tenía fue apagada de inmediato.
- ¿Por qué tantos gritos? -preguntó alguien detrás de mí, su voz era dura y por el tono de voz, parecía estar enojado.
-Lo siento señor De Santis, ya todo está resuelto -explicó, enderezándose en su lugar e inclinándose un poco para que su pronunciado escote fuera aún más notorio.
Me reí por sus palabras y volteé para ver al señor De Santis.
-No, nada está resuelto -confesé, dándome de cara con un dios griego en toda la palabra-. M-Mi hija necesita atención médica, es urgente y esta señora no quiere pasarla con su pediatra.
Su presencia era fuerte e imponente y que hablar de esos ojos azules que penetraban sin compasión.
Era mi primera vez en titubear al hablarle a un hombre.
-Su suscripción ha sido cancelada por falta de pago, son las políticas de la clínica -explicó.
- ¡Dije que me pondría al día con el pago! -me defendí, sintiendo la necesidad de dejarlo en claro.
-Sígame -me ordenó, antes de empezar a caminar hacia el pasillo de consultas. Lo hice sin refutar, pues sabía que atenderían a mi niña.
Debería de darle un baile gratis.
-Entre, mi amigo la entenderá -señaló la puerta con un leve movimiento de cabeza cuando ya nos encontrábamos frente al consultorio. El pediatra era su amigo. Su mirada en ningún momento abandonó la mía-. No es correcto para una dama como usted, formar esos escándalos.
"Dama"
Hace mucho no me lo decían.
-Lo haría mil veces más si con eso aparece alguien como usted y me ayudara a que mi hija sea atendida -confesé, sintiéndome algo nerviosa-. Muchas gracias, espero algún día devolverle el favor.
-Lo farai.
Fruncí mi ceño confundida sin entender lo que acababa de decir, aun así, entré al consultorio y respiré profundo, llenándome de valentía. Estaba segura de algo y era que nada bueno nos esperaría allí dentro.
-Hola Doctor -saludé con una nerviosa sonrisa.
-Hola Lena -sonrió, una sonrisa perfectamente encantadora-. ¿Cómo está el día de hoy?
Se levantó y vino hasta a mí, extendió sus brazos para recibir a mi pequeña y se la di. Lo seguí lentamente hasta la camilla, donde la acostó para empezar a revisarla.
Mis ojos se aguaron al verla, había llorado tanto que terminó por quedarse dormida, me dolía no poder darle un estilo de vida mejor o siquiera darle un futuro.
-Los medicamentos ya no están haciendo tanto efecto como antes -comenté, con la voz apagada.
-Necesita empezar con la diálisis, así nos dará tiempo para el donante -volteó a mirarme de manera afable-. Ya está en la lista de espera, solo es cuestión de tiempo.
Donde podría durar hasta un año en espera. Mi hija no aguantaría tanto, necesitaba otra manera.
-Aun no tengo el dinero -susurré, sintiendo como las lágrimas bajaban por mi rostro-. Estoy haciendo todo a mi alcance para conseguirlo.
-Has hasta lo imposible, si en una semana no empieza con el tratamiento puede morir en menos de un mes -me miró con dolor-. Lo siento, pero cada día empeorará. Le aumentaremos la dosis, puede que al hacerlo tenga más sueño y cansancio de lo normal.
Limpié mis lagrimas al ver como sus ojitos se abrían y sonreí, no permitía que me viera llorar, siempre me había mostrado fuerte ante ella y ahora no sería la excepción.
-Hermoso -susurró Emi al verlo, ambos sonreímos.
Desde que había podido cambiar a Emilia a una clínica privada, en cuanto vio por primera vez a su doctor lo había apodado hermoso, y no la culpaba, era un hombre impresionantemente atractivo, su voz era una cosa de locos.
Con el pasar del tiempo habíamos entablado una pequeña amistad dentro de la clínica.
-Hola Emi, ¿Cómo es posible que estés cada día más hermosa? -preguntó, dejando besos en sus cachetes-. Eres la niña más hermosa de todo el mundo.
Mi hija solo reía y verla hacerlo me llenaba de fuerzas. En ese momento supe que tenía que tomar la propuesta de mi jefe.
Hasta ahora solo era una dama de compañía; Algunos días iba a eventos con millonarios, aparentaba tener una relación con ellos...era lo que ellos quisieran que fuera y el resto de días, era la aclamada bailarina nocturna. No me había acostado con ninguno, pero esto estaba por cambiar, mi hija necesitaba un trasplante y yo conseguiría el dinero, claro que lo haría.
-Y tú el hombre más hermoso -se sonrojó por completo-. ¿Cierto mami?
Ambos me miraron expectante y solo pude asentir.
-Es mejor dejarla en revisión hasta mañana, aumentaremos su dosis así que hay que tenerla monitoreada.
Dejarla implicaría estar con ella toda la noche, en dos horas tenía que estar en el trabajo.
-Ah, está bien.
-Puedes irte, si pasa algo te informaremos de inmediato -estaba por negarme, pero agregó-. No harás nada estando aquí, la cuidaran muy bien, no te preocupes y ve a trabajar.
En un momento de debilidad le había contado sobre mi trabajo y había sido muy sorprendente cuando no percibí en él repulsión. Entendió perfectamente todo y se ofreció en ayudarme con algunos medicamentos que necesitaba Emilia.
Abracé a mi todo y le prometí que en la mañana estaría. Mis ojos se aguaron un poco, odiaba tener que separarme de ella.
-Muchas gracias -le di un abrazo rápido y me fui.
¿Enamorarte del mejor amigo de tu hermano? Jamás, claro que no pasaría…existían códigos no estipulados que lo prohibían, pero si el mejor amigo de tu hermano se trataba de Noah Anderson, había una clara excepción. Y es que, era imposible no enamorarse de alguien como él y no, simplemente no se trataba por la sencilla razón de que era el mariscal de campo y su belleza algo inigualable, tampoco el hecho de que su cuerpo parecía haber sido esculpido a cada detalle meramente meticuloso. ¡NO! Su maldita y hermosa forma de ser. Noah no era un mujeriego, tampoco un badboy y mucho menos hacia parte del grupo de hombres que jugaban con los sentimientos ajenos… Él era todo lo contrario y tal vez por esa razón, tenía un grupo grande de admiradoras…incluyéndome. Hice todo lo posible por frenar los sentimientos que crecían conforme al tiempo, pero él no me lo dejaba para nada fácil con su terrible interés por mí y de querer que estuviera bien en todo momento hasta que lo hice…callé las voces y me adentré al mundo de Noah Anderson sin saber que más adelante estaríamos quemándonos por culpa del amor…nuestro amor. Soy Alison Walker y esta es mi historia.
Reyyan Aslanbey decide escapar de su país dejándolo todo atrás, su lujosa vida, su familia, sus amigos y un compromiso organizado por sus estrictos padres, será Francia el lugar donde elegirá para comenzar de nuevo, donde podrá ser ella misma sin temor a ser juzgada. Todo iba bien en su vida, asistía a la Universidad, tenía un buen trabajo y nuevos verdaderos amigos que nunca la traicionarían, hasta que un día cualquiera vio al hermano mayor de su mejor amiga Alison, Louis Lambert, alguien muy sexy y hermoso, era el hombre más hermoso que sus ojos jamás habían visto, pero para él Reyyan no existía, ni siquiera volteaba a mirarla, por lo que ella deseaba que fuera el típico bad boy mujeriego para tener alguna oportunidad de intercambiar palabras, pero no, él era todo lo contrario, él no era un chico malo, no era un mujeriego, no mostraba sus sentimientos hacia nadie quien no fuera su familia, no reía, no sonreía y nunca su mirada iba dirigida a ella, hasta el día donde todo cambió.
Amaba el romance, pero no creía en príncipes azules ni en finales felices. Más bien me atraía los príncipes negros, aquellos misteriosos hombres, que lo único que hacen en ti, es activar una atracción difícil de quitar, que te hacen descubrir ese lado oculto que todos tenemos, esos que tienen el cartel de prohibido y peligro con luces de neón alrededor suyo. Exacto, los chicos malos. Y Alessandro Rizzo lo era. La primera vez que lo vi, su belleza me deslumbro. La segunda vez que coincidimos, decidí hablarle. Lo que no contaba, era con la ignorada olímpica que me dio, fuera de ponerme triste, me puso ansiosa y deseosa por conseguir su atención. La tercera vez, lo tenía apuntándome con un arma en la cien. La cuarta, lo estaba salvando de la muerte. Sabía que no estábamos hechos para estar juntos, su mundo y el mío eran muy distintos...o eso pensaba yo. Pero la atracción que había, era mucho más fuerte que la razón. Sabía de antemano que solo yo perdería en esto, pero no lo pensé dos veces, y me tire al abismo sin tener la certeza de que sería atrapada al caer. Solo podía pensar. ¿Estará él, al final del abismo?
Después de tres años de matrimonio hermético, Eliana nunca había visto a su enigmático esposo hasta que le entregaron los papeles del divorcio y se enteró de que su supuesto esposo estaba cortejando a otra mujer sin importarle cuánto le costara. Ella volvió a la realidad y decidió divorciarse. A partir de entonces, Eliana dio a conocer sus diversos personajes: estimada doctora, legendaria agente secreta, hacker reconocida, célebre diseñadora, experta piloto de carreras y distinguida científica. A medida que se conocieron sus diversos talentos, su exesposo fue consumido por el remordimiento. Desesperado, suplicó: "¡Eliana, dame otra oportunidad! Todas mis propiedades, incluso mi vida, son tuyas".
Lucía Balstone pensó que había elegido al hombre adecuado para pasar el resto de su vida, pero fue él quien acabó con su vida. Su matrimonio de diez años parecía una broma cuando su esposo la apuñaló con una daga. Afortunadamente, Dios nunca está ciego ante las lágrimas de las personas. Lucía tuvo una segunda oportunidad. Ella renació a la edad de 22 años, antes de que sucedieran todas las cosas terribles. ¡Esta vez, estaba decidida a vengarse y dejar que aquellos que la lastimaron pagaran! Hizo una lista elaborada de sus objetivos, y lo primero en su lista era casarse con el peor enemigo de su exmarido, ¡Alonso Callen!
Tras dos años de matrimonio, Sadie por fin estaba embarazada, llena de esperanza y alegría. Pero su corazón rompió cuando Noah le pidió el divorcio. Durante un atentado fallido contra su vida, Sadie se encontró tendida en un charco de sangre, llamando desesperadamente a Noah para pedirle que la salvara a ella y al bebé. Pero sus llamadas quedaron sin respuesta. Destrozada por su traición, abandonó el país. Pasó el tiempo y Sadie estaba a punto de casarse por segunda vez. Noah apareció enloquecido y cayó de rodillas. "¿Cómo te atreves a casarte con otro después de haber dado a luz a mi hijo?".
Janice, la heredera legítima olvidada hace tiempo, se abrió camino de vuelta a su familia, volcándose en ganarse sus corazones. Sin embargo, tuvo que renunciar a su propia identidad, sus credenciales académicas y sus obras creativas en favor de su hermana adoptiva. A cambio de sus sacrificios, no encontró calor, sino un mayor abandono. Decidida, Janice juró cortar todo vínculo emocional con ellos. Tras quitarse la máscara, ahora era conocida como maestra en artes marciales, experta médica y célebre diseñadora que sabe ocho idiomas. Con una nueva determinación, declaró: "A partir de hoy, nadie de esta familia se cruzará conmigo".
Se rumoreaba que Fernanda, recién vuelta con su familia, no era más que una violenta pueblerina. Pero Fernanda se limitaba a esbozar una sonrisa despreciativa. Otro rumor sugería que Cristian, normalmente racional, había perdido el juicio, locamente enamorado de Fernanda. Esto la frustró. Podía tolerar los cotilleos sobre sí misma, ¡pero calumniar a su amado era pasarse de la raya! Poco a poco, a medida que salían a la luz las múltiples identidades de Fernanda como célebre diseñadora, experta jugadora, reconocida pintora y exitosa magnate de los negocios, todos se daban cuenta de que eran ellos quienes habían sido engañados.
"¡Ahh!". Ella solo podía gemir, a pesar de que no amaba a ese hombre; de hecho, lo odiaba. Las manos del hombre recorrían todo su cuerpo. Ella jadeó cuando él comenzó a bajarle el cierre del vestido. Este terminaba en su cadera, así que terminó con la espalda y la cintura descubiertas. "No me toq... ¡mmm!". El hombre movió sus dedos por su espalda descubierta y presionó su cabeza contra una almohada. Los toques le provocaron escalofríos a la chica. "Haré que te olvides de sus toques, besos y todo lo demás. Cada vez que toques a otro hombre, solo podrás pensar en mí". ---- Ava Adler era una omega nerd. Los demás la molestaban porque pensaban que era fea y poco atractiva. Pero Ava amaba en secreto a un chico malo, Ian Dawson. Él era el futuro Alfa de la manada Mystic Shadow. Sin embargo, a él no le importaban las reglas ni las leyes, solo le gustaba coquetear con las chicas. Ava no era consciente de la arrogancia de Ian hasta que su destino se entrelazó con el del joven. Él la descuidó y la hirió profundamente. ¿Qué pasaría cuando Ava se convirtiera en una bella capaz de conquistar a cualquier chico y, al verla, Ian se arrepintiera de sus decisiones? ¿Y si ella tenía una identidad secreta que aún no había descubierto? ¿Y si cambiaban las tornas e Ian le suplicaba que no lo dejara?