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Un Día Más Sin Ti

Un Día Más Sin Ti

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No recordaba nada, literalmente nada. Lo que era peor, se quedó embarazada. Aunque no tenía idea de lo que sucedió, aceptó lo que el destino dispuso para ella. Sin embargo, un secuestro rompió su pacífica vida. La verdad estaba cubierta de misterio y quería desvelarla. Después de todo, su bebé era un genio de las computadoras. Cuando obtuvieron la respuesta a su duda, todo les asombró bastante ...

Capítulo 1 La versión en miniatura del CEO

"¡Vaya, este chico es increíble!", dijo alguien.

"¡Sí! Se mueve realmente rápido y cada ataque tiene mucha fuerza, ¡parece extremadamente talentoso!".

Las voces emocionadas de los asistentes ejecutivos resonaron dentro de la oficina, ubicada en el sexto piso de la sede principal de Qi Group, en los Estados Unidos. Allí adentro, un grupo de personas vestidas de forma ejecutiva y de apariencia elegante, como de élite social, estaban reunidas frente a un monitor.

Aunque su jefe era un demonio que los presionaba diariamente hasta el máximo de sus posibilidades, en ese momento no se veían para nada atareados ni preocupados. Al contrario, todos estaban aglomerados viendo desde la computadora un video de una competencia de deportes electrónicos.

A pesar de que estaban emocionados por lo que veían, también se reflejaba en sus rostros la preocupación por lo que estaban haciendo. Al estar tan concentrados en la competencia, no se dieron cuenta de que el CEO había entrado al lugar y estaba de pie, tras ellos, con una expresión de molestia en su duro rostro.

Después de unos segundos de silencio, él preguntó en tono autoritario: "¿Qué hacen reunidos aquí viendo una película durante el horario laboral? ¿Acaso no tienen trabajo por hacer?".

Apenas se escuchó la voz del CEO, las personas reunidas frente al monitor se desplegaron en desorden hacia todas las direcciones como si fuesen pollos perdidos.

Quedó totalmente abandonado en el escritorio, donde hace unos segundos se reunía una multitud, el asistente del CEO, cuyo nombre era Mike Wu. Estaba ansioso por salir corriendo con los pies, pero la mirada gélida de su jefe indicaba que si salía por esa puerta, nunca podría regresar. Así que no tuvo más remedio que quedarse allí y soportar la reprimenda.

"Mike, ¿puedes recordarme durante cuánto tiempo hemos trabajado juntos?", preguntó su jefe en un tono monótono, totalmente inexpresivo.

El joven asistente perdió todo el color de su rostro, y la respiración se le aceleraba empañando los cristales de los lentes sostenidos sobre su nariz. Si el CEO, un hombre adicto al trabajo, descubría que había estado holgazaneando con sus compañeros, ¡podía irse despidiendo de su puesto en el Qi Group!

"Ya han pasado tres años, señor. Pero yo... Yo solo estaba...", Mike ni siquiera podía hablar correctamente por el llanto que se agolpaba en su garganta, y su corazón parecía que se le iba a salir del pecho. Dentro de su mente suplicaba: 'Por favor, señor. No me mire así. ¡Esto es muy aterrador!'.

"Así que llevas tres años trabajando conmigo, ¿pero no sabes que lo que más odio son las personas que holgazanean durante el horario laboral?

Pues bien, entonces ve y empaca todas tus cosas porque te enviaré a nuestra sucursal en Sudáfrica desde mañana", anunció el hombre sin un ápice de duda.

"Señor, de verdad no estaba perdiendo el tiempo, es solo que... este niño se parece mucho a usted...".

El asistente giró rápidamente la pantalla para que el CEO pudiera ver mejor el video.

Al principio, parecía que su jefe estaría negado a la idea de malgastar su tiempo viendo un video; sin embargo, un cambio radical y repentino le ocurrió en el rostro, su cerebro apenas podía procesar lo que sus ojos atónitos estaban viendo.

Mike notó un cambio sutil en el rostro del CEO, y aprovechó esa oportunidad para explicar lo que pasaba mientras se secaba el sudor de la frente con manos temblorosas: "Este video es un fragmento de la ronda final de una competencia mundial de deportes en línea. ¡Ese chico es tan talentoso! Pudo representar a la división asiática con solo cuatro años, e incluso llegó a la final de la competencia. Me llamó la atención porque se parece mucho a usted, señor, y por eso lo mostré a mis compañeros".

La verdad era que Mike, a quien le encantaba jugar videojuegos, había reunido a una multitud para ver la transmisión en vivo del concurso y ese niño de cuatro años era el jugador más popular del momento.

En las imágenes se le veía sentado sobre una silla alta mientras sus dedos bailaban sobre el teclado a la velocidad del rayo, y sus grandes ojos de ciervo reflejaban la inteligencia y astucia que tenía con la mirada fija en la pantalla.

Era la ronda final, y aunque la competencia seguía en curso, parecía que los resultados ya estaban decididos: el niño emanaba una total confianza como si ya estuviera seguro de su triunfo.

El director estudió con detenimiento el rostro del chico y descubrió que lo que decía Mike era cierto, ese niño era exactamente igual que él. Aunque menos frío y feroz, el pequeño rostro tenía los mismos rasgos pero en una versión infantil.

El sudor frío siguió brotando de la frente de Mike cuando vio la expresión aterradora en el rostro de su jefe. ¡Tenía miedo de que no solo lo despidiera, sino que también lo matara en el acto!

"¿Cuál es el nombre de este mocoso?", consultó el señor con indiferencia.

"Se llama Carl Luo, señor".

Las cejas del CEO se levantaron como muestra de curiosidad. Internamente, una inquietud comenzó a crecer y se preguntó a sí mismo:

'¿Luo? ¿No era ese el apellido de ella...?'.

"Está bien, te daré una nueva oportunidad". Tienes cinco minutos para averiguar todo lo que puedas sobre ese niño y su madre.

¡Si fallas, te enviaré a Sudáfrica y te daré de comer a los leones!".

Soltando un suspiro de alivio, Mike se reclinó en su silla, se secó la frente húmeda y se dispuso a cumplir con la orden de su jefe inmediatamente.

Mike se consideraba parte de la élite ejecutiva, pues no todo el mundo podía trabajar en Qi Group, uno de los diez principales consorcios del mundo. Estaba consciente de sus buenas capacidades, pero cada vez que el CEO lo miraba con esos ojos asesinos, no podía evitar actuar como si fuese un simple y tonto novato.

Con esa mirada amenazante aún en su mente, decidió trabajar sin distraerse hasta que, en muy poco tiempo, se presentó satisfecho con un grupo de documentos impresos y ordenados frente al escritorio de su jefe.

"Mmm...", el hombre observaba los papeles con los ojos entrecerrados, los agarró y revisó con detalle de principio a fin. Finalmente, revisó la foto adjunta que había incluido Mike.

Se veía una dulce y angelical sonrisa iluminando el rostro delicado de una joven, parecía tan pura y adorable como una estudiante de secundaria, aunque la información revelaba que ya había cumplido veinticuatro años de edad.

El CEO pareció reconocerla, por un instante Mike pudo identificar en sus ojos un brillo de inconfundible ternura, pero al darse cuenta de que era observado, el jefe transformó su mirada en fría indiferencia. Miró la foto varias veces, pasando la página sin descanso. La siguiente imagen mostraba a un niño pequeño que se parecía mucho a él, excepto por la expresión juvenil y traviesa.

A pesar de que el CEO estaba estudiando los documentos con una mirada intensa, sus dedos eran suaves mientras tocaba el rostro del chico inconscientemente. Por fuera su expresión era indescifrable, pero por dentro un cúmulo de emociones giraba en su mente. 'Solo tiene cuatro años, pero ya puede usar una computadora con maestría. Incluso puede competir contra jugadores profesionales mucho mayores que él, sin duda ha heredado mi talento', pensó.

Él llamó a su asistente llevado por un impulso repentino: "¡Mike!".

"¡Sí, señor! ¿Qué necesita?", el chico le respondió de inmediato, con los hombros tensos y encorvados como si se preparara para recibir una paliza.

Mike cumplía funciones como asistente jefe de Qi Group y había sido uno de los pioneros dentro del empresa, pero aun así era incapaz de actuar precipitadamente frente al CEO.

La compañía había comenzado inicialmente en la industria de la aviación y por el éxito comercial que tuvo, se expandió por todo el mundo en distintas áreas. Gradualmente amplió sus servicios en diversos campos importantes como las nuevas tecnologías, finanzas o bienes raíces, entre otros.

Ryan Qi, el actual CEO del grupo, era un hombre extremadamente poderoso; cualquier decisión que tomara, incluso por más mínima que fuese, podría afectar a toda la economía norteamericana.

"Quiero que envíes a alguien para vigilar a esta mujer cuanto antes. Que registren todos sus pasos y su rutina diaria.

Avísame si pasa algo más".

"¡Sí, señor!", respondió Mike de inmediato.

En lugar de irse, el joven dudó unos segundos antes de, luego de un silencio incómodo, preguntarle con vacilación:

"¿Debemos traer a ese niño hacia usted, señor? ¿O se lo informamos a su madre también?".

Como Mike era en verdad un chico muy inteligente, ya había deducido que el niño debía tener una conexión bastante especial con su jefe, puesto que el parecido era indiscutible. Por lo tanto, consideró que el tema era lo suficientemente delicado e importante como para ser notificado a la madre de Ryan.

Este lo miró con expresión gélida y preguntó: "¿Eres mi asistente o el de mi madre? Preocúpate por mis intereses, no por los de los demás".

Por supuesto, Mike no se atrevió a decir nada más al respecto y abandonó la oficina apenado con el rostro abatido.

Ahora que estaba solo, Ryan pudo dejar que su mente vagara con libertad en sus pensamientos; agarró el encendedor que tenía a un lado de la mesa, y empezó a quemar uno a uno los documentos sobre la mujer y el niño que le había entregado Mike. Bajo la luz del fuego iluminando sus facciones, el hermoso e imponente rostro de Ryan se veía frío como esculpido en hielo mientras pensaba.

'¡Maldición! ¿Cómo se atreve a dar a luz a un bebé en secreto? ¿En qué momento quedó embarazada? ¡No puedo creer que yo no supiera nada al respecto! ¡Ni la más mínima sospecha!

¡Ahora tengo un hijo que tiene como apellido Luo en lugar de Qi! ¿Cómo fue esa mujer capaz de tomar una decisión tan ridícula?'.

En este punto, todos los documentos ya habían ardido y solo quedaban cenizas, excepto las dos últimas fotos. Ryan vaciló por un momento, prendió el encendedor con fuerza para quemarlas, pero luego de unos instantes de duda, se arrepintió.

Al final, con una sensación extraña, abrió un cajón al azar y arrojó las fotos dentro. Los rostros de madre e hijo le devolvieron la mirada antes de que cerrara el cajón de un solo golpe.

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