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Tayler ¿Amor? Es un sentimiento muy fuerte, ¿Verdad? En realidad, nunca sabes cuándo en verdad amas a alguien, mayormente solemos confundir los sentimientos y pensamos que esa persona es nuestra alma gemela. Cuando estamos realmente enamorados no sabemos con exactitud qué pasa con nuestro razonamiento. Cuando tú corazón está en enamoradolandia, solemos hacer estupideces, como en entrar en ataques de ira y celos sin razón alguna, o también suele pasar que reprimimos nuestros sentimientos hasta ya no sentir nada por esa persona. O nos creemos que ya no sentimos nada. Convencerme a mí mismo fue tan fácil todo el tiempo, pero todo cambió cuando ella llegó. Me dije tantas veces a mí mismo que lo que sentía por ella era pura atracción física, qué cada vez que sonreía pensando en ella era por las cosas graciosas que decía. Cómo dije antes: convencerme era tan fácil. Muchas cosas pasan y nos hacemos daño el uno al otro sin saber que lo hacíamos, pero mejor no les digo más, ¿Quieren saber de qué trata esta historia? ¿Mí historia? Quédense, y verán la historia de un Un amor de locos .
Tayler
Me gustaría decir que mi día comenzó como un gran cliché:
Despertar por los rayos del sol o el estruendoso ruido de mi despertador, que mi tía me trajera el desayuno a la cama y esperara pacientemente para luego llevarme a la escuela.
Pero no.
No fue así.
-¡¡Despierta!!- gritaron cerca de mi oído, proporcionándome una caída dolorosa al suelo- ¡Clases en veinte minuto!- volvió a gritar.
-¿¡Pero qué mierda!?- grité desde el suelo.
-Tienes exactamente 19 minutos con 45 segundos para: ducharte, arreglarte y comer para irte a la escuela.
Me levanté del suelo sobándome la parte de atrás de mi cabeza. Aunque el piso esté alfombrado, no fue de mucha ayuda, y de igual manera me golpeé la cabeza. No tan fuerte, pero aún así dolía.
-¿No puedes ser una persona medianamente normal y despertar a tu lindo sobrino de una forma menos...- pensé la palabra correcta para describir todas y cada una de las maneras en que esta familia me despertaba-... alocadamente extraña?
-¿«Lindo sobrino»? ¿Dónde?- preguntó viendo a todos lados en busca de algo
-Ja, gracioso.
-Ve a ducharte. Ahora te quedan...- miró su reloj- 17 minutos.
-Sí, señor- hice un saludo militar sin muchas ganas.
Luego de uno de los despertares más dolorosos de mi vida, decidí darme una ducha, luego de salir del cuarto de baño me arreglé para ir a la preparatoria: mis clásicos vaqueros desgastados junto con una camiseta negra. Como mi tía le diría:
«Estilo simple, pero moja bragas de tu preparatoria
Y mi tío le respondería:
«No es su culpa heredar todo el atractivo de la familia Ross»
Bueno, ese atractivo es más algo de cabello sedoso negro y ojos grises. Y no quiero ser presumido, pero, soy jodidamente atractivo.
Pensándolo bien; sí, sí quiero ser un poco presumido.
Bajé la escaleras y fui a la cocina donde estaban mis tíos y mi hermanita de siete años desayunando juntos.
-Buenos días- me senté al lado de mi hermana.
-Buenos días- saludó mi tía dejando mi desayuno frente a mí.
Le murmuré un «Gracias» y comencé a desayunar.
Tardé unos cinco minutos en comer, al igual que mi hermana. Nos despedimos de nuestra tía y nos adentramos en el auto de su esposo. En el trayecto él nos iba hablando sobre la responsabilidad. Al parecer no solo yo desperté tarde.
Aunque a mi hermanita no la despertaron con un grito. Ella sí tuvo un poco del despertar cliché. Claro, sin el desayuno, pero sí con un beso y alguien que le abra las persianas de su habitación.
Que suerte tienes, hermana.
Árboles, casas, personas en bicicleta, perros paseados por sus dueños. Eso era todo lo que veía por la ventanilla del asiento de acompañante del auto.
Estacionó el automóvil frente a la preparatoria, dónde se veía a los alumnos afuera hablando y otros entrando. Arriba de la entrada principal estaba escrito en grande el nombre del lugar donde estudiaba:
"Preparatoria Payton.
Quité el cinturón de seguridad.
-Adiós.
Escuché el «adiós» de mi hermana y el del tío. Caminé por el estacionamiento para adentrarme al pasillo principal de la preparatori.
-... ¡Ey Tayler!- saludó alguien, chocando los cinco conmigo.
-... Es tan lindo- murmuró una chica.
-... Está tan bueno- dijo otra.
-... Aún no entiendo como está soltero.
Sí, estos eran los cumplidos que recibía diariamente. Otras me miraban de manera discreta y otras lo hacían descaradamente. Apostaría a que esas chicas se toquetean pensando en mí.
«Tu ego está a mil por lo que veo» dijo esa voz tan parecida a la de mi tía en mi cabeza.
-¡Eh, hermano!- se acercó a mi con los brazos extendidos mi pelirrojo mejor amigo.
-Ey...- me apretujó cuando llegó a mi encuentro- No... puedo... respirar- fue lo que pude decir ante tanta fuerza por parte de mi amigo
Se separó riendo.
-Lo siento.
Respiré con normalidad otra vez.
-¿Estas de buen humor? Nunca me abrazas de esa forma- empezamos a caminar- Pensándolo bien, nunca me abrazas.
-Tal vez lo esté- se encogió de hombros.
Caminamos a nuestra primera clase del día: Historia. Para mí no es tan mala, pero para mi amigo sí lo es. Odia la historia, siempre dice: «¿Para qué queremos saber la vida de ancianos que vivieron hace cien años?» Apoyo su punto, pero no podemos hacer nada, es una materia obligada a tomar. Si fuera por él, la única clase que tomaría sería la de Literatura, y no porque le guste o sea bueno en ella. Sino porque la clase la imparte una profesora que él alega que "Está buena" ¿Para qué mentir? Mi amigo tiene razón.
Después de una hora de escuchar al profesor hablar sobre los guerreros Maya y Aztecas, que, siendo sincero, sí fue un tema que me interesó, salimos a la otra clase: Biología.
Cuarenta y cinco minutos después, íbamos en el pasillo en dirección a la cafetería. Recibimos saludos de chicas, a las cuales él les sonreía encantadoramente y con un guiño de ojo. Saludos por parte de los chicos del equipo de Hockey. Al llegar a nuestro destino todas las miradas de las chicas se posaron en nosotros.
Okey... me siento un poco violado ahora.
Fuimos a la mesa donde siempre nos sentamos: casi al final de la cafetería. Mientras mi amigo buscaba nuestros almuerzos, a la mesa se acercó una chica que me parecía extrañamente familiar.
Era menuda, ligeramente morena, de cabello castaño y ojos verdes.
¿Dónde la había visto?
Se sentó frente a mí con una gran sonrisa, la cual me pareció aún más familiar. Yo la veía extrañado, quería preguntarle quién era, pero nada salía de mi boca. Era como si... algo de ella me impidiera formular palabra alguna. Cómo... ¿Nervios?
-Ey, enana- la saludó Marcos cuando llegó a la mesa.
-Hola- lo saludó ella. Y fue ahí que recordé quien era. O más bien, preguntar lo que tenía en mente:
-¿Sophia?
-La misma. Pensé que no me reconocerías, Tayler- bromeó.
Sophia. Mejor conocida como Sofii. Y como me gusta decirle «La chica que me deja sin palabras» literalmente hablando.
Si aún no lo descifran, se los hago más fácil:
Sofi es la chica de la cual me he sentido atraído físicamente desde inicios del año. No la veía desde julio, el último día de clases. Y antes de volver a clases, hace unas tres semanas, no había venido ya que estaba fuera de la ciudad por un viaje o algo (Que por cierto, cambió muchísimo) así que pasé tiempo sin verla. Es la mejor amiga de Marcos, mi mejor amigo. Y por esa razón es que mis sentimientos hacia ella no pueden pasar a más de una simple atracción física. Y tampoco pasarán a más.
-¿Me extrañaron?
-Ni un poco- contestó nuestro amigo- Me he sentido en paz todas estas tres semanas, ¡Te aguanté todo el verano! Necesitaba un descanso de tantas locuras.
Ella se rió.
-Bueno, yo sí te extrañe, Marcos- ella lo llamaba así. Tomó la manzana de la comida de nuestro amigo- Incluso, les traje unos regalos- sacó algo de su bolso y nos los entregó
Eran unas bolsas de papel pequeñas. Las abrimos y adentro nos encontramos cierta sorpresa.
-¿En serio?- dije yo. Sofii reía a carcajadas.
-Es un gran regalo- señaló a Marcos- Sabes que eres muy joven para ser padre, además de un inmaduro. No deberías dejar regadas tus semillas por ahí. Y tú- me vió a mí- Bueno, tú cuídate.
-Muy graciosa, Sofii- dijo sarcásticamente Marcos
-Vamos, saben que los necesitan.
Marcos y yo compartimos una mirada y un asentimiento.
-¿Por qué se miran...?
No pudo terminar lo que iba a decir porque Marcos y yo le lanzamos los pequeños panquecitos que estaban en nuestra comida. Luego de terminar de bombardear a nuestra amiga, reímos por como la dejamos: llena de migajas por el pelo. Pero no estaba molesta, más bien estaba disfrutando de los pedazos de panquecito que pudo atrapar con su boca.
Salimos de la cafetería junto con Sofii. Varias chicas le daban malas miradas. Y ella solo las ignoraba. Sofii se fue a su salón y nosotros al nuestro a nuestra siguiente clase.
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Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved