a sensación. La anciana l
u destino? - s
preguntas, señorit
sha",
untas, Natash
curi
a para ti, Natasha:
unca. Nunca se lo había preguntado a sí misma. Ni siquiera sab
practicidad y cualquier compromiso con un hombre no la hacía sentir cómoda. Cuando v
a de ella. No... No creía en el amor entre dos personas. Sólo creía en un tipo de amor: el amor propio. El amor entre parejas só
esponder, para no pare
por amor... Me moría de amor -di
a piel arrugada, castigada por los años. ¿Qué escondían aquellos ojos? Sara
a confundida. ¿Era alguien enviada p
y contigo por casualidad, querida. El des
í? - Natasha se apar
para cumpli
ma del tren azul. ¿Había fantasmas en el tren azul? No... No había fa
pensamientos. Tomó la mano
Sólo soy una anciana. No soy una
fría y suave. Luego la retiró ráp
esa vacía frente a ellos. Con docenas de asientos vacíos en aquel vagón en particular
de asiento conmigo? ¿Puedo
mientos. Pensó que la anciana era
qué mi sitio ahora, con t
en 1911, me senté exac
entara donde quisiera. Era una anciana charlatana e inofensiva y, sin duda, la molestaría duran
Sarah, todavía a
r viaje del tren azul. ¿Por qué seguía en este avión? ¿Por qué seguía viva
odo bien? - pr
be si cree en el
e amor en mi vida. No creo que este sentimiento sea bueno para la gente..
y ahora también estoy en el último. Tal vez sea una pri
qué pie
que he pasado en esta vida. Ni siquiera mis nietos conocen los trágicos detalles que sucedieron en aquella época
lí estaba su historia sobre el tren. El amor, el sufrimiento y la vida p
ió el bloc de las manos de Nata
otro. Miró a la pareja que charlaba animadamente en otr
-dijo, enfadada e incrédula
o que había hecho-. - Es muy difícil volver cuando estoy yo. No necesitarás escribir na
in quererl
ojos, niña, via
asta qué punto esta historia cambiaría su vida para siempre. No le costó