tallado De La Ausencia Del Demonio De La B
n esa cama individual reflexionó sobre lo que habían sido las últimas horas de su vida: Nadie lo tocó, nadie lo golpeó. En lugar de e
y dejar al descubierto sus
trañ
concebía aquello como no más que un preámbulo para lo inevitable, llegaría el momento de saldarse frente a ese hombre. Se puso de pie y m
eo profundo, se dirigió a la cómoda. Al instante, un extraño ruido de succión llegó a sus oídos, mismos que al colocarse de pecho en el piso y machando sus ropas, consiguió distinguir con mayor nitidez. Entonces, la succión
.
stimonios de lo más irónicos y dispares, el caso más resaltable cuando contaba con 12 años: Un comprador de La Capital lo llevó a una pensión de mala muerte para que sirviera al ministro de su iglesia. Al recorrer el pasillo descubrió violinista ensayando en la pieza contigua a la recepción una alegre melodía como "La Chacona" de Vitali con contradictorio gesto y ojos enrojecidos por el llanto. La música de aquel interprete, junto con los plañideros maullidos de los gatos, fueron l
de que la malaventura pudiera provenir o catalizarse en consecuencia d
antes repletos se agolpaban en la cuadrada forma del lugar. La luz de la única ventana caía redonda sobre sus
ueta parda, el caballero se dio la vuelta, enfrentándose a la silenciosa entrada de Luther. Esto sin percatarse que la mirada del mismo se detuvo, por cuestión de segundos, en la dorada argolla de matrimonio que estrangulaba su anular izquierdo. Tras marcar el texto con un pañuelo que extrajo bajo su manga continuó. -Estamos vinculados por nuestras creencias, supersticiones, miedos e imperativo deseo de querer controlar todo. Las supersticiones y leyendas forman parte del homb
a cena que no se tendrá o en el próximo encuentro en su alcoba. -Tarde consideró que dicho comentario pudiera despertar la animosidad del hombre frente a él al sentirse interpelado, pero éste se limitó a mirarlo a los ojos y luego pasearse por toda su humanidad, esto lo alteró como sabía con toda seguridad que haría, decidiéndose
Carló encog
o los textos d
, el pensamiento es el oficio del hombre libre, o algo por el estilo escuché
su persona. -La interrogante vino acompañada de una segunda ronda de escrutinio, lo que hizo a Luther ret
fielmente mi fecha de nacimiento,
ero, Luther estaba siendo sincero. Para ese momento corrían los días finales del mes de julio, cuando las lluvias hacían florecer las lavandas marinas, cuyo
to. -De igual modo, es un detalle sin importancia. Dir
ebería? -Frunció el
ia. Podría formarse a una edad más temprana, pero esa sería la indicada para ser considerado
e incólume frente a esa pesada jugarreta, pe
as, pero un gesto desapasionado junto con un tono pesado y neutro, por no decir hastiado, tomaron el mandato de su actitud haciéndolo olvidar su estado en un inicio pavoroso. -Porque si es así permítame aclararle que ni en mis más estúpidas ilusiones de la niñez albergué esa posibi
s bien esporádico luego de que no pudiera concebir un hijo que se encargará de la parroquia que, al colindar con mi propiedad, pasa a ser parte de mi dependencia más bien de carácter moral. Cuando el padre Zaharie, a quien espero conozca pronto, ya no se encuentre en posibilidades de hacerlo. De igu
no pretendo que me considere creyente de s
brado a conseguir lo que quiere o, a los ojos de Luther, com
, incluso las impropias, y de no detenerle en caso que desee marcharse. Asumo que ni siquie
to lo mantuvo en la casa era la debilidad fís
indicado para los estudios de biología. Bien podría asistirle en ellos, pero mis postulados son más bien críticos... ¿Sabe? De haber diseñado al ser humano lo habría hecho excretar por los pies. Cuando defecamos entramos en un "instante críti
ñado por Ricarte hacia su alcoba fue pers
Soltó cuando en realidad tras sus dientes, baj
.
ogo con Carló sin encontrar ninguna seña de arrepentimiento en rechazar aquella malsonante oferta; pero la contrición se hizo presente, y fue de igual manera silenciada, al sostener a modo de precaución las tijeras entre sus dedos, pue