que es un Entierro o Cremación?! No le Hagas eso a Tu
mundo me obliga a la fantasía y ni siquiera yo des
Diario Amoro
que se detiene el tiempo (o quizás no se detenga). Y sin querer,
ct Blue>
ds
16 de
la permeancia de ésta a través del papel y carbón. No obstante, no cuento con el tiempo suficiente como para describir cada hecho con la veracidad necesaria al momento de tales acontecimientos, así que mi narrativa será en pretérito al escribir en mis horas de sueño. No me atrevería a fingir un tiempo verbal presente cuando más se añejan los hechos con el paso de los minutos, por
7 de Oc
atutinos escuchar a un hombre de 40 y tantos años hablar sobre el informe de tránsito; pero mi abuela <
ntándole a mi tía Lisie que, aparentando no saber lo que ocu
regordetes dedos tan morenos como el chocolate de
ó el año
mpiaba las manos del delantal de flores ro
haberlo visto el otro dí
a en la pequeña pieza sobre el pasillo superior, éste se los recordó golpeando la baldosa con su bate de beisbol. Las risueñas mujeres no hicieron caso, sus
al jardín trasero donde <
o a la escalera. -Tienes ese fleco como un rabo e' cotejo. -A cuatro manos intentamos bajarlo, pero éste se negaba pon
ados haciendo gala de mi espléndida ropa de dormir: Una camisa de a
hacerme cumplir con el reglamento de vestimenta, se trataba de otra de sus mañas mal disimuladas para que dejara mi ahuecada franela de dormir y así ella pudiese desecharla. La brisa sopló a mis espaldas lo que hizo que recordara los agujeros de la parte de atrás haciéndome sentir como un zombi baleado por
escalera al cielo, dudé un poco sabiendo que el viaje de bajada no era nada comparado con el de subida, el cual no puedo terminar sin por lo menos
nte la analítica magnanimidad de un ser superior... El director Lance, opté por la segunda. Lo tendí sobre la cama (el uniforme, no al director), lo analicé y me di por vencido al saber
deño!-Me dije con falsa e
-Carl pasaba detrás de mí c
que sólo h
sco en mi caj
otas al sentarme en el último escalón. Comí en la sala de mi ab
ulándolo un poco; no me quejé pues es algo inevitable, la demacrada estructura de la casa se encuentra rodeada por una espesa arboleda, plantas ornamentales y medicinal
dañado desde hacía un año, pero no les preocupó y resolvieron poner una manguera de jardín que abrían en ocasiones especiales y cómo todos los días para los Hadcliff son una celebración, digamos que su factura del agua no es nada m
gremente mientras barría la calle apenas tocando la acera con la escoba. Su vestuario de pantalones de leop
hermoso ¿Ci
os rayos del sol ¿Para qué hacerlo? Siempre
ido un lóbrego día del 82 cuando el candidato presidencial Edmundo Chirinos lanzó billetes con su rostro di
responder mis <
acera, oí un <
ió mi cabello acomodando su mochil
mino al instituto ahora, así que cuando
.
a de la camisa a cuadros marrones que llevaba desde hace tanto estaba tiesa y sin gracia. Cada gota de rocío en su frente me recordaba cada vez más la vida de un hombre pobre que se salvó de ser un pobre hombre. El anciano de más o menos 65 años, en la calle, acomodó los brazos bajo su transpirada nuca con la int
se acurrucó bajo la manta, dejando sólo sus v
l año pasado, me hacía señas desde el cristal que se alejaba como barco en alta mar, gritó mi apellido con e
on asientos verde menta. -Qué ecléctico. -Me senté junto la ventana para poder observar el paisaje suburbano del cual debía formar parte cada día,
antes de arrancar, se dio la vuelta sobre su asiento de piel para de
de t
abios encimando s
s conocido ¿Eres
ester... Él es mi primo. Quizá se confundió por la altura.
parece haberte visto antes ¡Ah
gu
ya están g
se peinó el vello facial y tom
De
nuevam
e menciona está casi diluida manteniéndose únicamente por la caridad... Así que no. No soy
.
che de mi guitarra, desde hace cuánto tocaba y porqué llevaba botas de seguridad al instituto, a toda pregunta respondí con elocuencia. -Porque me da la gana. -Más no con tacto. Me
ravesar la carretera y que una rolliza mujer me gritase poniendo, a base de improperios, en duda mi preferencia sexual, sólo por cruzar algo rápido y pens
emplar sus quereres; un leve aliento (de alivio, no de persona) vino a mí al recordar que ese día tocaba matemáticas ¡Benditas sean, secretarias incompetentes que cambiaron mi horario 5 veces en una semana al confundir mi sección! (Me lo habían enviado por correo desde el domingo pasado) Era preferible el ver a Profesor Manson merodear como tib
o fue muy precavido de mi parte gritar e
en
s vi que el octogenario se había retirado a tomar un café con la secretaria de administración. -Sabía que esa gordita de cabello rojo y mascada púrpura se las traía. -Podía pasar, sólo tenía que cruzar la cancha de futbol, no... Mi experiencia con el deporte es como una relación enfermiza con una madre alcohólica, siendo infante sólo quería jugar, pero luego de q
ón. Revisé mi sección en la cartelera informativa del pasillo principal, pues pese a conocer el horario quise saber
o más int
r su p
la puerta con la intensión de tomar asiento y no dar explicaciones. No sirvió de nada que cautelosamente azotara la puerta contra el muro, el profesor Manson ya había olido mi miedo como un tiburón acabado de inhalar sangre de un pez cirujano lastimado, parece que después de todo sí había recibido un golpe en la nariz sin darme cuent
uchar cierto refunfuño. Esa clase de discusiones no es propia de mí... Bueno sí, pero un sujeto como Evan Carther no merece ni
que me queda salga disparada de mi ser como corcho de limonada. A mediados del año pasado me había ganado su predilección a la hora de dar comentarios lambiscones, no es mi culpa que a su edad (17) aún tenga piojos, sólo se lo comenté porque había un excelente champú para perros en la tienda de mascotas. Si no quería tener un pelaje tan sedoso como un schnauzer de concurso, o al menos eso era lo que la botella prometía, era su problema. En ese momento me percaté de que mi experiencia de
joven de piel morena y grandes ojos ambarinos es perfectamente pasable, siendo sólo es unos centímetros más bajo que el otro le es fácil confrontarlo con la mirada, no como yo, que para satisfacer tal deseo debería pedir restadas las plataformas de Celia Cruz. Darwin
rde del escenario tras pasar detrás del telón negro del fondo. La escena era opaca y elíptica, los rincones negros entre las rojas butacas era con lo único que había soñado todo ese trimestre de ociosas vacaciones. Respiré y me encorvé sobre mi par de piernas preferido meciendo los p
¿Co...? ¿
o su estatura es de al menos 1,72 y la mía 1,55. En el pasado me causaba mucha curiosidad que esa joven de piel caramelo y ojos gatunos me siguiera con tanto afán de atención siendo yo un pálido delgaducho de ojo
Siempre se pue
pasó con
o sentí que la mandíbula se me destrababa por la sorpresa. -Sé que es
mo y arruchó el moño de su cam
ía que
a. -Préstame tu mano. -La tomé sin su permiso y l
.
i mucho menos es que la hubiera llevado a pasear a falta de un compañero canino... ¡Tenía mis motivos! Y tal motivación motora iba mucho más allá del engorroso pretexto de aparentar una vida ocupada e interesante, lo cual nunca fue mi intención. Así que luego de una exposición de motivos formidable. -Estaré ocupado esta tarde en el Imbolc, se atrasó la celebración y hay que agradecer a La Diosa. Será en otra o
lona>> en el cruce de trenes o el puente para que