gri
por
abía vuel
? ¿Qué hic
a penúltima, de la quinta o la milésima vez que pelearon. Ella ya sabía que no iba a ver el día en que se llevaran bien e ir
, pero dudaba de que pudiera mantenerse a base de aire, s
ntada que nunca. ¿Cómo había sido ella capaz, que se jactaba de ser tan i
abía estado con un teléfono celular con poca batería y los bolsillos vacíos. Paso a paso se adelantaba ha
nieve. Por primera vez, Erin, al verse rodeada de oscuridad, sintió que era un poco más miserable que
ostenían casi con miedo aquel aparatito que vibraba en la palma de su mano, mientras su estúpida cabeza cantaba la letra de l
o hacía uno de los dos r
rd
ve
iviados por debajo de la rabia y se sintió culpable, pero
ensaba decirle, tenía m
quién
viera y
hiciera en
desagradecid
de sus palabras luego de que decidiera hablarle- ¡Mamá! -gritó y agradeció que l
ta de cada hebra de cabello que tenía,
el lapso de un minuto y las cinco veces rechaz
da! La ten
ía dicho antes de salir parecían rebotar junto a cad
ue le había dicho? Sus v
mierd
n un laberinto de calles que le daban paso a la nada. En su mente ya se había formado
aria, per
sea porque venía pensado en la horrible posibilidades o por instinto, no lo pensó más y se echó a correr hacia donde sea y ese "a dónde sea" termi
ibilidad de adentrarse en una de esas construcciones cuando vio el brillo de un cartel. Suspiró aliviada con el pensamiento de q
ma razón que había empezado a correr en un principio, lo siguió haciendo hasta qu
jado de seguirla o si solo había corrido como una tonta; pero no importaba, si hubiera mirado atrás quizá no hubiera alcanzado a escapar y otra sería la
l sonido acelerado de pasos caminando hacia ella fueron los que la despertaron; para cuando fue capaz de reaccionar,
instante, definitivamente hab
da como una hoja, trató
se habí