a. Tenía el rostro esperanzado e ingenuo, clavando mis ojos en mí y siguiéndome con la mirada. Tuve que hacer un
unía. Llegué a la casa de campo y tomé una copa
buscando no estar de mal humor luego de lo ocurrido en la galería y después, lo
gunté, con l
nir urgentemente a la galería. -empezó a decir Sophie, con la des
concertó p
algo malo? -quise
saliva, los nervios la acorralaban. -Su dinero ha sido retirado de n
ices. -dije, con un fastidio crecient
ultura. Nos han timado. -el sollo
sentido, él era un hombre millonario, no tenía la necesidad de robar nada. Su
s. No tiene sentido, oh, santo cielo. -otro sollozo, el llanto le ganaba. -No puedo creerlo. No cre
apso nervioso. -Yo me haré cargo, iré a buscar a ese desgraciado y lo haré pagar por inte
vienda ni un hotel. Eso era de esperarse, él no vivía en este
o antes de que tomara un vuelo y se escapara de mi alcance. Todavía tenía la imagen de
er que allí no había muchos más automóviles. Parecía ser una zona bastan
obras eran muy importantes para mí. Cada una de esas esculturas tenía una parte de mi corazón y la había hecho con una gran dedicación. Jamás pensé q
ndía la pizzería
delantal oscuro puesto y el cabello recogido. -Tenem
mable aun en esa situación, esa mujer no me había hecho nada y no merecía
enido? -la mujer arrugó la fre
qué con seriedad. -Llamaré a la policía si intenta
hablando, señorita. -d
a pisar el palito y revelar alguna intención. -Por favor,
s ojos como platos. -La mujer sangr
utadora a navegar me aparecían las imágenes graciosas y la humillación regresaba. A veces tomaba un descanso de las redes
ta polémica. A todos les gustaba burlarse de las desgracias ajenas. A p
cosas que solía hacer cuando me recon
salvado. Porque aquí han pedido una pizza d
egunté, con la
ntrecerró los ojos. -Es usted Clara, estoy muy segura. La vi en la televisión muchas veces. Mis hijos han
nto quería gritar con toda mi fuerza, pero me
r el encargo. -dijo
lante. Allí, la pizza de muzzarella estaba lista pa
con un aire soberbio. -Si es que tiene la d
mis adentros, que quizás lo mejor era retirarme de allí, olvidar este asunto en
na tacaña y no quería que mi reputación se viera todavía más afectada con otro
resco para acompañar la comida. Para mi buena fortuna, la pizza estaba deliciosa
ex pareja, él quería volver conmigo y parecía dispuesto a empezar de nuevo. ¿Yo quería hacerlo? No lo sabía, solo el cielo sabí
ordenado. -la voz pro
so europeo sofisticado. Tenía una sonrisa casi malévola y me enfocaba con
los ojos en blanco, estaba harta de su arrogancia. -No me sorp
con seducción. Estaba burlándose
-Tú me has regalado esa escultura. -guiñó un ojo.
tar esta sarta de disparates? Me has robado y
del acompañante y tom
, por eso me has invitado a cenar aquí. Debiste decirlo y ya.
co y me diera un infart