Rodr
, cosa que no siempre ocurre, sobre todo un viernes. Estoy contenta y agradecida por ello, mirando el paisaje y rezando para que nadie necesite mi asiento, porque es
o, entra por la puerta y me saluda con la mano, y yo sonrío, mostrándole que su sitio está guardado. Pero una mujer, que aparenta unos treinta y cinco años, entra antes que él y mira atentamente el asiento que hay a mi lado. Ten
a se levanta y cede su sitio a la mujer, que acepta rápidament
mientras me da un beso en la mejilla. "Y me ib
pongas al principio d
etiene, se convierte en un lío de gente que quiere subir y baja
e levantó y le cedió el
. "Es la tercera vez que le cede el asiento, y e
escuchar hablar a l
uestra conversación", hace un gesto. "Lo peor es cuando tienes
ién me pica la curios
mí me dieron el martes l
ércoles. Ojalá f
, rodar un poco, pero
n mí. No sé por
guna morena, pero esta vez quería qu
é. Mi sueldo se va casi tod
do ayudarte. No tengo mucho, pero pod
o para salir después del trabajo. Parece que el sá
artistas y famosos que vienen a Brasil de visita o a hacer espectáculos, así como empresarios de renombre. A pesar de ser un trabajo ajetreado y agotador, mi su
está lleno de gente", dice José, ob
moso. Siempre es así cuand
uién es", le dije a José, estirando
Ojalá sea un hombre muy guapo", di
abajo", me lamenté. Por desgracia
. Salgo para otro día de trabajo. Me pongo el uniforme, cojo el carrito de la limpieza y compruebo mi horario para saber en qué planta trabajaré hoy. Por desgracia, me espera el ático. El hotel tiene dos áticos, y son demasiado grandes para limpiarlos solo. Así que nuestro jefe siempre asigna a dos
ya que dicen que es un hombre muy observador y exigente. Limpié todo el baño, fregué cada rincón y dejé todo oliendo a fresco y muy limpio para el dueño del hotel. Y yo pensaba que mi am
no has termin
ré a estar aquí, tengo que disfrutarlo. O puede ser que el dueño del hot
er lo que faltaba, dejándola allí haciendo sus fotos, ya que no podía perder mi trabajo. El armario fue la última parte que limpié. Cuando salí, Sirlene ya no estaba allí, ni tampoco mi
do y me giré rápidamente. Cuando miré, un hombre alto estaba de pie frente a mí. Levanté la cabeza hasta que mis ojos llegaron a los suyos. Eran unos ojos negros que me miraban fijamente, su rostro bien d
hablaba portugués c
erminando de limpiar el arm
itados te quedas dentro de la habitaci
me en el horario cuando fui a limpiar e
l dentro de sus habitaciones. Nadie quiere llegar aquí cansado de un viaje y encontrarte
s. Puedo pagar el reloj, se lo har
uesta? ¿Cómo va a saber una camarera el valor de uno de los
e del mundo. Sus pantalones estaban perfectamente planchados y sus gruesos muslos llamaron mi atención, al