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lamas? ¿Hm? ¡Qué guapo eres! - exclamó Eileen mientras
a se miraba difícil con alguien a quien domar en casa. Sin embargo, mie
esa a Eileen, mientras que el perro le dejó de pres
la odiosa de la muchacha-acarició a su mascota
pero el perro volvió a su lado, l
ello -¿Verdad que no? el burro hablando de orejas -agreg
e acercó u
o dij
-respondió Eile
le pidió
respetuosa- conti
iosa- Marcello bufó, negando con la cabeza, d
n luego de su comportamiento rebelde y negativo. Sin embargo, le agrad
ño. El mafioso sonreía muy a gusto, tanto que Eileen no podía evitar mirarlo fijamente, admitiendo que era muy guap
resara a sus brazos pero no hizo más que tumbar a su dueño
cia a Marcello. Kairo h
ro estas palabras, corrió de regreso hacia donde Eileen. Lo que la dejó rígi
rumpida por las cosquillas de Kairo en Eileen, cuales le prov
se por unos segundos mirándola reír, procedió hacer lo que mejor se le da
pre y cuando, su padre no crea tener nada
vimos a Kairo- Eileen pensó que Marce
que nos divorciamos- replicó Ei
í, soy un caballero- aseguró Marce
a la vez despegandole un brazo. Arrancándole un lado de c
has visto. Has mirado como he sido contigo - dejó
ra la pared, me has sostenido las muñecas y has dejado en mi piel tus d
que te dejara con los guardias y me fuera a dormir a la cabaña, donde tenía una espaciosa y cómoda cama esperándome, pero pr
le erizaban los pelos
ieras la vida. Me volví loco y perdí el control cuando estuve a punto de volarle la cabeza a mi socia de ocho años p
l instante en que ella r
abía que era el malo, no tenía in
habitación, como te mereces, y he tratado de no ser contigo como lo soy con todos, porque me gustas. ¿Es eso lo que querías oír? Te lo digo. No sé qué mierda vi en ti, pero me quedé engan
ió mal y con c
esayunar aquí en el jardín?- interrumpió una de las sirvi
ñora con mi presencia, comeré arri
me haga compañía - se dirigió ella misma a la servidumbre.
ue..- Eileen l
lo mordió su lengua y guardó silencio, incapaz de negarse a su petición. La s
es de mi compañía?- pregu
más- respondió Eileen,
tratando de calmar sus emociones. Reconocía el po
rla, mientras que, con el resto del mundo, prefería
le hacia falta que el mafi
l infierno que puedo ser",
a ser el consuelo, el apoyo
ntrar un extraño equilibrio entre sus personalidades opuestas. Ambos se sorprendieron de cómo esa in