desprenderse del nudo de su corbata con tanta desesperación, como si se tratara de un león hambriento frente a una atemor
ando a aquel hombre embelesado por el tamaño de estos. Él no pierde tiempo y de un solo bajón se saca el pantalón, dejando a la vista un boxer blanco que se amolda hermosamente hasta la parte baja de su entrepierna, lo cual me roba el aliento, hace que pierda el susto y
á conteniendo las ganas de enloquecer con mi cuerpo. Se detiene frente a mí y lleva las puntas de sus dedos sobre mis hombros, luego baja deslizándolos lentamente hasta navegar
-alaga sin apartar la vista
ído y adentro mis pulgares bajo el elástico de su b
spero acostada mientras le veo gatear hacia mí. Cuando ya lo tengo sobre mí, me agarra de l
s labios-, en especial porque la que traías puesta
abios entre mis dientes y, al lograrlo, muerdo su labi
res la primera ranita dor
e ranita dorada,
engua bajan desde mi cuello hasta mis hombros, sigue avanzando hasta llegar a mis pechos y permanece ahí chupando alrededor de mis pezones. Deja libre mi otra mano para usar la suya sobre mi humedecida zona íntima, sus dedos alcanzan un ritmo exquisito, una fricción casi nula
saboreado de esa manera». No p
lado. Aún acostada en la cama, contemplo el momento exacto en que se quita el boxer, abre el envoltorio
ita forrada; sus brazos cruzan bajo mis rodillas y me abre para da
s, eres basta
bastante, tanto que hasta ha tardado un p
s que me ha traído Murgos, l
i este tipo se caya? Está baja
entre jadeos-. De pron
o podré relajarme -res
eras para darme vuelta y ponerme en cuatro. Vuelve a penetrarme, con sus man
y luego baja de la cama. Me quedo sentada en el colchón y me le que
y sin decir una sola palabra. Ni siquiera gira a ver cómo me dejó sobre la cama. Me hace sentir un poco
mesita de noche, saca su billetera del pantalón y lanza un fajo de di
. No hay propina..
r sus servi
ción de que le ha h
sos aun estando desnuda y desde la entrada de la rec
dejado
na, no sé por cuanto tiempo está reservada la suite. Aquel hombre ha d
anto tiempo ha sido reservada la suite. El recepcionista me confirma que la suite
pero si una noche en
alidez de la suite y de una copa de champán mientras contemplo la belleza del
a en la enorme suite d
universidad. Un mes más buscando empleo, porque tengo claro el hecho de que todos los meses se s
e no pagar parte de mi deuda dentro de quince días, por tal razón se me hace difícil concentrarme en mi clase de ingeniería económica
ás para escuchar lo que tenga por decirme
sorprendernos, esta mañana lle
iene a hacer aquí es a p
ozco mucho de él ni tampoco hemos cruzado palabras -y espero no hacerlo-, lo único que sé de él es que es un estúpido engreído y que v
buscarlo con la mirada-, ni siquiera está prestando
stá utilizando un bolígrafo de tinta negra; no puedo negar que es un
s nosotras, mejor prestem
acteriza la oscuridad de su lacio y abundante cabello, no puedo negar que también me interesó aquel lujo en el que vive, pero fue el verde y frío pant
mo para querer estar en su mismo mundo. Giovanni Paussini no es de buscarle el habla a las personas, las personas lo buscan a él, jamás deja que los demás sepan de sus calificaciones, pero lo
mos del campus y caminamos por los jardines de la universidad rumbo a los estaciona
igación al profesor de mercadeo -dice Danna llevándose l
s, ella sabe que detest
ve. Yo t
do esperarla sentada en una banca que está bajo la sombr
los temas que vendrán en el examen de mañana. No pasa ni un minuto, cuando
rme en rectoría que eres la studentessa de negocios con mayor índice -informa con suma seriedad, con aquel acento
ad es el segundo universitar