ridad d
nuestro cuarto de los trebejos, para dejarle espacio a Fabiola, mi esposa, que recibía la visita de sus tres amigas, ten
n desperdigado geográficamente por los matrimonios y actividad profesional, una vivía en Buenos Aires, otra vivía en La Plata
a cafetera eléctrica que tenemos allí no funcionó, por lo que decidí ir a la cocina para servirme una taza del café que con seguridad, habían preparado las chicas. Ya a
Gloria, no hay nada más di
con una buena poronga, cuando de pasarla bien se tr
robarlo te das cuenta que hay varias formas de hacerlo y sazonarlo y también de comerlo. El miembro es ingrediente necesario y siempre, o casi siempre no
olviera con mi taza de café al fondo del jardín, pero más p
e llamas sazón masculina? ¿Juan Gabriel está bien
no, con un desabrido, desabrido no... ni con un taxi-boy... me acostaría, por más que persevere no lograría calentarme... por eso te digo que el miembr
ornada la cabeza y nunca había percibido nada en
r nada de provecho para mi trabajo. Lo intenté unos pocos minutos hasta que cedí a la id
de escuchar el timbre cuando estábamos en el fondo del jardín y ahora servía a mis intereses. Apreté el botón de encendido y me senté a escuchar, cuidando de no hacer ruido alguno para no delatarme. La conversación
ponen a 1.000 y te hacen el amor como te gusta... o mejor, conta
o tengo experiencias a pasto!
te concediste? ¿Ehh?
iel... dos veces con el primero, una con el segundo y cinco con el tercero;
acotaciones, por lo que c
Hasta que un día cedí al asedio y estuvimos juntos unas tres horas. Me supo llevar, con tacto, delicadeza y dulzura me hizo superar el embarazo y la vergüenza del estreno. Me excitó a tal punto que mi cachucha hervía, si demoraba un rato más, le hubiera suplicado que me lo hiciera. Cogimos largos y deliciosos minutos hasta que exploté en un orgasmo hermoso
ve que tocaste el cielo con las manos. ¿qué pasó que
ctativa pero fue la otra cara de la medalla, mal mal no estuvo pero sentí como que él había
bola una sola vez, como fue?
hablábamos; por dos semanas estuvimos peleados. El tipo detectó mi malestar, me trabajó la bronca con delicadeza y astucia y consiguió calentarme, pero en el hotel me duché primero y me senté en la cama a esperarlo; él salió del baño,
Riky, que te encantó al principio, cortaste en la segunda vuelta, ¿q
ués que yo, cruzábamos miradas pero si el asiento a mi lado estaba libre él no se sentaba conmigo. Nuestros destinos eran dos edificios prácticamente contiguos en la calle Perú casi esquina Belgrano, por lo que descendíamos en la misma esquina. Un día nublado, apenas bajamos de la combi, esper
os amigando un poco más cada día. No era hermoso, era lindo, atlético y conversador ingenioso. Unos 45 días después de
de una o te hiciste roga
la g y mientras respondía "¡me encantaría!" le apreté la mano pa
e clarito que querías
e pasé la mañana pensando en la cita, dudando entre ir o no ir, me proponía ir pero no dejar que la cosa avanzara más allá de la mesa. Enseguida sentía que querí
bida, la decoración, el movimiento de gente y en otros temas tan interesantes como esos. El juego que nos convocó al restaurante comenzó una vez
el, cercano, a la salida del
snudo, sus brazos, hombros, con las yemas de los dedos. Pude percibir cómo subía la temperatura de mi piel y la suya con las caricias. Creo que me mordía los labios y por momentos cerraba los ojos. Quería actuar con delicadeza, mostrarme como
ugó con mis pezones excitados acariciándolos y besándolos. Cuando encaró mi bombacha ya estaba enardecido, me acarició y con voz enronquecida, atravesada, susurró: "¡qué delicia! Estas contenta ehh" Me empujó de espaldas sobre la cama, se puso el
, empujé casi con desesperación, estaba desenfrenada, anhelante, ávida del éxtasis de la piel junto a
sta que sus movimientos, y con los suyos los míos, se aceleraron y creció su ímpetu, anticipando el clímax...Un «síiiii...» prolongado y un profundo suspiro me anunciaron que h
íntimos posteriores, Marcelo, a juzgar por el catálogo de gemidos y
nado. Con razón prolongaste tan buena diversión teniendo sexo con
ue tu aventura se terminó hace
nder. Pareció que buscaba las palabras adecu
on Marcelo. A la mañana del sábado tomé conciencia plena de lo que me estaba ocurriendo. Como no me concibo compartida por dos hombres, supe que tenía que optar por uno pero, al sólo pensar de separarme de Juan Gabriel, sentí el pecho oprimido como por una mano gigante. Lo amo, lo tengo metido en mi corazón y en la cabeza. Además el sexo con mi Juan Gabriel, un
con Marcelo. El martes me esperó a la salida del medio día y le dije que había terminado con él. Costó pe
dibles, sobre la irreversibilidad de la decisión. Al fin y al cabo,
esiones. Yo estoy convencido que los humanos no decidimos sentir algo por alguien, que el reclamo de la carne, es algo que pasa y no algo que se hace y que sería c
cción que se me antojó fuera de lo común, descomunal y le hice el amor
z, te hizo el amor má
rplejidad e intriga, como si se preg
y si agregar palabra, sólo un beso fug