ítu
librería y me recosté en la cama para leer. Abrir la tapa que era gruesa y de un material parecido al cuero, aunque un poco más suave
la cual no hubiera po
. A pesar de eso, seguí leyendo porque me pareció bastante interesante, ya que el autor, que por cierto era anónimo, utilizó un lugar que me daba
ormes montañas, también narró sobre los inviernos colmados de nieve blanca, que tapaba el techo de su casa, otro de los detalles que men
uela a mi puerta y mi le
sobre la cama junto a los demás. Ella entró lent
untas un delicioso pastel de carne que era el especial de mi abuela, luego de eso ella se d
ina, tú ve a descansar-le dije y ella, a pesar de que q
un tierno beso en la frente-No te duermas
ugar se podía ver el patio de la casa que conectaba con el bosque, el cristal estaba empañado por el frío, sin em
ue causaba escalofríos, la cual no era humana y pasó tan rápido que me dejó perpleja, me costó reaccionar por la sorpresa, pero cuando lo hice, corrí a la ventana para asomarme y ver
a entrar a la casa. Quizás yo era una loca que imaginaba cosas, pero podía jurar que se trataba de algo como ¿un perro?... No
ida eso, por ese tipo de cosas la gente termina en
temente cuerda como para estar imaginando cosas, quizás el viaje fue muy agotador y aú
aba una música de fondo instrumental con los audífonos, poco a poco m
te me levanté de la cama. Lo último que recordaba era haberme dormido, pero ahora me hallaba en medio de ese frío y tenebroso lugar, buscando esa voz, mis ojos recorrieron la neblina ha
a drástica tomando apariencia de un sabueso gigante, hasta que por el aullido ensordecedor supe que se trataba de un lobo, no obstante, a pesar de q
anos a las orejas haciendo un gesto de aturdimiento, y al le
a, miré a mi alrededor dándome cuenta de que seguía en la cama. Eso me alivió,
me pegué al teléfono buscando información sobre Telluride, necesitaba saber si había algo f
preguntas, ya que ella tenía en otras cosas que pensar, el abuelo apenas llevaba un día de fallecido
alegré, no sé por qué, pero al parecer le estaba to
paranoi
lex
ta en las redes más extrañas del Internet, no logré nada, al pare
que tran
ns
ho de que eso quería decir que me estaba volviendo loca,
uela cumplió con lo prometido preparando mis panqueques
rido para ti, así que si quieres puedes quedarte en casa-comentó y la verdad es que a pesar de q
puedo ir contigo si quier
o me tomará 20 minutos en coche-dijo y esa fue su última palab
*
cada centímetro del lugar, incluso me atreví a husmear el álbum de fotos de los abuelos, sentada en el sofá de la sala. Pasaba la
los del día del funeral, todos posaban abrazados, incluyendo al abuelo llevándome a la incógnita de la identidad y cerca
uendoso atrajo mi atención. Parecía algo como un quejido, ento
e y mientras caminaba las hojas caídas de los árboles en la tierra crujían. El quejido cesó, haciendo más difícil para mí po
cuchillo frente a mí con firmeza y seguí avanzando mientras sentía que mi pecho palpit
on voz temblorosa, pero solo
rodeé el arbusto para poder saber de qué se trataba, pero al c
o podía empeorar todo. Aquél sujeto agonizaba en el suelo, su pecho subía y bajaba débilmente, ni siquiera podía apreciar bien su rostro porque tenía el cabello pegado mezclado con sangre.
estúpida, ¿Estás bien? ¿De verda
no estaba bien, de hecho se veía bastante mal
nutos llegar a casa del vecino y en ese tiempo ese chico moriría, la otra parte mala era que la abuela se había llevado
ba bien. Estiré mi mano para tocar su brazo, la cual estaba temblando como perro rec
la
edo casi lo tocaba cuando él en un
ué el cuchillo, pero con su otra mano libre sostuvo mi muñeca, ahora me encontraba a mer