ando por fin pude situarme y reconocer donde me encontraba, me di cuenta de que estaba en el porche de mi casa. Me había quedado dormida e
s condiciones?- me gritó mi marido
que me duel
a bien fuerte para que te duela de verdad!- me seguía gritando haciendo gestos exagerados para dar a notar su gran enfado. Par
abía el agua, fue una sensación horrible. Rober me miraba y se reía de mí; me dejó bien claro que se divertía demasiado con mi sufrimiento. Menos mal que después de ducharme me acompa
era ya por la tarde. Tenía una resaca terr
ándose- ¿Te duele la cabeza?- me preguntó y yo asentí, entonce
o tengo costumbre de beber por eso
o de que te beberías anoche ha
a menudo no me pasaría esto, pero co
con mis colegas un rato. Esta noche nos vemos- me d
ándole el dedo, mientras mi
eaños, decía que iba a ser chef cuando fuera mayor, así que al menos pude estar sentada mientras él cocinaba platos imaginarios para mí. Mi hijo Mari
hizo pasar por mi marido para espantar a aquel tío baboso, en ese momento, Álvaro me pareció tan varonil, tan sensual, me sentí incluso algo exc
ramos besado. Me imaginaba con él en el cuarto de baño de aquel bar, besándonos con pasión excitados por el riesgo a ser descubiertos por alguien de los allí presentes. También imaginé lo que habría ocurrido si al salir del baño nos hubiéramos dado cuenta de q
etió en la cama más tarde y yo me hice la dormida por si acaso tenía ganas de que m
ba nerviosa porque no sabía cómo actuar con él, tampoco sabía si él también habría pensado en mí, aunque esperaba que sí.
ara Álvaro. Me ricé el pelo con el rizador, me rocié entera con mi perfume favorito y me puse ba
gar a la par que nerviosa porque sabía que por fin iba a volver a ver a Álvaro, había espera