eguida se acercó a burlarse de mi apariencia, que ingenua fui a
ible, pobrecita no sé en qué pensabas al estudiar aquí, la verdad tuve que contener las ganas de llorar, no pensé que aún me podrían afectar tanto sus palabras hirientes, fue como
is esfuerzos así que no permitiré
con los años habías madurado,
tona hablarme así, acaso no s
no directo a mi cara, yo ya me había preparado para recibir su cachetada, entonces cerré los ojos y esperé a sentir el dolor, c
imada de siempre. Al abrir los ojos instintivamente me aleje de aquel apuesto chico que me había salvado de recibir la cachetada que ya estaba resignada a recibir, era tan a
s que agradecer era lo que debía hacer, detesto las injusticias y mientras decía eso miro fríamente a Rosario quien roja de vergüenza y enojo por no haber logrado humillarme chillo como una niña malcriada y maldiciéndome no dejaba de decir que esto no había terminado aquí que no