proteger a los suyos. Era un italiano de unos treinta años que vivía del vino y los olivos. Había crecido en una de las ciudades más hermosas de todas, la Tosca
en camino a una gran villa con múltiples casas. A Marcelo siempre le fascinó la vida de la gran y hermosa Toscana. Cada montaña, cada ciprés, cada monumento histórico del lugar servían para que el niño de cabellos rizado
icadeza con la que las tomaban eran parte fundamental de todo el procedimiento de la elaboración de vinos. Amaba beber vino, creía que era una bebida sofisticada y jugaba un papel exquisito en cada noche sirviendo de
igene y tercero degustar, dejar que el vino moje sus labios como si fuese un corto pero dulce beso en los labios. Así que hoy en día era uno de los catadores más exigentes de la ciudad. Siemp
ero le era imposible y eso le estaba dando mala fama. Su expresión seria y de pocos amigos se había encargado de dar una imagen errónea sobre él. Sí, era un hombre serio e imponente, bastante ser
o de los olivos y espero que, como mano derech
Marcelo estuvo mal. Estaba descontrolado y Francesco llegó a su vida para jugar el papel de hermano con él. Aunque no todo fue color de rosa, ¿entre hermanos que puede ser col
s días ya que sabes como son éstos días y si queremos que todo esté bien lo vi muy bien hacerlo. Espero que n
uniques. No quiero tenerlos trabajando por dí
e colindan con la villa del sur?- preguntó Francesco juntando sus dedos índice y
uro que me veo a punto de desgarrarle
exquisitas. Y no era que las del terreno de Marcelo no lo fueran pero esas eran de un sabor inigualable. Una noche, hace mucho, Marcelo había probado unas uvas de un árbol que estaba en el terreno de Luka, cerca de
r de su
cuarenta años, en un simple mercado. Marcelo envidiaba el como Marena se desvivía por Luka, en como sacrificó su esbelta figura para darle cinco hermosos hijos. Él que
aceptará el billetaje que le h
o me veré obligado a...- habló Marcelo con el
mucho tiempo y nuestra familia se siente más segura que nunc
el cielo más único. Su estómago gruñó y decidió bajar con su familia. Era una familia bastante numerosa y vivían en unas villas en el mismo terreno. Su familia empezaba por su querida y adorada abuela, s
no era conveniente vivir en un lugar cerca o prácticamente vivir en un mismo lugar. Habían cuatro villas en los terrenos Bendetti, y Marcelo vivía en la más grande
r eso tenía la habitación más alejada de la casa quedando a extremo opuesto de las habitaciones de ellos. Marcelo era un hombre que, prácticamente, le llovían las mujeres esbeltas de rostros inmaculados pero como el agua de lluvia así mismo desaparecían. Él no esta
tía como una opresión en el pecho cada vez que se acercaba a los viñedos pero aún así se sentía pleno, en calma en ese lugar. Una calma que no había sentido nunca y le fue inquietante.Se acercó a los terrenos que colindan
vas a sus labios y saborearlas la luz
ijo una voz temblorosa trat
si fuese un terremoto sacudiendo a un increíble rascacielos. Una silueta espectacular, aunque sabía que era de una
de allí antes de que la inquilina llame a Luka y le de otro motivo para rechazar
un hombre lobo
nándolo. Hace años su lobo estaba arañando las puertas para salir a la luz y poder estar a plenitud pero Marcelo tenía autocontrol y mientras no hubiese amenaza el lobo no era necesario. Aunque varias veces le era imposible seguir con el autoco
e. Podían ser cazadores y eso era lo último que quería. Tenía que salir de allí aunque parecía que sus pies estaban clavados al césped y una fuerza extremadamente fuerte, además de la de su lobo, lo o