ños de
nchera olvidada por su hijo en el asiento. Suspirando, agarró el objeto y estaba a punto de cerrar la puerta cuando la insistente vibración de su teléfono móvi
Rocco?" cuesti
onaba seria y decidida. "Los franceses está
ada en su rostro. "Estoy en camino. Dejaré a mi hijo en
sara un poco a los franceses cuando, al fon
ora. La respuesta que siguió resonó en
na
ás. Lentamente, se giró sobre sus talones, encontrando una silueta que parecía encajar perfectamente en sus recuerdos
de incertidumbre en su voz, "Hasta hace
stro que él había ansiado ver de nuevo duran
vo que parpadear para asegurarse de que no estaba soñando. Y entonces, frente a él, estaba la mujer que
susurro, como si también tuvier
n instante, todo a su alrededor desapareció y era como si es
abía dejado huellas en sus rasgos. Sus labios carnosos, a punto de formar una sonrisa burlona, mantenían la misma cualidad seductora que siempre lo había atraído. Sus ojos marrones redonde
s corto, cayendo un poco más allá de sus hombros, pero todavía mantenía ese estilo desenfad
o, Vittorio parecía haber mantenido esa presencia magnética que ella recordaba. Sin embargo, había un matiz de diferencia, una matices que añadía un toque de madurez. Tal v
edador, listo para atacar. Esta percepción le envió un escalofrío por la espalda, despertando emociones que había intentado sofocar durante mucho tiempo. La e
pasado seis años, pero la atracción magnética entre ellos no se había debilitado. Si algo, se había fortalecido, volviéndose más palpable. No
tre ellos, cargada de emociones que las palabras no podrían expresar adecuadamente. El mundo
voz susurrando mientras finalment
Seis años de separación desaparecieron en un instante, y él lo supo en lo profundo de su corazó
ión. Por el contrario, sus labios ya se separaban ligeramente, ansiando el inminente contacto. El deseo estaba presente, palpable en
ve y femenina que resonó detrás de Ellis, interr
ontraste la lonche
de Eleonora desencadenó una serie de reacciones. Se acercó a Vittorio, sin darse cuenta de Ellis al principio. Pero cuando finalmente se volvió y
aba llena de tensión. Ellis, por su parte, no pudo evitar soltar u
estaban uno al lado del otro, y dijo con un toque de sarcasmo:
cio, dirigiéndose a Ellis. "Ellis, por favor,
nes complejas. Miró sus manos, donde descansaban los ani
ocultaba el dolor que sentía. Era demasiado para ella lidiar con ese t
rtante de Eleonora. Caminó hacia su coche, sintiendo la necesidad de alejarse, de procesar todo lo qu
erdad detrás de todo esto. Pero, en ese momento, las palabras parecían insuficientes frente a la complejidad de sus historias