seis
estaba sentado en la larga mesa, con sus ojos oscuros fijos en el contrato abierto frente a él. Al otro lado de la mesa
rio. Su atención oscilaba entre las palabras en el papel y el solitario anillo de compromiso con un diaman
recuerdos mientras el metal frío se asentaba en su palma. Lo giró distraído en su dedo, reviviendo la fatídica noche en la que le p
aún más en el tiempo. Recordó cómo los ojos de Ellis brillaban con lágrimas de alegría, la sensación de sus dedos entrelazá
l. La había perdido. La mujer que amaba. La mujer que pensó que estaría a su lado para siempre. Sin emba
acia atrás, haciendo que las patas rasparan en el suelo. Ya no podía soportar estar atra
ocupados. La impaciencia lo corroía. El tiempo se agotaba, y necesitaba arreglar las cosas. Presionó el botón
arecían interminables mientras bajaba piso tras piso. Su mente se aceleraba, reviviendo momentos que
Vittorio se acercó a él, su mirada ex
ittorio no esperaba. Caminó hacia Vittorio y comenzó a habla
el hombre al que orquestó ser falsamente acusado del asesinato de la investigadora de
'se encontró'?" Su voz
ubo una conversación entre ellos y lu
una tormenta de emociones tumultuosas. Miró a Matarazzo con una intensidad que podría haber incendiado el aire entr
o, su voz baja y venenosa.
ituación. Sabía que no había tiempo que perder. Era
los momentos de amor y alegría que compartieron, contrastaba agudamente con la idea de que ella pudiera estar en peligro ahora.
jos por un momento, respirando profundamente, tratando de encontrar una manera de canalizar su furia y preocupación. El re
icentro de un conflicto que él mismo había creado, un conflicto que amenazaba con destruir la frágil paz q
lo delicada que era la situación, pero también entendía la importancia de los c
miso. Necesitamos partir", dijo
cerró de nuevo, como si estuviera reconsiderando sus palabras. La mención del otro compromiso pareció desvanec
te Vittorio, su voz
tuviera tomando a la ligera. Miró a su jefe por un momento, evaluando la situación. F
os elección. Pero usted sabe... no pueden esperar", dijo Rocco con sincerida
enía razón, pero la idea de dejar a Ellis en peligro lo atormentaba. Finalmente, a
a de tensión. "Pero tráigame noti
tos para partir. Mientras se alejaban, Vittorio permaneció inmóvil por un moment