erza el ruedo de su vestido, incapaz de dar un paso para ningún lado. La poca luz que entra por la abertura deja entrever lo som
¿Por qué le sucede
il le absuelva, que la escuche y ordene que la saquen de aquí antes de que la noche caiga, aunque luego
esperanza nace en ella. Ya perdió la cuenta de las horas que lleva en est
la puerta con ambas manos para llamar la atención de quienes se encuentre
imitando su voz y sus mismas palabras. Los
un sollozo ahogado-, necesito c
ontesta de
nza a llorar como nunca antes había llorado en su vida. Ni siquiera su padre, quien siempre la odió desde el momento de
imas rápidamente como si el dueño de esa voz pudiera verla desde las sombras, aunque está segura que se encuentra en la
en pregunta entre sollozo
r a los cuatro vientos -La risa baja de aq
ipo para burlarse de
o que no le importa, señ
me importa. No estaré soporta
rma, segura de sí misma, mientras se sorbe la nariz-. Solo estoy e
na de aquel hombre a
aquí es por algo y créeme que no saldrá hasta haberlo pagado con creces. Es
a da un pequeño paso trata
can desazón y desesperanza en la mente de Adelaide-. Ya se
rará? ¿Qué quis
ativa de aquel hombre. Debería estar ayudándola a buscar u
mohosas, al igual que el techo, por donde se filtran gotas de la humedad del ambiente. Lo único que conecta a esta tumba con el
hará mucha falta, como se imaginará, aquí no tendrá l
odo lo que dice es muy molesto y solo son reflejos de sus limitaciones, no de las mías. Yo no hice nada, soy ino
ivididos por la cortina de ladrillos que les impide verse-. Disculpa si trato de abrirle los ojos ante su desafortunado destino. Soy realista
no le he
Su virtud más predominante no es precisamente
bre. Ha oído muchas cosas de Egil, y por supuesto que nada buenas, pero ella es
a voz del otro lado adivinand
hombre insopo
él sobre su voz-. Mi
Resuella, Adelaide pegando la v
cómo será aquella mujer del otro lado. Conociendo los gustos de Egil, debe ser una de esas jóvenes creídas con vestidos
a, aunque ella sea el nuevo juguete del jefe y é