Dios!, al fin la encuentro, ¿dónde estaba?.–M
onnet, ¿está usted intentando convencerme de qu
Lord?.– pregu
del bazar sin que nadie lo note
ted.– Alexandre apretó la mandíbula.– por cierto, no fue para nada difícil, creí que engañar a un
hibido dejar sola a la princesa durante los
prometo que no volveré a dejar sola a
bservaba a su madre acercarse junto a la marquesa.– le doy mi pala
es mi última palabra.
estricto, sin duda su castigo sería mayor de lo que ella podía imaginar.
itando la mano,– creo que no pu
reconocer que tiene talento para las artes dramát
rar.– comenzó a
esta fingiendo.– di
to, alteza, pero no
ó con preocupación la reina una vez llegó donde el
escándalo!, ¡Es una desvergonzada, perseguir a un hombre como si fuera una mujerzuela!. La reina no sabía la razón de dichos comentarios, y aunque de
nada desde la mañana, sumado el estrés y el calor, llevó a que su cuerpo reaccionará de esa forma. Se sentía sin fuerzas, No podía mantenerse má
do pequeños golpecitos en su mejilla
linó hacia Su hija, –Alice, querida, rea
aglomerarse, para poder mir
bía quedado pasmada,–Señorita Bonnet, reaccione por favor, necesito su ayuda.– María parpadeo varias veces,
ngustia por no saber lo que le ocur
–no llore, seguro fue un colapso debido a
as criadas. Por otro lado, María buscaba desesperadamente al señor Dubois, doctor muy reconocido en la alta so
is.– dijo casi sin
Qué ocurre?.– p
esa.– logró
eguntó, esta vez con gran preocupa
esmayo, se v
umpió el señor Dubois,
ó María hacía la
vame hasta donde
a multitud no le permitía hacer bien su trabajo. Alexandre tomó entre sus brazos a Alice y la llevó hasta el carruaje real, una vez salieron del bazar, la princesa comenzó a reaccionar, eso le d
aban cizaña en los presentes. ¿un desmayó?, ¡Que escándalo!.pronto corrió la voz por todo el bazar sobre
n donde se llevaban acabo las reuniones privadas del rey. Alexandre le informaba al rey sob
ón la entrada de su padre. Sabe Dios que tipo de castigo le daría, recordó la vez qu
ntía ni una pizca de arrepentimiento, sin embargo, lamentaría que por ello fuera enviada a Londres y por lo tanto alejada de su madre y María. Reflexionó por un instante y s
me estás mareando.–dijo María, que observaba a
l menos no hasta saber lo que
esperanza que guardaba la princesa de que Alexan
empezar a imaginar una vida lejos de aquí.– María la miró sin compren
erta de la habit
on que ponerse en pie cuando vieron al rey entrar
poder resistirse a poner más
do. Alice no sabía a ciencia a cierta lo que ocurría con su padre,
a no podía pronunciar una palabra,– Eh... lo sie
oque de simpatía. Y eso sorprendió aún más a A
as.– m
a informado sobre t
ucho,– inter
amente hizo una señal indi
ulpas?,– preguntó
ría decir, pero no tuvo éxito,– Yo... Yo... Lamentó lo ocurrido.
rir un desmayo?– pregu
exandre y de Alexandre a su padre.–creo
lgo que puedas contro
la, miró a Alexandre buscando ente
canses, fue un dí
noche.– se despidió y sin decir
, Alteza.– d
.. ¿Q
errumpió guiñando un ojo, –S
hes, Lord.–
tación, dejando a Alice y
la noche pensando, y buscando respuestas a todas la p
no le informó al rey sobre todo lo ocurrido.–
odía ser verdad, se supone que Alexandre era un homb
de ser.
n una sonrisa.–Después de todo Lord Fon
¿Y ahora qué?, ¿estaría en deuda con Lord Fontaine?, se preguntó mentalmente,
todo bien.– le sugirió sentarse
o!, ¿Alice, no tienes orgullo o qué?, se volvió a preguntar,–No, por lo visto no.– respondió de nuevo en voz alta. María ya se estaba asustando. No era la primera vez que Alice sostenía una c
de que hablas exactamente?.– pr
algo, pero en ese mismo insta
escansar, ¿no lo
s lo mejor.–
.– habló Alice muy bajo, tan bajo que Ma
el trato, portarse con excelencia, y llevársela bien con Alexandre. Imaginar la cara de satisfacción que pondría
estaba segura de que ese hubiera sido el castigo; sin embargo, su orgullo no le permitía aceptar con agrado el
rincesa, y lo que miró fue sorprendente, Alice se enc
.– dijo Marí
an sobre su cara.–¿Me puedes ayudar con esto?.– Alice nunca había sido buena
. Guardó silencio por un momento mientras peinaba la larga cabellera
e sorprende tanto
esfuerzo para conseguirlo.– dijo con una sonrisa.–Estoy muy orgullosa de ti,
anoche no s
do.– dijo Mar
iempre tengo que
igues escapando de tu habitación.
sigues sorprendiendo.– respondió con tranquilidad,
cionante
sigas arriesgando tanto
hora debo hacerlo mucho m
ces, ahora debo hacerlo mucho
noces digo cosas sin pensar
estés metiendo
o de persona que gusta meterse en
ta meterte en problemas.
econozco que doy algunos problemas, pero nada grave. Ademas si no fuera una
do con la cabeza. Finalmente, ultimó d
o ir a buscar a Lord Fontaine.– A Maria se
que no querías ni siqu
claró la garganta,– Pero tengo u
¿verdad?.– Maria se puso
S
lo que hizo.–
quiero hacerle algunas pr
que te a
necesitar que vi
dijo María
er que Fontaine no le haya dicho nada sobre...– bajó la voz, temía que su padre estuviera vigil
?.– Preguntó María
des tengas oídos.–
do alrededor.–¡Oh!, ya lo entiend
te y yo iré hacer la mía.– M
mirada se dirigieron hacia direcciones opuestas. Alice hacia la habit
Alexandre dió un sobresalto cuando escuchó abrir la puerta, Había terminado de vesti
ombro, pero a la vez mo
aine, gracias por su sa
de esa forma, ¿Sabe lo que estaba haciendo?.– p
rada fuerte de Alexandre le dijo que no esper
abado de... olvídelo.– intentó controlar su furia,– Alteza,– dijo en un ton
ré de aquí, necesito hablar con usted.– dijo
erlo cuan
die escuche nuestra conversación.– Susurr
ensar que no tiene oídos en
que confía en u
uien se entera de que está aquí, en mi habitación?.– dijo él, dando la impresión, por su
ar con usted.– dijo en un tono relajado, que a él le sorprendía. ¿Cómo podía estar tan tranquila?, si alguie
puedo
estar aquí en su habitación?.– Él se limitó
el único adulto respo
n hace de mi una niña i
emás, tengo veintitrés y
iferencia de edad es muy
marcharía sin antes hablar con él, así que lo mejor era hacerlo rápido, ant
en una silla que estaba cerca y se pus
ucho,–
le dijo a mi padr
lida del bazar, si es e
correcto era
o él, pasado la m
izo lo correcto, Lord?.– p
se momento ni siquiera él sabía la razón por
bló Alexandre,–Usted
ella,–y usted no
que el cuello se le estiraba como si estuvieran
vidente de que si l
isión mu
e que haya sido sa
e es que no estoy en problemas, ¿no lo cree?.– dijo ell
ue le oculté una parte de la historia?.– preguntó é
pe. Será nuestro secreto, prometo no decírselo a nadie.– Alexandre la miró c
pensado cuando decidí encubrir lo que hizo.
que pensaba en m
ado unos surcos que le daban una expresión du
dijo él,– Ahora espero cumpla su p
a, la mirada más dura que había visto.– ¡ah, si!, esa parte
cuerde, Alteza.– di
a, y esa mirada fue como una daga filosa.–
que hemos
ta. Alexandre hizo una señal de silen
– preguntó,
lar con usted ahora mismo.– dijo un hombre, pa
aron congelados. ¡que Dio
un momento, estoy terminando
estaba haciendo antes de que ella invadiera su habitación
n su despacho.– dijo el hombr
ó.– dijo
cesa, mientras ella permanecía inmóvil,– voy a salir,– Susurró–usted espere unos mi
, estaba furioso, muy furioso por lo que Alice había hecho; pero estaba aún mas furioso con
abitación, la puerta volvió a sonar. El soni
guntó entre susurros. Alexandre tomó un respiro y abrió la pu
Bonnet.–
mucho, pe
Alice, detrá
enía sentido seguir fingiendo delante de él. Soltó un suspiro,–Vi al rey dirigirse a su despachó, luego a su mensajero hacia aquí, supuse que el rey lo había enviado
– Y No te preocupes, Él no se ha enterado de q
stá en problemas, aún.–
!.– dijo María u
l, saliendo de la habitación.–Tengan cuidado
debe estar pensado lo peor
a pensar en nada que no sea la razón por l
razón?.–preguntó Ma
Alice, sujeta
se haya dado
digas ni en broma.–Maria tragó saliva, de las
el despacho de
metido en un problema muy grande. Todavía había tiempo para escapar, ¿no?, pensó, miró alrededor, aún cuando estaba claro de que así no encontraría ninguna solución a su problema, ne
o real fue que el día, no se iba desarrollando de la mejor manera
r de buen humor, además no estaba solo en el salón. Estaban ahí su padre, su madre, la reina, el me
de toda su vida. No era que considerará al rey, a la reina, o a sus padres,
amente guardo silencio, casi siempre daba buen resultado, y en ese momento n
ente intentaba controlar la rabia,– Le
na reverencia.– caballeros.– saludo con un leve gesto, al mensajero y a los guardias.–Majestad,– se volvió hacia
siento por favor.– le dijo señala
aban todos reunidos, pero en sus pensamientos aún estaba
tivo de esta reunión?.– Alexa
e hablar.–
cupando, ¿Qué sucede?.–
e se asombró, pero a la vez se sintió aliviado, por un momento pensó que está en problemas
e o una mujer?.– preguntó para inte
y.– Le he pedido al general
a ciudad este tipo de cosas. Es decir, algunos, por no decir que la mayoría de los que ahí residen son
a a ese tema. Lo que el joven decía era verdad
adáveres.– Alexandre abrió los ojos asombrado por la cifra.–Según investigaciones del general Fraser, lo
tante extraño.
dijo Louis. Alexandre volv
lguna idea de lo
tido algunos pensamientos con el rey
or la han venido?.–
rmó mediante una carta lo que ocurría, así que qui
ó unos minutos en
muy inteligente, y audaz.– habló el r
rumpió con
su madre, se ve
interrumpir.– se di
s ninguna razón para p
y tratar de averiguar lo que sucede. Estoy seguro de que con su audacia lo conseguirá, además dudo mucho q
es, podríamos encargarle esa misión a un militar de la frontera, pero confío e
o único hijo a la boca del lobo sin tener l
preocuparte.– dijo Ale
lugar.– dijo angustiada,– mírate,– lo señaló,– hasta un c
dre
igió a la marquesa.–Lord Alexandre, usted tiene la ultima palabra. Yo, al igual que su padre confío en
gran angustia a su madre. Pero debía hacerlo, el rey y su padre confiaban en él, además desde qu
n le había puesto una mano sob
ar, y siempre estaré orgulloso de ti.– A
lexandre con gra
ue el rey había puesto en él, y s
do contener
nto en que lo cargo entre sus brazos, él se había convertido en su motor para vivir, él era su mayor alegría, y no es que no fuera feliz con
besó su mejilla. Se volvió hacia el rey.– Majestad, No lo defra