hace un año que me instale en esta pequeña ciudad lejos de las grandes urbes, solo Dios sabe cuán difícil me fue empezar desde cero sola sin un centavo en la bolsa y l
una mujer demente que se ha escapado de prisión o que se ha robado a un niño, me siento como si hubiera hecho lo segundo. El auto pasa de largo, me levanto tomo mi bolsa y me marcho de la tranquilidad que me p
traje me detiene, tiene unas gafas y un cable que sale de
nado el auto paso frente a mí, negro y con los cristales po
ro" y detrás de mi hay otros dos hombres, ni siquiera se cuando me rodearo
oque bullicios, el señor Sanlúcar s
as piernas como gelatinas y el corazón a nada de salir de mi pecho como las lágrimas que se acumulan en
tro. Uno de ellos la recoge la dobla y sube a la cajuela mientras me van acercando al auto, la puerta se abre
is mese
iempre me decía que su situación económica estaba empeorando, y yo comprendía que eso era lo que siempre lo ponía de muy mal humor. Pero por qué siempre se
quedaban inalcanzables, pero una buena tela y un buen corte siempre podrían sacar del aprieto a cualquiera en m
aunque me aplasta sus palabras como a una mariposa que le cortan las alas, -¿Quieres que todos se burlen de mí. Quiere que todos murmuren de ti? ¿Dónde quedo la mujer de la que me enamore? ¡ah! ¿
cto amoroso y habían sido ya los peores seis mees de mi vida pero cada mes era más violento y más intolerante. No sé porque dure tanto tiempo viviendo
ocosa. Mi vestido tenía un escote más recatado y el largo era a la mitad de las pantorrillas, n
sombra monstruosa que se comía mi energía y la seguridad en mí misma. -Ya no me provocas nada. Sabes que e
omprensión. Cuando firme el acta la vida y su mirada me cambio para siempre, a seis meses estaba tan destruida; casualmente casi nadie acudió a nuestra boda, amigos de Vicenzo llenaron el salón, hombres importantes. Y yo era la más feliz en ese mo
a cama sin más. El movimiento del colchón y el jaloneo de las sábanas me informo que había ll
la encontraba siempre sucia aunque todo estuviera en su lugar, y sobre los muebles sin que encontrar una sola pizca de polvo
i padre, apenas puse un pie en casa me
ando sus paredes, estaba casi vacío. Vicenzo estaba ebrio, y yo sentí más miedo que nunca, se levantó como una sombra oscura y su ropa t
llamo esta mañana me pregunto cómo estaba y me invito a
r aquí cuand
í, deje preparada la comida as
estallido de los cristales contra el piso -Para eso estas tú, -se
cho que estuv
boca como antes, no pude resistirme el amor que sentía por ese Vicenzo aún seguía en mi interior
pronto sin su afectos. Rasgo mi ropa, agradecida estaba por que esa blusa de cuello de tortuga que
pero el hombre que me amaba había vuelto. No dormimos en casi toda la noche, recorriéndonos con ansias. Be
rreglé como a él le gustaba con colores pasteles y ropa que no había estrenado, me puse un conjunto una blusa de tirantes que mostraba un poco mis pechos. Y buena parte de mi espalda, por el escote en V, y una falda a tablas
- me rodeo por la cintu
con voz sensual, busqu
-le dio un tirón a la blusa rasgá
a y dejándome en ropa interior jalo los trozos de tela -Este conjunto me
bien ese día, el corazón se hizo añicos, y aun en ese momento me pregunté cómo era posible que lo amara y seguía deseando que él s
n decente. -me recorrido con la mirada, se lo que paso por su mente, deseaba poseerme hacer
tas. Su carácter era claro indicio de un problema de salud y fuerte descontrol de sus sentimiento. Yo estaba en la mejor disposición de que esto se