- Gracias - se acercó -, no tuve tiempo de agradecerte. Retrocedí dos pasos. - No es necesario, está bien, me gradué para esto, para ayudar a la gente. Con unos cuantos pasos más, se acercó nuev
para poder regresar pronto al hospital. Y con lágrimas en los ojos me despedí. Un auto negro se detuvo a nuestro lado y de él se bajó el Doctor Bertoni, caminando hacia nosotros, tomando las cestas de mis manos y metiéndolas dentro del auto. Sus ojos estaban muy abiertos, como los míos, sin creer lo que estábamos viendo, justo frente a nosotros. - ¿Vamos? - Me asusté cuando me tomó de la mano y me arrastró hacia el auto, cerrando la puerta conmigo adentro. Ni siquiera tuve tiempo de protestar. Entró enseguida y se puso en marcha. -¿Qué fue todo eso? - Lo miré con incredulidad después de que atravesamos las puertas. -Vine a buscarte, me preguntó Alejandro. Lo miré con recelo. - No hay de qué preocuparse, hazle saber que estoy bien y cooperaré con la policía, te juro que no daré entrevistas ni demandaré al hospital. Me miró rápidamente, asombrado, antes de volver a mirar la pista. - ¿Crees que por eso te llevé? Asenti. - Sí, me acabas de decir que estás aquí por petición del director del hospital. ¿Qué debería pensar? Él simplemente sonrió. - ¿Dije algo gracioso? - Me apreté el cinturón, todavía me dolía la cabeza. - No lo dijo, pero sí, de hecho me preguntó. Pero lo hice porque quería, ¿dónde vives realmente? Saqué mi celular de mi bolso y escribí mi dirección en la pantalla. Miró con calma la dirección antes de fruncir el ceño. - ¿Algún problema? Pregunté, preocupada. -No hay problema, lo siento. Lo vi tensarse. -Vamos, puedes hablar. ¿Tienes problemas con el barrio? El nego. - No el barrio, sino el barrio. ¿Vives en el mismo barrio que Salvani? Confirmé. -Moro, ¿por qué? -Entonces... ¿qué son ustedes dos exactamente? Tu pregunta invadió mi privacidad en diez idiomas diferentes. Santo cielo. ¿Es serio que tenga que darle este tipo de satisfacción en mi vida a alguien? Resoplé irritadamente. - No tenemos ninguna relación, doctor, él simplemente me atendió en el hospital, tal como lo hizo usted. - Le señalé, antes de girar mi cuerpo hacia la ventana y ver los autos pasar a nuestro alrededor. Me hacía sentir completamente incómodo tener que explicarle a alguien mi antigua relación con Juan, ya que siempre la había mantenido en secreto. El silencio reinó dentro del auto por unos segundos, hasta que rompió el ambiente. - Lo siento, mi pregunta fue demasiado invasiva, pero tenía curiosidad por saber. Lo miré, ya molesto. - ¿Por qué? - Arqueé una ceja. - ¿Qué? Me crucé de brazos, llena de odio. - ¿Por qué quieres saber de mi relación con Sal