de M
cio
zo,
0 ho
puedes pr
ría a pesar de ello, a ningún otro capaz de proteger a su hija más pequeña como yo. Se escuchaba como una orden
n la mía. Vivía prendado de la
ían sido parte de mis fantasías con la princesa y desde luego ella...mi dulce y hermosa criatura no sabía cuanto ansiaba morder su boca, amarrar sus manos a las mías pa
a pero...a su vez no había nadie más poderoso y peligroso que yo para cumplir con la tarea de ocultar a la princesa. Ningún enemigo de nadie se atrevería a p
mientras esté bajo mi poder -aseguré en medio de l
ía una tarea fácil acatar mis condiciones pero no podía proteger a su
su cuerpo como rehén del mío ni beber de su boca como si fuera el pozo de mis sedientos
mplía su palabra y
ía mi trato con él, sino
masía porque jamás podrás controlar las ganas de po
ntonces empezó el verdadero calvario por cumplir las normas de
que la propia voluntad y no podemos controlar aquello que más deseamos porque en m
o, luego se volve