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Historia
Diez Noches en Dubái

Diez Noches en Dubái

Autor: B.G. Wells
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Capítulo 1 Uno.

Palabras:2529    |    Actualizado en: 14/03/2024

e lo usó una vez para la recepción de invitados a la que nadie fue porque su peor enemigo, Ibrahim decidió hacer una fiesta esa noc

e lo que quiso hacer fue ponerse a la par de este y devolverle el golpe

eso quiere decir, que no obtendría tantas ventas como usualmente p

an, pero si tan solo supieran de lo que e

ía solo, sino con su secretaria, quien lo miraba desde su lugar fuera d

s veces antes de asegurar algo, cosa que era demasiado genial, y que en lo personal, adm

que se instalara en la oficina para poder en

us manos, el cabello rojo recogido con ayuda de una pinza color blanco, una camisa blanca sob

orio y se sentó en la

hat, si se fija en el cronograma que le p

inmediato abre sus ojos al ve

preguntó un tanto agitado, com

e dicho que debe hacer algunas cosas de urgencia esta ma

ojos de su secretaria y to

Myrtle, soy un auténtico desa

ue sé que no leyó lo suficiente como para convencerlos en más tiempo─ fue lo que di

eí demasiado?─ quiso saber é

e con el tiempo que le dedica al gimnasio, también pudiera leer algo

bras, y es que todo lo que había dicho

iniquitar algunos asuntos con quienes fueran sus socios de Iraq. No quería tener mucho que ver con ellos, pero en se

eso, debía de ir vestido como los árabes típicamente acostumbraban, esto con el fin de hacer que la

poco le incomodaba mucho, solo en el ámbito amoroso, en e

niendo ya treinta y dos años de edad. De todos modos, no tenía razones de sobra para querer casarse con una desconocida, ese había sido su más grande error, que le g

y viceversa, llegando a ser una unión digna de captar envidias, ya que en serio las personas solían obsesionarse con las bodas

re todo porque las mujeres allí no eran para nada su prototipo de mujer, la mayoría solo eran sumisas que ni siquiera se atrev

n el cual daría una muy importante hacia sus aliados que daría el

lámina donde se exponían las diapositivas. Myrtle estaba allí para ayudarle a pasar cada ima

staba en construcción, no solo física, sino también de manera ideológica, y ese era su trabajo principal, hacerle creer a la gente que e

vista de igual forma para la aprobación de dicho contrato, que no era nada más y nada

l tema principal y otras directo al grano, y con eso, pudieron finalmente hacer las pases con los compañeros de Iraq, quienes no parecían ser muy amigables desde un principio, pero con u

anonadada por lo que este hombre era capaz de hacer, y no porque fuera algo extraordinario, pero para su persona, to

algunos temas en general, todo se volvía mucho más interesante, comenzando a discu

por lo que continuó hablando con los jefes sobre aquello que querían pactar para ir mejorando no solo la relació

ra la que volvía a estar junto a su jefe. Ambos subieron al el

e pudieron pensar fue mirarse discretamente. Myrtle porque parecía interesada en él de alguna manera, y Adib s

decidieron ir hasta la oficina, siendo que el homb

para trabajar en otras cosas por adelantar y luego de dos

ía pendientes por responder, sino también todo lo que tenía por hacer, ya que su secretaria

sto le ayudaba en demasía a continuar con lo que sería cada jornada de trabajo, y a

a tenía su encuentro, cosa que lo dejó sorprendido, ya que pensaba que solo había revi

hat, solo porque le tengo compasión y sé que está siempre lleno de trabajo─ di

omento, de modo que no había nada malo en ello más que sol

ar trabajo acumulado, pero a veces es complicado combinar la vida política con la empre

se un poco más a la mesa de escritorio ─Si me permite, sería del agrado de su madre que le llevara frutos secos mixtos, ya sabe,

inaría desheredado, pero sé que mi madre no podría hacerle tal c

pero en serio debían esforzarse en no hacer molestar a la madre de Adib, quien siempre estaba con un humor de perr

sto de trabajo, no sin antes echarle una mirada a su jefe que le recorriera entero, casi como un escáner,

en el auto abajo esperándolo para continuar con el recorrido hasta la cafetería

que quisieran comer, de manera que no había nada r

curnia, y de cierto modo así era, así que tomaron una mesa de las que quedaban en la terraza d

lo que pedían a ver si los anotaban como personas importantes o no. Ellos estaban en la lista, por supuesto, pero

a ellos y le pidieron un autógrafo al hombre, quien se los dio con gusto

dentro de su comunidad para representar a una minoría fuera del país, por ejemplo, y eso era algo que tenía mucho valor de por sí para las personas, sie

cómo a su hijo casi se lo comían con la mirada, y no

anera? Tampoco eres sultán─ dijo ella, con cierto veneno

tuvo que tragar con fuerza y pasar a hablar d

mos algo de que hablar... Se tr

? No me digas que no l

nciar nada hasta que el emir de su a

do la servilleta en su mano

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