img El alfa prisionero  /  Capítulo 2 2 | 2.25%
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Historia

Capítulo 2 2

Palabras:1973    |    Actualizado en: 06/04/2024

te años

tu destino y estoy segura de que vamos en el camino corr

el cambio y que estuviera más filosófica que de costumbre

s transcurrieron en la soledad de su cabaña junto al bosque, alejado

lugar, que no salieran del bosque y que siempre estuvieran uni

último mes-. Quizá mamá exageraba, hemos llegado hasta aquí y quitando esa mirada apreciativa que me echó aquella pechugo

a su hermano en el est

de nuestra madre, gastado gran parte del dinero que conseguimos en llegar hasta aquí y tú e

stino llegó a su casa en forma de una propaganda de papel que planeó hasta caer en la entrada de su cabaña, sus pensamientos habían estado inundados de imágen

onocerlo y menos fr

a y eso de que provenimos de un largo legado de brujos. ¡Ja! ¿Hombres lobos? ¿Brujas? -se burló su hermano-. Me duele pensar que todo este tiempo solo nos mantuvo engañados para tenernos junto a ella y que no hi

y comenzaron a cuestionarse su vida de aislamiento social. Su madre siempre decía que el bosque les daba todo lo ne

z más sobrecogedoras y poco creíbles. ¿Quién iba a creerse que su tatarabuela se había enamorado de un hombre lobo? Podrí

bos, iban a casarse y estaban muy enamorados, pero un día él encontró a su pareja predestinada y abandonó a su tatarabuela dejándola destrozada. No confo

a no despertara en sus predecesores y menos el gen de hombre lobo que su hijo había heredado. Lo más inverosímil de todo fue que, según su madre, la magia regresaría en la

n los desvaríos de una persona enferma, pero para ella parecía ser

ontarlo todo. Ahora nunca sabrían cómo l

a un licántropo y aparte de los pelos en el pecho, no te veo muy peludo -bromeó E

y se removió en el

ejor que me dispares con una bala de plata. Pref

al pueblito que se anunciaba en el folleto que los trajo hasta allí. Se dirigieron a la estación de autobuses,

as colocadas en el suelo, se miraron

contener las lágrimas-. ¿Qué vamos a hacer? Nadie

rado de su pie golpeando el suelo, indicaban que estaba igual de nervioso que ella-. Lo que en realidad dijo fue: «estúpidos extranjeros que se creen todas las

bían intentado aminorar los gastos todo lo posible y a mitad de su camino agotaron las reservas de comida que llev

los nervios y el frío que se le calaba hasta los huesos comen

salido tres cabezas y estuviera

n ese carácter que te gastas, quiero continuar con vida. Además, yo

ntes-. Un poco de frío no son 15° bajo cero. A esta temperatura se me va a

gané», pero, lo que menos necesitaba Emma en esos momentos, era perder una batalla dialéctica con su hermano-. Porque te recuerdo que f

ste congelador en el culo del mundo, Ethan. ¡La culpa es tuya... y mía también po

ueron: «Siempre quise ir a Alaska, ¿te imaginas? Un pueblito perdido, nieve, una cabaña, leñadores. Ethan quiero un leñador. ¿Te imaginas asom

da la razón, decirlo no era lo mismo que pensarlo, pero perder una

unto de gritar: «¡Te lo dije!», Emma alzó el dedo índice y lo detuvo-. ¡Pero lo pensé y siendo mellizos era tu obligación leerme el pensamiento! Así que no te sacu

se le cayeron en señal de derrota y negó con la cabeza. Su hermano era intelige

ber leído tus pensamientos y no haberlos tomado en cuenta. No volverá a sucede

er, quizá lo mejor será qu

a quedaron mirándola con curiosidad. A Emma le recordó un poco a su madre, tenía un

an ir a Silvershade Summit, yo podría llevarl

ionada y abrazó a la mujer como

cuchar que bajaba su tono de voz y murmurab

do imaginar cosas. La mujer comenzó a alejarse y ella se apresuró a lev

ayamos con ella. ¿No te parece muy raro? Sentí

staba alertando, pero tenía tantas ganas de llegar que decidió hacer a un lado su intuición-. Es solo una anciana y nosotros somos

rtenencias y ambos siguieron a la anciana sin saber que e

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