/0/13007/coverbig.jpg?v=6caba58cc653139c26d57dc95531ecb6)
Emma ha crecido con las historias sobre brujas y hombres lobos que le contaba su madre. Por culpa de esa obsesión, vivió recluida junto a su hermano mellizo la mayor parte de su vida. El día en que un misterioso folleto llegó a la puerta de su cabaña, Emma debió desconfiar y recordar todas las advertencias que le daba su fallecida madre. ¿Cómo pudo llegar aquel papel a su pequeño hogar alejado del mundo exterior? La idea de comenzar una nueva vida en un pueblo de Alaska junto a su hermano mellizo, era demasiado tentadora como para dejarla pasar. Sin pensarlo demasiado, ambos hermanos abandonaron todo lo conocido para embarcarse en un viaje que los llevaría a lo que ellos creían que era un idílico pueblo, pero apenas llegaron, se dieron cuenta de que aquel lugar no era lo que esperaban. En especial, cuando un enorme, musculoso y atractivo hombre, apareció desnudo en la puerta de su nueva casa mientras les exigía que se marcharan y, para colmo, no dejaba de llamarla bruja. Su primer pensamiento fue escapar. ¿El problema? Quien entraba en Silvershade Summit nunca podría salir y Emma estaba atrapada en aquel lugar con ese loco hombre que no solo la exasperaba, también ponía todas sus hormonas a punto de ebullición. Asher llevaba ciento cincuenta años prisionero en aquel pueblo junto a su manada y todo por culpa de una bruja. El alfa odiaba a las de su clase por más que, para romper la maldición, una bruja debía llegar Silvershade Summit y unirse a él como su compañera de vida. ¡Él jamás se uniría a una bruja, aunque eso significara la liberación! Lo que Asher no esperaba, era que la mujer a la que aborrecía sin conocerla, volviera loco a su lobo y no lograra pensar en otra cosa que no fuera en poseerla.
El viento le azotaba el rostro con fuerza. Mientras, Emma corría con su hermano mellizo tras ella. Se habían escapado de la vigilancia de su madre por culpa de esa voz que llevaba días acosándola y, sin darse cuenta, ambos se internaron en el bosque. En ese instante, una fuerte tormenta amenazaba con soltar toda su furia sobre la tierra hasta empaparlos.
-¡Date prisa, Ethan, corre más rápido! -lo incitó Emma al notar que su hermano se había tropezado con una piedra y se había detenido.
-No puedo correr -jadeó el niño de ocho años, con su rizado cabello pelirrojo revuelto y se llevó la mano al tobillo-. Me duele mucho.
Emma miró por unos segundos hacia la dirección donde se encontraba la pequeña casa donde vivían. Estaban cada vez más cerca, pero, por momentos, el camino parecía deformarse y el humo de la chimenea se filtraba por el tubo del techo dándole un aspecto siniestro que le provocó un escalofrío.
Su madre no les permitía adentrarse en el bosque y, hasta ese instante, siempre habían obedecido a pesar de que nunca les contó el motivo de esa prohibición, pero aquella extraña voz que llevaba días torturándola, la obligó a seguirla sin medir las consecuencias.
Emma se detuvo y regresó sus pasos para ayudar a su hermano. Se agachó para mirarle el tobillo, e infló las mejillas en señal de desesperación cuando la voz de su madre se escuchó a los lejos, llamándolos.
-Mamá nos castigará si se entera de que desobedecimos -murmuró Emma, con los ojos humedecidos por las lágrimas producto de la desesperación y del miedo-. ¿Te puedes levantar? -Señaló el tobillo hinchado de su hermano.
Ethan asintió con la cabeza, se agarró al tronco del árbol con una mano y a Emma con la otra para alzarse, pero su rostro contraído por el dolor decía sin palabras que no sería capaz de dar un paso.
-Creo que sí, pero no podré correr. Déjame aquí, Emma -pidió el niño con un tono de voz que quería mostrar valentía-. Tú llegarás primero y entretendrás a mamá, yo intentaré ir a casa poco a poco.
A Emma no le convencía el plan de su hermano y menos dejarlo en el bosque cuando el sol parecía alejarse del horizonte con demasiada rapidez. La noche caería muy rápido y no podría quedarse tranquila si lo abandonaba a su suerte. Para colmo, estaba herido e indefenso.
-No, no te dejaré, eres mi responsabilidad. No pienso marcharme y menos cuando es culpa mía que estemos aquí. No estaríamos en problemas si yo no hubiera escuchado esa voz.
-¡No soy tu responsabilidad! -se quejó Ethan con ese orgullo que ya lo acompañaba desde niño-. Soy un hombre, tú solo eres una niña demasiado tonta que persigue voces y nos mete en problemas.
Emma no tomó en cuenta las palabras de su hermano y entornó los párpados a la vez que bufaba, sabía que eran producto del dolor que tenía en el tobillo y de la desesperación por no poder continuar corriendo para escaparse del castigo.
-Soy la hermana mayor, nací un minuto antes que tú, así que es mi deber protegerte. Agárrate de mí y te ayudaré a caminar -le pidió.
En el momento en que Ethan intentó colocar el pie en el suelo, el dolor lo hizo trastabillar y perder el equilibrio. Emma intentó sujetarlo de los brazos, sin éxito y su hermano terminó por sostenerse de la cadena del medallón que llevaba colgado. Era una reliquia familiar, ambos hermanos llevaban uno y tenían prohibido quitárselo.
Sintió el fuerte tirón en el cuello y la cadena cedió hasta romperse. El grito de su madre llamándolos se mezcló con el de Emma al ver a su hermano caer de espaldas y golpearse la cabeza.
Su primer instinto fue arrodillarse en el suelo para socorrer a Ethan, pero se quedó petrificada al ver que el medallón de su hermano comenzaba a brillar sobre su pecho. De pronto, la extraña voz de esa mujer que la había obligado a perseguirla por el bosque, llegó a sus oídos y opacó todo los demás a su alrededor.
El sonido de los truenos lejanos se silenciaron por unos segundos, los gritos de su madre quedaron en el olvido, el viento dejó de silbar entre las hojas de los árboles, sus piernas parecían haberse enraizado al suelo y su mirada no podía ver otra cosa que la luz cegadora que escapaba del medallón de su hermano y que levitaba sobre su pecho.
Su colgante tenía la forma de un sol y el de su hermano era una luna llena, ambos encajaban como si hubieran sido creados para estar unidos. La cadena del medallón de su hermano también se rompió y escapó volando hasta caer junto al de ella.
Su hermano abrió los ojos en el ese instante, la miró, primero confuso por el golpe y después comenzó a observarla, horrorizado. Emma quería preguntar qué ocurría para que la mirara de esa forma, estaba muy asustada.
La oscuridad había caído de golpe, unos rayos monstruosos surcaban el cielo y ella solo era una niña que intentaba parecer una adulta, pero encontrarse en mitad del bosque, junto a su mellizo, herido, no ayudaba demasiado.
-¡Emma, tu cabello! -jadeó Ethan sin apartar los ojos de ella-. ¡Ya no es rojo!
Ambos medallones se habían unido y en ese instante formaban uno solo, levitaban en el aire sin dejar de emitir una intensa luz.
-¿Qué le ocurre a mi...? -Emma no logró completar la frase, sus labios se entreabrieron al ver como el cabello rojizo de su hermano comenzaba a perder su color y a tornarse plateado-. Ethan, ¡¿qué está pasando?! Tengo mucho miedo.
Un coro de voces comenzó a escucharse cada vez con más fuerza, parecía rodearlos. Los cercaba cada vez más a la vez que unas sombras sin cuerpos formaban un círculo alrededor de ellos. Aquellos monstruos sobrenaturales recitaban alguna especie de conjuro en una lengua desconocida. Emma se tiró al suelo y se acostó junto a su hermano para buscar su protección. Si iban a morir ese día, al menos lo harían juntos, de la misma forma en la que llegaron al mundo.
Un calor intenso recorrió su cuerpo y a eso le siguió un estallido interno de poder que parecía querer disolver en pequeñas moléculas cada parte de su cuerpo. Dolía, pero su garganta estaba cerrada y era incapaz de gritar.
Supo que su hermano estaba pasando por lo mismo por la forma en la que le agarraba de los brazos y le clavaba los dedos en la carne. Ethan tenía en ese instante el cabello plateado y sus ojos marrones comenzaron a transformarse para convertirse en dos orbes que brillaban con la misma luz que emitían los medallones. Emma vio como Ethan perdía el conocimiento de nuevo y por más que intentó luchar por no perder la consciencia, cayó junto a él, desplomada.
Lo último que escuchó antes de perder el sentido, fueron los gritos de su madre pronunciando sus nombres, eran alaridos de horror y después de eso, todo se desvaneció.
***
Cuando Emma despertó, se encontraba en la seguridad de su habitación y de su mullida cama. Por unos instantes, se llenó de paz al pensar en que todo lo ocurrido había sido una pesadilla, pero al mirar a su alrededor y ver a su madre a los pies de la cama de su hermano mientras le vendaba con cuidado el tobillo, supo que lo ocurrido había sido real.
-Mamá -pronunció con la voz ronca, casi como si no perteneciera a sí misma.
Su madre no la miró, continuó con la vista fija en su hermano que continuaba inconsciente y movía las manos con rapidez colocándole el vendaje en el tobillo inflamado.
-No tengan miedo, mamá arreglará esto -la escuchó balbucear y de vez en cuando se llevaba la mano al rostro para limpiarse las lágrimas-. Esos malditos lobos no conseguirán llevarse a mis hijos, no, no, yo no lo consentiré. Mi niña no caerá en manos de esos monstruos.
Emma no comprendía nada de lo que su madre decía y comenzaba a tener demasiado miedo al ver que su hermano no despertaba.
-Mamá -repitió con la voz temblorosa-. ¿Qué ocurrió? ¿Ethan está bien? -sin importar lo que dijera, su madre parecía estar enfrascada en su propio mundo y no la miraba. En su desesperación, Emma alzó el brazo para señalarla y gritó-: ¡Mamá, te estoy hablando!
Con aquel movimiento, el cuerpo de su madre se alzó en el aire, levitaba y la mujer la miró con el terror dibujado en sus facciones. Emma bajó el brazo con rapidez, asustada por lo que acababa de ocurrir y el cuerpo de su madre salió despedido hacia el suelo con demasiada fuerza.
-Emma... No hagas nada -jadeó su madre con la voz dolorida por el golpe-. No te muevas, hija, no sabes controlarlo.
Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, estaba aterrada, pero a la vez sentía en su interior una fuerza que deseaba emerger y que no quería detenerse.
-Mami, tengo miedo -lloriqueó, sin dejar de mirar sus manos como si esos apéndices ya no le pertenecieran.
Emma agarró un mechón de su largo cabello y lo observó con la esperanza de ver el tono rojizo que caracterizaba a su familia, pero lo que encontró fue un color plateado, casi blanco. El mismo color que le había visto a su hermano en el bosque y que seguía conservando.
Su madre se levantó del suelo, se llevó la mano a la cadera y se la frotó como si le doliera. Después la miró con cariño a pesar de que el daño se lo había provocado ella.
No sabía cómo o de qué forma, Emma provocó ese accidente, pero estaba segura de que esa fuerza había escapado de su interior.
-Tranquila, pequeña, te prometo que ese hombre no te encontrará. Tu hermano y tú estarán a salvo.
-¿Q-quién? -logró pronunciar a pesar de tener atenazado un nudo en la garganta.
Su madre negó con la cabeza, parecía no querer hablar, pero terminó por hacerlo.
-Los lobos, niña, ya conoces la leyenda de nuestra familia. Esos hombres monstruosos que se convierten en animales salvajes y destrozan a jóvenes inocentes como tú. No permitiré que te ocurra lo mismo que a tu tatarabuela, no te unirás a ninguno de su clase. Confía en mí, borraré tus recuerdos y los de tu hermano, ataré de nuevo vuestra magia y tendrán una vida normal, lo prometo. Esos lobos seguirán malditos, así sea lo último que haga.
Emma quiso continuar preguntando, quería saber a qué clase de maldición se refería. Ella conocía la leyenda, pero era eso, una historia que le contaban a los niños para entretenerlos, no era real. Quería entender qué era toda esa locura de hombres que se convertían en lobos y por qué los querrían a su hermano y a ella, pero su madre se acercó a su cama, colocó la mano sobre su frente y antes de perder el conocimiento escuchó a su madre decir:
-Cuando despiertes, todo habrá vuelto a la normalidad y no recordarás nada.
Rob Ellison es considerado uno de los hombres más poderosos del país. Su vida sería un sueño, pero una terrible maldición pesa sobre el apellido familiar. Desesperado por encontrar una esposa que le dé herederos y que no tenga miedo de su maldición, accede a viajar a un pequeño pueblito de Kansas para tener una cita a ciegas con todas las mujeres del lugar. Evelyn dejó atrás todo su mundo el día en que aceptó la propuesta de matrimonio de Gael. Sin pensar en las consecuencias, dejó su país con la idea de vivir su amor soñado. Esos sueños se truncan cuando descubre que su nuevo marido esconde muchos secretos y termina en una relación de abusos y malos tratos. Para salvar su vida, una noche consigue escapar junto a su hijo y logra ser rescatada por la patrulla fronteriza. Tras lo ocurrido, con una nueva identidad y siendo resguardada por protección de testigos, Evelyn comienza una nueva vida en un pequeño pueblito de Kansas, donde la población masculina es casi inexistente y cree que nadie perturbará su paz. Una mujer que oculta su pasado para salvar su vida. Un hombre que no quiere enamorarse por miedo a la maldición que pesa sobre él. A ambos les persigue el mismo destino, pero ninguno será capaz de librarse de las garras del amor. ¿Podrán liberarse de sus propios fantasmas y volver a ser felices?
Pensé que mi matrimonio podría seguir adelante. El amor platónico también era amor, ¿sí? Pero, estaba totalmente equivocada. Resultó que mi marido no tenía nada malo de cuerpo, todo esto solo porque no fui de su gusto. Conmigo, era un hombre anormal en la cama. Pero con mi madre, ¡podría hacer todo lo que ella deseaba! Y el día, ¡los encontré en la cama juntos! Sin querer afrontar a ellos, decidí saltar del puente. Pero un desconocido me impidió, y me ofreció una propuesta especial. Y yo la acepté, y le entregó mi primera vez por capricho. Después de una noche loca, hui de su casa pensando que nunca volvería a encontrarnos. Luego fui a la fiesta de compromiso de mi tía, y ella hizo alarde de su fiancé frente a mí. Pero este era el mismo desconocido que pasó la noche conmigo. ¡¿Y él pronto sería mi tío político?!
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
Stella Richard se casó con Rene Kingston en lugar de su hermana Sophia por algunas razones. Pero desde el principio, ella sabe que su matrimonio era solo un contrato por tiempo límite y una vez que se cumplió el tiempo, ella tenía que irse. Para RK, este matrimonio fue solo una carga, pero para ella fue un regalo de Dios. Porque RK era el hombre al que había amado toda su juventud... Entonces, mientras tanto de su matrimonio, Stella hizo todo lo posible para que este matrimonio funcionara. Pero el día que descubrió que estaba embarazada, su esposo le dio el papel de divorcio y le dijo... "No quiero a este niño. No olvides abortar". Estas palabras salen de su boca, como una bomba para Stella, y cambiaron su vida... Ella firmó su nombre en el papel de divorcio y salió de la casa... Porque ella no quiere estar con un hombre tan frío... Seis años después... RK compró la empresa en la que trabajaba Stella. Pero Stella hizo todo lo posible por no tener nada que ver con él... Porque ella tenía un hijo y no quería que él se enterara de él... Pero un día, cuando Stella recogió a su hijo de la escuela, él la vio... RK, "¿Cómo te atreves a tener un hijo con otro hombre?" Stella, "No creo que tenga nada que ver contigo". RK estaba a punto de decir más cuando su mirada se posó en el niño a su lado... Su rostro se veía igual que cuando era joven...
La vida era un lecho de rosas para Debra, la hija del Alfa, hasta que tuvo una aventura de una noche con Caleb. Estaba segura de que él era su pareja designada por la Diosa de la Luna. Pero este hombre odioso se negó a aceptarla. Pasaron semanas antes de que Debra descubriera que estaba embarazada. Su embarazo fue una vergüenza para ella y para todos los que amaba. No sólo ella fue expulsada, sino que su padre también fue perseguido por los usurpadores. Afortunadamente, sobrevivió con la ayuda de la misteriosa Manada Espina. Pasaron cinco años y Debra no supo nada de Caleb. Un día sus caminos se volvieron a cruzar. Ambos estaban en la misma misión: llevar a cabo investigaciones secretas en el peligroso pueblo de Roz por la seguridad y la posteridad de sus respectivas manadas. Caleb todavía se mostraba frío con ella. Pero con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de ella. Intentó compensar el abandono de Debra, pero la chica ya no lo quería. Estaba empeñada en ocultarle que tenían una hija y también en hacer una ruptura limpia. ¿Qué les deparaba el futuro a los dos mientras viajaban por el pueblo de Roz? ¿Qué tipo de secretos encontrarían? ¿Caleb se ganaría el corazón de Debra y conocería a su adorable hija? ¡Descúbralo!
Sinopsis Amelia, huyó el día de su boda, pues era fiel creyente en el amor, huyó lejos de su familia y todo lo que le rodeaba, para darle paso a una nueva vida, pero estaba lejos de imaginarse, que el hombre que dejó botado en altar la buscaría para vengarse de ella y hacerla vivir el sufrimiento más grande que ella pudiera sentir. Unos años más tarde, después de haber sometida a tantas humillaciones, Amelia regresó convertida en otra mujer, empoderada, y llena también de unos deseos inmensos de vengarse del hombre que le hizo tanto daño. Pero con lo que ninguno de los dos cuenta, es que siempre estuvieron destinados a estar juntos ¿Crees en las segundas oportunidades? ¿Crees en el amor verdadero? Acompáñame en esta conmovedora historia.
Katya siempre ha sido una extraña, rechazada por no tener lobo e incapaz de estar a la altura de la reputación de su padre Beta y su infame madre guerrera. Justo antes de cumplir 18 años, su familia es despojada de sus títulos y rechazada de la manada. Solo tienen dos opciones: volverse rebeldes o buscar refugio en un Black Creek Pack. Katya de repente se encuentra atrapada en una red de mentiras que le dijeron sus padres. Ahora no solo necesita demostrar su valía ante su nuevo Alfa, sino que también debe evitar que descubra su secreto. Sin embargo, a Katya le resulta más difícil de lo que pensaba mantener su secreto cuando el Alfa muestra un gran interés en ella. Se ve obligada a mudarse a la empacadora. Y sin ningún lugar donde esconderse, se ve obligada a tomar medidas extremas para evitar que él descubra que no tiene lobo. Pero la oscuridad se avecina y los secretos salen a la luz, más de lo que jamás imaginó. Ahora Katya no sabe en quién confiar o a quién acudir cuando todo lo que creía saber era solo otra mentira de un secreto más grande guardado. Justo cuando cree que tiene todas las piezas del rompecabezas, se entera de que Alpha guarda un secreto propio. Ella es su pareja. Solo hay un problema: Katya no tiene lobo, y si él se da cuenta, ¿la mantendrá o la evitará como lo hizo su último Alfa?