el personal que asistió pudiera entrar y una pantalla de karaoke al fondo con dos de sus compañeros
no encajaba en ningún lugar, era la única que estaba bebiendo jugo gracias a
lemente la única que le dirigía la palabra, Rebecca, con su hermosa figura y rostro angelical tomaron asiento justo a su lado. Agrad
a le estaba extendiendo, quería negarse, resistió las ganas de hace
emasiado, nunca podría acercarse a sus compañeros de trabajo con una mentalidad cerrada. Bebió todo sin pensarlo dos ve
brasó su garganta en cuanto pasó el primer trago. Gruñó por lo bajo co
los demás, es normal, la chica de las copi
nosotros - Escuchó que preguntó otra mu
o se s
. Se sie
habían marchado. - ¡Está teniendo una aventura frente a mis narices, sé que lo está haciendo! ¡¿Por qué rayos no contesta
odos las estaban mirando, y no precisamente de una bue
¿Q
edencial- Yo tengo una reservación en este hotel, puedes quedarte usando mi nombre... La
a música y el alcohol en su cabeza. - Sí, muchas gracia
por un instante casi va a parar contra el suelo, trató de ignora
llevarla hasta la habitación? - Preguntó una mujer a l
eñor Erick llegará
a que hubieras v
soy capaz de perderme de ver es
*
sia se le hacía t
or corriendo por su frente. Cayó de rodillas al salir del ascensor, gateando con la poca fuerza que le quedaba en el cuerpo. Sentía
ncontró la habitación ya
aldas, su amado prometido, un poco más grave y pesada de lo que norm
se a oscuras, como era la situación. Anastasia se fue desprendiendo de sus ropas un
aces aqu
rias llega
zó su cuerpo durante toda la noche y la poca
e sobresalto, teniendo cuidado con el dolor de cabeza por hacer semejante gracia. Miró la iluminada habitació
lamarlo, na
n pánico cuando aquel hombre salió de la ducha, apenas
en mi habitación? ¿Dónde está m
- ¿De qué hablas? Fuiste tú la que se coló a mi h
él estaba desnudo y ella también eso quería decir una sola cosa: - ¿Qué
n la suite imperial 236, la
a se que
minado subiendo
detenerse al percatarse de otro detalle: El cuerpo mordisquea
iste, no trates de culparme ahora - Se mostró sorprendido de repente, ella jamás se es
rar, trató de soltar la mano sobre su cuello pero la fuerza de aquel hombre era incre
se a punto de golpearla, y nada le garantizaba que no l
, estaba temblando y aun así continuó vistiéndose conforme se dirigía hacia la salida igual que un cordero a
de desmoronarse cuando c
ito en l
vocado de habitació
aterradora experiencia, y rogaba internamente no te