sas nasales de inmediato cuando, al llegar a Elisa, este ha levanta
rme. El príncipe Rodrigo me invita a tomar su mano, y cuando lo hago, siento cosquillas que comienzan a d
adeo. Puedo sentir mi pecho retumbar junto al suyo cuando examina todo mi rostro rubor
on tu belleza esta noche, Anna. Eres toda una hermo
ere en sus manos, completamente bajo su control en toda la pista da
ne un corte impecable y refinado, confeccionado todo en lana fina; con un frac negro con adornos dorados en el pecho y solapas terciopelo, pantalones a juego con
labra en todo el baile. ¿Acaso cometí un error en nue
ces, siguiendo los pasos y viéndolo
pueda hacer usted algo volunta
pos, sin quitarnos la mirada, y soy gelatina al llegar al suelo. Entonces escucho su risa en mi oído, y tiemblo en s
so he hecho o hago algo que caus
ndonos sobre la pista, y asiento, a
s de su madre, claro, que no se e
s en esta sala que lucen encantado
a reír cuando encuentro la oportunidad. Y siento al príncipe Rodrigo
e eriza l
majestad -respondo
n lo mucho que quieren
rás para incluirnos en la fila, seguimos la coreografía y p
so, señor? Soy u
s segundos y después pasa ligeramente su lengua po
ro que no he visto mujer
o usted, su majestad..
regala una mirada que
eno sa
o casi en el aire, y al levantarme, realmente soy consc
a delicadamente y me planta un
a, estaré de vuelta con
vacío en todo mi cuerpo cuando
hombros mientras me sacud
n estaría así
príncipe, Anna!
ó a ti ent
s risas de mis hermanas se juntan con la mía,
para tomar el brazo de nuestra hermana Martina y ca
esa me dice-. E
-expreso viéndola a lo lej
r a alguna de nosotras las plebeyas para casarse. Eso ja
eso pueda ser posible, al conocer a la reina, lo dudo; pues esta mujer de carácter e inteligente, no tendría nada de beneficio si su primogénito se casa con alguna
tonces al sonreírle a uno de estos, me consigo con la mirada del hombre que me faltó el respeto hace años, el ayudante de cocina. Este me ve de forma in
liz bailando con
so... -int
ría bailar co
cia, porque desde aquella vez no me cae bien y podría descontrolarme; pues no quiero causar un
gra
sposa del príncipe? -me cuestiona, con ese ton
y alzo la mira
que no, ahor
e a inte
que haber hecho algo completamente valioso aquella ve
do que mi control abandone la sala y lo empuje con todas mis fuerzas. Sin ver que detrás de él venía la mismísima reina, sin poder reaccionar cua
mayordomo para levantarla, pero entonces justo antes de que uno de los sirvi
ir tras él pero me detengo al ver a los sirvientes hacerlo, entonces me giro para ver a la
ncipe llega hasta nosotr
con la plebeya que escogiste par
n la garganta-. No es lo que piensa. ¡Ese hombre! -Señalo
on su tono de voz duro e hiriente-. Ese no es el comp
bras me
ar bailar con él después de haber bailado con el príncipe?, ¿bailar aunque no lo quisiera?, ¿obligarme?, ¿eso dice?, ¿acaso permitie
la postura, roja al igual que yo seguramente-. ¿Cómo t
rme en otra cosa, como la cara de mis hermanas sacudiendo la cabeza en total negación por mis acciones y palabras
de voz-. Saquen a esta muchacha insolente del palacio. No permitiré
on el príncipe. Entonces veo a todos lados a los guardias acercándose a mí, a la re