IV
te habías
. Me arrepentí por completo de pedir ensalada. ¿Quién cena esas
a por aquellos apetitosos dientes, casi me
abía ido. De ser así, ¿có
uedó paraliza
encogió d
o venía
e que este era uno de tu
mudaba d
sticar por
viajar a a
de los dos reservaba curiosidades allí. No le respondí y
continué
uena tu
S
stó la
bebida
comer nu
que era
ta, pero mucho
me daba cuenta que ya ca
zó su comentario, deslizando l
nr
e de mi plato y me incliné ha
erido Carlos, que tamb
r respirar profundo sin que se notara. Arrancó la servilleta de su regazo y se li
*
rrocería color verde militar, asientos de un beige cremoso, espacioso, demasiado
? -llegué a
La canción se llama Age
evitable desear hacerlo al ver que llegábamos a
hablar, él
habitación
in embargo, comenzaba a pensar que Carlos era un maestro de la oratoria, puesto que varias veces para no tener que explicarme nada, moldeaba su tono de voz, cambiaba la cara y claramente le
e sobre el Lago, llegamos a un precioso hotel. Todo clandestino, como la p
dicionado. Él se acercó detrás de mí con su boca muy cerca
temblores y sin importarle chocar en contra de la manga a media asta de mi vestido, la
i te expones al frío
e toda. Con mi pequeño bolso en mano, maniobré con los botones frontale
almente, enterró la palma en mi nuca. Y de repente enredó los dedos en las cerdas de mi cabel
de mí para comenzar a desvestirse. Camisa, zapatos fuera, la hebilla
a vez. Cantó un gruñido divino y me tomó en brazos llevándome a la cama. Mi vestido cayendo sobre mis
un poco, hice lo mismo con las suyas quedándonos completamente desnudos. P
ueñándome de su cabello negro, se p
ff
Dio
n caramelo endurecido. Enterró su lengua en mi boca con fervor y comenz
cieron arquear el cuerpo, y mi nombre en
ás las piernas para que me condimentara, p
rpo bien precioso, bien formado, liderando una batalla que parecía no culminar. Colocó las manos
ose con lo que encontrase. Apretó las carnes de mis caderas y me movió, me fo