RL
así para mí con esa entrega viciosa, traía kilos de excitación enc
comenzaba a gustar, subiéndole unos grados al ardor de haber s
certificando lo mismo. Era la segunda vez que nos veíamos y de nuevo lo hacíamos así. Estábamos chiflados, nos comportábamos como bestias sin cer
no importan y las preguntas tampoco; mientras la ayudaba con mis piernas y manos a moverse una y otra vez, sin parar, con fuerza y vigor... Esa vil mentira del trabajo que se borra, cuando se va el calor de una ciudad que te puede hacer cambiar de humor, donde las cuentas no se pagan, donde el
e aún era casi una desconocida. Le dejé rojo el sentido de cordura, halé su cabello y mi premio fue estar de acuerdo. Mordí su espalda, hombros, escupí mi mano y me fui a o
y se las apreté como dos distinguidas masas sobre un plato de vajill
piernas y seguimos en la faena pero con la clara
arla, me encanta follarla y besarla al mism
s las lenguas hacían su danza natural. Mordí sus la
blos, estaba bellísima! Tenía marcas rojas en la cara, muecas de esfuerzo y placer, el maqui
ar aire y decir algo.
decírselo. Luego tuve que tragar pa
Carlos
labados sean todos esos groseros movimientos que hacen las mujeres en l
i vida», respond
para hacerla llegar a ella primero. Muy bien sabemos que no solo se
ruidosa y desinhibida... Olivia ya no estaba en ese cuarto, pude sentirla volar tras el temblo
cruel como para alargarl
h
dic
lo y con un empujé más, te
*
hizo el
que me erguí un poco y la observé. Sus labios aún seguían separados, ojos cerrados y un tanto
ír
or la iluminación del cuarto (que no era mu
Y me dieron ganas de besarla lento, así que lo hice. Siempre disfruto probar los labios de una mujer recién follada. Pero ella no era una simple mujer,
pero ya ella lo estaba haciendo. Fue extraño, porque mi cabeza proyectó alguna visión sobre polos opuestos e imanes
IV
, fue más por dormir junto a alguien en esa linda posición, que por todo lo demás. Y no era porque fuese una mujer altamente sexual. Con Alonso tu
guía durmiendo. No lo despertaría por nada del
nequeo. Silencié la vibración de mi celular ya que aún no deseaba contestar. Era mi jefe y
haciendo algo verdaderamente humano. Cenar, besar, conquistar, follar... Emitir algún halago, manejar o incluso suspirar, muy bien eran reacciones de mortales, cos
a un aire genialmente sexy, arrebatador. Carlos era increíblemente guapo y en ocasiones me preguntaba, ¿qué vio en mí? ¿Qué hice, qué tenía para lograr que un sujeto como él llegara a mi mesa es
ía mujer? ¿Tal vez hijos? ¿Sus pad
sp
ía que él supiera nada de mí. Necesitaba probar hasta qué punto un homb
er siempre a quien están dominando. O por l
tactos y mucho menos direcciones), hacía que nadie llegara a dominar a nadie. Navegábamos ligeros por ese río, sin luchar, poniéndonos del lado de
coloqué una toalla y salí hasta el estacionamiento privado, parte propia de
té. Mi jefe me llamaba a esa hora porque deseaba una ayuda totalmente fuera de lugar para mi rol en la empresa, pero que encantada decidí aceptar. Él prepararía una sorpresa de cumpleaños para su nov
e no confraternización de la empresa; su empresa. Aunque no muchos sabían de esa relación, yo era una de las pocas y la sorpresa sería anónima. Y ya podía vislumbrar que la agraciada no le haría falta adivinar quién le había envi
poco la espalda, volteó
eguntó con esa v
dejé sobre una esquina de la cama y gateé sobre ella directo a su espalda. Él se movió sólo, como atraído a m
able sobre su
cia de su perfume y
rc
n su anatomía, justo después de dejar que mis senos
s ligeramente en masaje sobre su tez, disfrutando plenamente de sus suspiros profundos, deja
or aquel pesado sentimiento sin que se diera cuenta; un suspiro insonoro porque po
cido me estaba gustando de verdad. Muchísimo. Pero creo que adoraba mucho más esa clandestinidad y la forma en la que estábamos haciendo todo
al restregarse conmigo. Lo hizo como si nos conociéramos desde siempre, como si el mismo creador en su taller nos hubiese diseñado a los dos al mism
s, todos los fines de semana, que se reúnan en la balaustrada de la tierra y que con embeleso se rían felices de nuestros aciertos. Quien sea: el altísimo, el mismo infierno,
ciones, logró mirarme un tanto, penetrándome allí ar
d que todo
tomando su rostro con
arlos. Todo
imos en la ducha con menos energía, pero con la misma dicha de antes; porque cada v
tí a él removerse. Estaba muy cansada, así que no pude mover ni tan quisiera una pestaña
, solo que al despertar estaba sola y co
tana el viern
:0
. He cuadrado un tax
el teléfono e indicar qu
Olivia. Cuídate m