bre cruel y de mal carácter, que ha vivido solo desde hace más de dos décadas, cuando perdió a su mujer e hijos en un trágico accidente que lo sumió en
r todas de esa mujer. Ahora eres rico, y puedes tener a la mujer que quieras a tus pies, ¿por qué sigues obsesionado con Lorena, que no fue más que la causa de tu amargura? -Porque tengo algo atorado entre pecho y espalda que no me deja avanzar por culpa de ella. Si no quieres ir está bien. Iré solo... -¡Ey! Yo no dije que no quería ir, simplemente dije que te olvidaras de esa mujer, pero si tanto insistes, jamás me perdería de unas vacaciones pagadas. -Muy bien, entonces empaca tus cosas, apenas llegues a tu casa, porque nos iremos mañana. ... No fue difícil para Gregory obtener información sobre Lorena Nashville y su prominente carrera como modelo al llegar a los Estados Unidos. Había contratado a un investigador, que le había contado que actualmente trabajaba para varias marcas, siendo el rostro de Rose Green, una casa de modas que curiosamente era de su hermana, Lucia Nashville, quien estaba casada con Santiago Riquelme, un hombre que, para su sorpresa, sin ningún tipo de escrúpulos mantenía una relación con la mismísima Lorena, lo que le dolió, pues en el fondo, aunque no lo reconociera, aún tenía sentimientos por la mujer de la que tanto deseaba vengarse. -¡Vaya! ¡Tu ex, sí que es una joyita! -Comenta en forma algo burlona, Mariano, mientras pide otra taza de café en el restaurante del hotel donde se hospedan. -¿Algo más que deba saber? -Le pregunta Gregory al investigador, que le acerca un sobre con algunas fotos. -Sí, la señorita Lorena y su amante, están desde esta mañana, hospedados en un hotel cerca de aquí. Gregory observa las fotos de ambos besándose en la piscina, y tomados de la mano por el pasillo. Siente celos, y enojo, no puede creer como no dudó en dejarlo a él en vísperas de su matrimonio por no gozar de una abundante economía, pero sin ningún tipo de escrúpulos se ha convertido en la amante del esposo de su propia hermana. ¿Realmente esa era la mujer de la que él se había enamorado perdidamente en el pasado? -Gracias por sus servicios. -Dice y saca un sobre de manila que le entrega al hombre, donde está su paga. -Para servirle. -Se levanta el hombre, guarda el sobre, en la parte interior de su chaqueta y se marcha del lugar. -¡Muy bien! ¡Vamos, ya sácalo! -Le dice Mariano, que conoce muy bien a su amigo y sabe que se está controlando. Furioso, golpea la mesa, llamando la atención de todos los presentes. -¡Esa maldita! Es tan despreciable. ¿Cómo pudo? -Exclama a baja voz de forma irritada. -Ya ves... No vale la pena que sigas perdiendo tu tiempo con esa mujer. Ya deberías mejor centrarte en encontrar una buena chica, con la que puedas casarte, tener una familia. -¿No has escuchado el dicho que para seguir hay que soltar? Pues yo para soltar debo demostrarle a Lorena que ya no soy el muerto de hambre al que despreció.-Mariano, que arroja un fuerte suspiro, le da un sorbo a su café, negando con la cabeza, por lo terco que era su amigo. -Pues ve, lánzale el dinero a la cara y disfrutemos de este viaje. -Lanza de forma hipotética Mariano, que no cree que su amigo lo tomara de forma literal -¿Por qué no? -Se levanta rápidamente y va a la recepción del hotel, pide que le renten un auto con chofer. -¿Eres tonto? Acaso no conoces la palabra "sarcasmo" -Comenta Mariano, que lo alcanza en el vestíbulo, mientras espera su auto. -Me entenderías si alguna vez hubieras sufrido un desamor. -No gracias, verte sufrir y amargarte por Lorenita, bastó para mí. Además, estoy feliz así. Vivo mi vida al máximo, sin compromisos. -Pues ojalá esa felicidad, te dure por siempre amigo. -Le toca el hombro, y en ese momento uno de los empleados del hotel, se acerca para informarle que ya ha llegado el auto que solicitó. -¿Vienes? -Le pregunta a Mariano. -¿Y ver cómo pierdes la cabeza nuevamente por esa mujer? No, gracias, pero prefiero disfrutar del servicio a la habitación. -Está bien, entonces nos vemos luego. -Sale rápidamente y se ubica en la parte trasera del auto, indicándole al chofer que lo lleve al hotel Saint Louis. ... Al llegar, se baja rápidamente del auto, y va hacia la recepción, donde no alcanza a preguntar por los amantes, cuando escucha a una mujer preguntar por Santiago Riquelme, un nombre que, desde que lo supo hace menos de una hora, no ha podido borrar de su mente. Prudentemente espera, y disimuladamente se mantiene cerca, escuchando la conversació