a lo
o un pantalón vaquero de color negro, combinado con una camisa del mismo color. Rodea con su brazo los
esto de d
junto a su amigo George; encuentra a una chica diferente y se la lleva al h
o. Como todo un galán seductor, primeramente la ayuda a entrar al auto, antes de rodearlo y sent
, y salgo disparada tras él, aunque me
ente sus gustos, sus costumbres, sus manías y sus miles de defectos. Rodrigo Cromwell es mi mayor enemigo. Lo
. Aminoro un poco la velocidad al comprobar que me acerco demasiado. Unos minutos después, dobla hacia la derecha por la aut
ago lo mismo, manteniendo una distancia prudente. Él se reúne con su co
ar en la pequeña bandolera, y trato de no perderlos de vista
tes se encuentran en el jardín delantero fumando, bebiendo y riendo. Al parecer se tr
r a casa con Herick, pero hay algo que me impulsa hacia adelante. Supongo que por curiosidad.
ar a la puerta, donde me tropiezo co
ver que su bebida se ha espar
con una sonrisa, quitándol
Me he colado en una fiesta, a la que no
e la casa – miento con rapi
casa es mía y
sin saber qué decir, hasta que el chic
En realidad, lleva abandonada desde hace tiempo, por eso las fiestas la
r el local, buscando a Rodrigo,
s bastante bonito. – Tu vestido es hermoso. Si preguntan de qué vas disfrazada, puedes decir que eres una princesa – su
o. Aun no es momento de que Rodrigo vea mi rost
s Félix. Sígu
se aprecia la dejadez y falta de decoración. Félix me ofrece un trago en un vaso plástico. Observo el recipiente, dudos
. Nunca asisto a fiestas y menos como
, donde muchos de los chicos se encuentran sentados en el suel
ntento marcharme, pero me detengo al ver a Rodrigo tomando entre sus manos la botella y haciéndola girar en el cent
adelante, haciendo que todos levanten la vista hacia nosotro
ldi
uego – digo,
chicos y todos los demás también se ríen, incluido Rodrigo
terviene la chica de cabello rojizo. – No
omienzan a reír nueva
archo – le d
des disfrutar de la fiesta de todos modos. Hay bebidas grati
fue buena idea
so lo
al escuchar su voz. Es
para enf
, dando un largo trago a su vaso. Me pregunto cuánto habrá tomado hoy. Sus ojos están inyec
hicando mis ojos hacia él. Es la primera
alertando,
n un sonido de asombro seguido por sus risas descontroladas, pero mis ojos permanecen en los de él,
ntas – responde, señalando un e
un r
o sa
para él. Quizás esta noche puedo comenzar
oner en peligro mi plan, pero la mirada desafiante de Rodrigo me molesta. Se cree
sta sentarme en el lugar indicado. La garganta me arde por la bebida. Los ojos d
otella cae en mi dirección, como si
dice una voz a mi lado que no sé de quién diablos proviene. No
n este juego absurdo, pero Rodrigo tiene o
o él llega a colocarse justo frente a
Y maldigo mi cuerpo por que