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s de junio a un saloncito de fiesta que antiguamente los abuelos Saravia construyeron para el disfrute familiar, y pude notar que Maël había llegado temprano p
illo y cómodo vestido,
ternet que ofrecía el salón y me senté en una de las primeras mesas para
na fiesta infantil. Sí, era su pequeño primito, pe
r cerca de él. Maël m
cumplidos le daban la apariencia de un hombre con más de veinte. Maël era tan apuesto, que hasta los mismos hombres de la fa
supe en alguna oportunidad que ambos llevaban la misma edad. Katty era delgadita, arregladita, preciosita de cara... Y él imponente, de espalda ancha, demasiado alto y hermoso rostro, limpio como
e un lugar a otro manipulando el sonido, mirando a sus primos jugar, c
ión en el teatro se convirtió en algo serio, llen
itirme al año de actuar en un excelente tablón de Braga (y en escenarios benéficos), dejar las maderas a un lado y de
nda electrónica pitaba constantemente, por eso busqué mi laptop en la habitación de Nikko y me regresé al
muy callado anexo con muebles y un gran comedor l
del bullicio y hacie
metida en mis quehaceres web, por un resq
... Ni siquiera qui
o debo confesar que demasiado para mi gusto. ¿Qué era eso? ¿Y por dónde habí
cuenta poco a poco de que se trataba de alguien vivo. ¡Gracias a D
ie y me fui acercando hasta el umbral
tadora de mesa que no sabía siquiera que allí estaba,
o de pared e intenté
je-. ¿Por dónde entr
ulo. Siguió tipiando no sé qué cosa
o miré detenidamente, co
xclamé muy seria, hastia
penetró con aquella mirada de
garganta seca. Pero... ¡¿qué diablos
ar de muelas y me devolví a
ruido de afuera camuflado por las gruesas paredes del salón, generó en el aire un peso extraño. Cómo si ambos allí fuésemos m
dad, supuse que de eso se trataba todo:
ia: Administración. ¡Eso era
ho y elevé
Pero una palabra tuya bastará para... ¡dejar de
. Así no pod
ué la laptop, recogí el cable con el c
el umbral de la concurrida cocina cuan
ante era
ado sus tareas?! ¿Qué diablos pasó allí? ¿Acaso me perseguía? Sentí regresar nueve años atrás cuando todas las respuestas parec
cuarto me p
lo qu
edad que tenía en aquella época, ¿acaso podía gustarle a un cuerpo diez años menor que yo