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niña es mía. Mirándola de cerca, puedo deci
o puedo
ece a la hermosa mujer que tengo enfrente. La he
cerla?- Me t
cago en la puta. ¿Qué he hecho? Maldita sea. No puedo con las lágrimas de mujer. No pue
cia su lado de la cabina y
stás llorando. Lo siento. Realmente no sé qué hacer. Nunca he hecho esto antes y lo si
rías que miento o que me la llevo o que no quiero estar en su vida. Gracias
no he visto en cuatro años. Esa que ilumina la habitación y me h
Baytown cuando se enteró de que estaba embarazada y lo sé todo sobre su trabajo y lo mucho que le gusta hornear. Me h
al, como pediatra, y ella sabe que
y mi hermana, y de los padres y el hermano de
de Emiliana como padre de Cora. Quiero salir con Emiliana y pasar tiempo con las dos. Tal vez, sólo tal ve
en que conoz
ca, pero no era nada en comparación con este miedo paralizante qu
iana me ha dicho que a Cora le encantan las
ara ésta. Debería haber hecho más preguntas. ¿Y si no le gusto?
e inhalo lentame
de Emiliana, para que estuviera cómoda. Lo último que quiero es agobiar a ninguna de las dos. Emiliana ya me mantiene
mostrarle que
ue me meto en el coche y conduzco hasta la tienda de comes
sas y unos lirios rosas. Pago y vuelvo al coche, tecleo la dirección en el navegador y con
un rancho de ladrillo con contraventanas azules y una soleada puerta amarilla. Cojo las flores
os que parecen vestidos, pero con pantalones cortos. Es azul y tiene flores blanc
te y enseguida vengo con un jarrón-. Tomo asiento en el sofá de su salón;
rones de cristal. Quito el envoltorio de lo
. Respiro y Emiliana me d
ue te nos desmayes-, exclama Emiliana. Respiro y s
era cuando oigo dos pisad
osa, me arrodillo
me dedica una sonrisa y me estrecha la mano, mientr
su vestido, hace juego con Emili
r listos-, dice Emiliana. Le hago un gesto con la cab
ímida, pero se siente cómoda conmigo. Ojalá no me hubiera perdido los años anteriores. Sé que no es culpa de Emiliana, en todo caso es mía. M
stá muy contenta. Me entero de todo sobre las princesa
baja. No podría haber ido mejor hasta ese momento, pero en
o pudo decírmelo. Lo siento mucho. Ojalá lo hubiera sabido, Cora. Pero te prometo que ahora no me voy a ninguna parte-.
ece estar de acuerdo con ella. Ayudo a Emili
en la cocina, cie
que hacer e
oche. Y por darme una preciosa niña. Ni siquiera sé cómo agradecértelo. Ella es asombrosa. Eres un
r una buena madre para ella y me preocupaba que esto n
to; parece sorprendida, pero echaba de menos esta sensación.
no lo hago. La rodeo con más fuerza y respiro su olor. Todavía lo re
epara lentamente de mi abrazo y la suel
ero no he dejado de pensar en ti en cuatro años, Emil
pero mi mirada le dice que no voy a rendirme. Le daré tiempo po