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Historia
El Esposo de mi Madre

El Esposo de mi Madre

Autor: Cali Roni
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Capítulo 1 Baile de máscaras

Palabras:1305    |    Actualizado en: 26/08/2024

1 -Baile

ia

fiestas y ven, será diverti

convencerme que fuera con ella a una

las fiestas y menos de antifaces, eso de es

ecordándome esa estupidez que dije un día pasada de copas -¿Qué mejor que con un enmascarado que no s

iba a cumplir mi palabra

.. -igu

ores notas, nos merecemos una fiesta y tú -se colgó de mis

ñía y desapareció de mi vista. Eso hizo que me sintiera un poco perdida, así que luego de dar unas vueltas por el salón y beber un poco de cham

Sandra, y

arte, pero no soy

o, aún debajo del impecable esmoquin que llevaba. Su rosto estaba dividido por un antifaz a la altura de sus ojos, pero dejaban ver lo suficien

creí que

concederme este baile, digo para compensarm

ré con sus ojos. Un estremecimiento recorrió mi espalda y temblé. Se fue acercando lentamente, lo deje hacerlo, quería que lo hiciera, hasta que apoyó sus labios sobre los míos y se abrió paso en mi boca con su lengua. La recibí gustosa, convirtiendo aquel acto en un beso voraz y desenfrenado. Sentir esos labios abrazadores y el sabor de su

damos el siguiente paso

no y me guío por el edificio hasta llegar a su habitación. Una vez dentro me estampó contra la

ncapaz de decir u

despojarme de mi antifa

no... -al fin di

me por completo -Solo hay una cosa que neces

pó involuntaria

o con un ho

-pero no

zaba lo macabro -Tranquila, si realmente lo quieres, prometo tratarte bien, no

toque de sensualidad. Me hizo poner en pie y él se sentó al borde de la cama. Comenzó a acariciar mi piel de un modo que generaba una electricidad, hasta que rozó mis pes*ones con sus dedos, no me aguanté y dejé escapar un gemido. Al ver como se endurecían, sonrió y cambió sus dedos por la

. -su

smos. No se detuvo hasta que me calmé y fue allí cuando se puso sobre mí y mientras me besaba, aún con el sabor de mi intimidad en su boca, lentamente fue abriéndose paso hacia mi interior. Yo estaba más que lubricada, por lo que no le fue difícil culminar su tarea. Una vez dentro, y sin dejar de besarme, comenzó un vaivén que resultó ser muy placentero para mí, siempre creí que la primera vez sería dolorosa y que sangraría, pero mi cuerpo parecía estar preparado para él, como si lo hubiera estado esperando toda la vida. Me miró, con esa mirada intensa que tenía y mordiendo su labio inferior emitió un grito tanto o más desgarrador que el mío. La cama estaba empapada, ¡nosotros estábamos empapados! Yo me sentía feliz, con una felici

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