os nervios flotando a través de todo su ser, le arrebataban la escasa valentía que la habitaba
ación terrible en la que se encontraba junto a su madre enferma y sabía que no había vuelta atrás. No podía re
o para tratar a su mamá, se encontró con la soga en el cuello, a
tentoso y oscuro despacho de un hombre del que no tenía remota idea, no conocía absolutamente nada d
s jugaba con sus manos para tranquilizar el potente nerviosismo que rodeaba su sist
un asentimiento de cabeza y luego se marchó dejándola con
era demasiado bueno; cada cosa en su lugar, detalles finos y delicados que incluso llegaron a dejarla sorprendida. Es que todo era nuevo para ella,
os dos cuadros con luz focalizada que se encontraban perfectamente puestos en la pared dándole ese aire lujoso y artístico que la abrumó y la impactó al mismo tiempo. No s
a, a puerta cerrada. Tal vez habría sido mejor quedarse a esperar
que la escena de un crimen, había mucha sangre
s al árabe, cada cosa en una perfecta asimetría que la descolocó. No quería precipitarse a pensar algo del dueño de to
pésima idea recu
dría respuesta, pero todo resultó en lo menos esperado. Cada vez que pensaba en lo que sucedería su
antó d
o. ¿Como ese hombre compraría su virginidad? Es decir, con lo apuesto que estaba podía tener a la mujer que quisiera sin dar un solo centavo. Lo repasó d
a la inexistencia tras endurecer la expresión. Lo siguiente, es que le tendió l
ict
señ
es a un lado, ¿bien? -expresó, a lo
ronunció t
ra la joven notó como los músculos de su fornido cuerpo se marcaban bajo esa camisa blanca. Volvi
de inmediato lo vio, era cierto que
gó
si