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Historia

Capítulo 3 Déjate llevar

Palabras:1431    |    Actualizado en: 12/10/2024

A

a la pista de baile. Necesito de algún modo tratar de calmar la taquicardia que me volverá loca. Cada uno de mis sentidos explotan al sentir el p

a en mi propia perdición. Mi cabeza no quiere pensar en nada más q

osa - Mario me aprieta contra su cu

a, hace que el calor crezca en mi interior, cosa que no ayuda para nada a la liberación que deseo está noche. Su ca

rostros quedaron a escasos centímetros. Su respiración igual de acel

sus labios se elevaron un poco y sus ojos grises me escudriñaron

que quedamos rozando nuestras narices. Es mi oportunidad perfecta; estamos e

rrastradas de mi boca. Nuestros labios se rozaron fugaz

rme sin cabeza por ti - me

utos, en los que en ningún momento me detuve. Mis sistema aclama por más y más. Deseo que la candela me consuma y me lleve a mi límite. Seguí mec

l. Él no me dará lo que tanto he buscado de su parte, ya va s

ban con fuerza. La alegría y la relajación se ve reflejada en cada rostro desconocido que va captando

llona voz de mi cuñada en cuanto

hacerme cargo a mí, pero Dre se encargó de pon

aquí? - se encoje de hombros y desli

che - asiento, y sonríe ladeado -. ¿Dón

i dirección. Agarro la bolsa pegada de la parte de abajo y bebo el trago

beso que me dió en la bodega. Después de todo no fue tan de

se le puede hacer ante el jefe - hace una nueva y despacha otro trago

Desinteresadamente busco un lugar en donde pueda aplicar una pizca de magia a mi cuerpo. Hallo el lugar perfec

surro a mí misma, caminando a paso lento por el

En un principio llegué a pensar que era Mario, p

a detener tan de repente - su voz es calmada pero algo a

giro lentamente hasta quedar frente a frente de un hombre bastante peculiar; sus rizos dorados caen a un costado de su frente, mientras sus ojos azules se

s nos son los baños - miento, guardando la bolsa en l

isa. Frunce el ceño y suelta una risa con

en estar abajo, supongo. ¿Vamos? Digo, los dos estamos un poco perdi

veo su espalda alejarse uno

baños de los hombres. Se ha quedado sorprendido por mi acción, pero, j

onrisa en los labios -. ¿Te gustaría bailar un p

a para no reír. ¿Aún existen h

y ladeo la cabeza -. Vengo con un

le tiembla tan

era - asiente uniendo los labios f

vo a mi nariz; inhalo profundamente y de nuevo la sangre empieza a correr caliente por m

compañeros - dice saliendo del b

e dentro de mi cuerpo. Mis ojos se entornan a él, y afirma

bailar -

el otro. Sus rígidos movimientos me están desesperando, y en lugar de explotar con esta sensación placenter

ese espacio de mi pantalón y mi blusa descubierta, provocando que el fuego

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