izó, no podía moverme ni tampoco hablar. Sus palabras tenían un tinte de advertencia que no pasaba desapercibido. Tragué saliva y empujé mi voz hacia fuer
e y con más fuerza de lo que pensaba s
por lo que ese pensamiento de saltar del auto me gobernó por un momento. Si lo hago, me liberaría de todo es
e acelerara el auto como si hubiera
bien, eso te lo
e cre
sculina que asustaba con esa suavidad y profundidad con la que pronunciaba cada palabra-.
leto desconocido! - vociferé-.
ación contigo - soltó otra risita burlona-. La bata
?! Si no se detiene ahor
aunque sea una lástima quedar viudo si
s puños a cada lado de mi cuerpo-. ¡Un matrimonio a la fuerza y por obligación n
más profundo y ronco-. A quien quiero como esposa es a ti. Si no
e no sería capaz de lanzarme del auto mientras se encontrara en movimiento. Y, aunque tuve muchas ga
que lo hacíamos. En la oscuridad sus ojos parecían los de un felino hambriento, dispuesto a saltar sobre su presa en lo que tuviera oportunidad. Y dejándome ll
ás una de ensueño, grande y bien pomposa - detuvo el auto frente a u
me tiempo ni de parpadear, enfocando con las luces la espalda del hombre. Se veía alto y muy imponente
solo un poco, dejando entrever medio rostro nada más. Tampoco pude ver su rostro a detalle por lo brillant
el interior del auto, enroscándome en el asiento-
al auto a paso lento. Mi corazón se aceleró de golpe tras verlo abrir la puerta de mi lado e inclinar
toque más seductor a su mirada. Sus rasgos muy masculinos y marcados, me embriagaron por un momento; mandíbula cuadrada y definida, nariz aguileña, labios carnosos y apetecibles. Un aroma a hombre que atontaba los sentidos según se aspira
llo y jugó con este entre sus dedos-. No era lo que tenía en m
ré en un hilo de voz, pues tenerlo tan ce
r qu
matrimonio no es un contrato. Además,
brumó, por lo que aparté la mía y él me tomó de l
raía, no sabía si de enojo o de fastidio. Con suma delicadeza, limpió cada una de ellas, deslizando la yema de sus dedos por mi piel. Aparté la cara de su toque en cuan