lo que el sentido del oído se agudizó considerablemente. El silencio a mi alrededor me estaba volviendo
- susurró en mi oído, deslizando la yema de sus dedos suavemente
S
por mi cuello junto con sus dedos-. Te llenar
lizca y tortura el otro casi con una violencia electrizante. Las mordidas dolorosas, pero placenteras me tienen al borde de convulsionar, pues sus dientes tiran de mi pezón con una fuerza que me doblega ante él. Su otra mano quedó marcada en mi nalga derecha, aumentando así un dolor muy exquisito. Por alguna razón mi mente r
na a quién, ¿no es así? -dij
agárrame p
cuando te
ber quién domina.
i piel. No sé en qué momento llegamos a esto, pero eso ya no tiene importancia. El impacto que recibí en mi trasero
té al recibir e
darán marcas, pero no puedo
quién - el tercer golpe no solo me hizo gritar a mí, sino que tam
aze, confia
es placer, llenura, éxtasis, lujuria, satisfac
ntró y empezó a moverse en mi interior, hizo que alucinara con sus expresiones. Si sus gemidos se oyen tan tiernos, de tan solo imaginarme su rostro un cosquilleo me invade todo el sistema. Cada golpe es mucho más fuerte que el anterior, apenas si me deja pensar con claridad. El estar colgada y amarrada, mientras tira de m
círcularmente mi interior, con una mano en mi cadera y la otra en mi
me hacía temblar y gemir. Esos empujones, la dureza y el tamaño al que me estoy tratando de acostum
Estoy muy húmeda. La necesidad de querer ir al baño me tiene con un sofoco en las paredes de mi vagina insoportable. Nunca antes había tenid
s, adentrando la mano bajo las sábanas y mi ropa interior-