isar archivos de periódicos, reportes de la policía y rumores en foros olvidados en la web. Finalmente, una pista clave emergió entre las sombras: la fábrica donde ocurrió el incendi
red de mentiras se tejiera más estrechamente alrededor de su vida con cada verdad que descubría. Supo que necesitaba saber más, así que se dirigió a la b
ausado por un "corto circuito en la maquinaria". Sin embargo, en un anexo olvidado, se hacía referencia a testigos que afirmaban haber visto a alguien salir del edificio momentos antes de que
dre de Ernesto, había reclamado el seguro apenas unas semanas después del siniestro. La suma recibida no solo cubría las pérdidas, sino que le reportó una ganancia significat
nte para eliminar la fábrica, reclamar el dinero del seguro y evitar que los Salvatierra perdieran s
Sentía que él tenía derecho a saber que alguien estaba dispuesto a sacar la
Parecía estar en peor estado que la última vez, con el rostro cansado y la m
, mientras se llevaba un cigarrill
ud fría. Se sentó a su lado sin pedir p
riel-. Descubrí que la fábrica era propiedad de los Salvatierra... y que Eduardo Salvat
illo hasta que la ceniza cayó al suelo. Sus ojos se c
ente era capaz de cualquier cosa para mantener su dinero y su poder. Per
endo la urgencia en sus propias palabras-. Y estoy segura de que tu familia no
nte como nosotros, Lucía. Los ricos siempre encuentran la forma de salirse con l
ella-, pero no soy como ellos. No sabía nada de esto. Me he dado cuenta de que la gente a mi alrededor h
aba el dolor detrás-. ¿Enfrentarte a tu futuro suegro y acusarlo de asesinato? ¿Arr
lo correcto. Porque la gente como Eduardo Salvatierra no debería salirse con la suy
e una mujer como Lucía Ferrer, nacida en la opulencia, alguien que en teoría no debería preocuparse por los pro
a de lo que eso implicaría. La gente como ellos no juega limpio, Lucía. Tienen contactos, dinero y mucho que p
ahora. Me lo debes, Gabriel. Necesito saber todo lo que tú sabes p
tuviera debatiéndose internamente. Finalmente, soltó un suspiro
ezaran a extenderse -dijo, con la mirada perdida-. Llevaba un encendedor en la mano y un maletín en
nción, sus dedos aferrá
luego se fue, caminando como si nada. Minutos después, el fuego ya estaba fuera de control. Traté de volver
el había vivido un infierno esa noche, uno del que nunca se había recuperado
la-, ¿crees que trabaja
uviera allí por casualidad. Los Salvatierra tienen una forma de hacer que la s
erse ahí. Debía encontrar pruebas, algo que vinculara a Eduardo Salvatierra con aquel
ucía, alzando la vista hacia él-. No voy a parar hasta descubrir la verdad,
a desafiar a los Salvatierra, necesitarás algo más que coraje. Vas a necesita
lguien debía pagar por lo que sucedió en esa fábrica, no importaba cuán poderoso fuera, ella lo harí
ración y temor por ella. Sabía que, a partir de ese momento, sus destino