Milán nocturna se abre paso ante mis ojos. Los rascacielos dan vida a cada calle iluminada. Los autos transitan en un tráfico no tan pesado mientras las personas caminan con cansancio o mucha v
eguir contemplando la noche con una copa de vino blanco en
io, quizás muy cerca de mí, porque esa colonia con toques de madera, s
s como tú, mi amor -susurró en mi oído-. El col
son del mismo; su color favorito. Sonreí a los suaves be
su mordisco juguetón en m
ue no me gusta que me digas así, princesa -me hace levanta
y me descontrola apareció en sus labios. Suspiré viéndolo tan elegante y guapo como siempre, en un impecable traje gris, c
razos fuertemente-. Estás semanas
ó su frente de la mía, rozando ligeramente n
suave y apasionadamente-. Ya no viajaré más. De ahora en adelante trataré los negoci
reclamarle, pues sé perfectamente cuan demandante es su trabajo. Estar en el manejo total de una bolsa de valores y
uero de hambre -me ayu
Harris -el camarero nos atendió-
as el joven, con nuestra comida y una botella más de vino. Lo volvió a hacer, Aiden Bardot no tiene remedio. Sonreí viéndo
el chico se inclinó ligerame
lugar tan magistral -llevé un trozo de carne a mi boca, el cual
ra habitación -dejé un golpe en su hombro y rio-. ¿Qu
arne muy sensual con mis dientes. Mordió su labio in
satis
poco -me enc
ó una
ijamente, perdiéndonos en la mirada del otro. Es t
fueron mis días e incluso de qué prendas usé para sobrevivir al frío que hay ahora en la ciudad. Aiden es t
Son pocas las veces que habla de sus padres y de sus dos hermanos mayores, por lo que, escucharlo tan animado, me terminó de enamorar y a su vez tener cientos de preguntas. Parec
ezó a apretarme la panza. No debí comer tanto, pero e
é, sacando de mis pensamientos l
s tiempo, supongo yo. Aiden es así, un hombre detallista y m
ro que hayas guardado un poquito de espacio para