o problema, l
rnas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica
s solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calm
a, que ya estaba cerrada tras ella. Intentó mantener la compostura,
ul frío e impenetrable, se fijaron en ella con una intensidad que casi la hizo dar un paso
sonrisa, ni un gesto que suavizara sus palabras. Su rostro perm
que podía cortar el aire. Dio unos pasos hacia el escritori
e a mantener la voz estable mientr
u mirada fija en ella, sin
qué razón no obtuviste el puesto
sta bajo su escrutinio. Sus ojos parecían capaces de
ecuerdo -respondió con más confianza de la que realmente sentía. No iba a permitir que
entre un resoplido y una risa contenid
onal. -Su voz era profunda, casi hipnótica
, confusa. -¿A
ente alto que era. Su figura era imponente, su porte perfecto, como si estuviera acostumbrado a dominar cada espacio que
-dijo finalmente, vertiendo un poco de licor en el vaso. Su tono era tan cas
palabras eran desconcertantes, casi absurdas, y no pudo evitar sentir que aq
ael, girándose hacia ella con el vaso en la mano, sus
irada, su postura relajada pero dominante, todo en él era abrum
e que pudo reunir-, creo que se equivoca. Vengo a t
aron en una ligera sonrisa, apenas perceptible pero lo suficie
y caminando de regreso hacia el escritorio. Sus pasos eran
ue retrocediera. No sabía si había cometido un error con su respue
olo se trata de ser asistente. Si no puedes ma
era irritación. -¿Es esto algún tipo de prueba, señor Van Der Wijk? P
esta vez dejando ver un poco
sé -comentó, volviendo a senta
ero no estaba segura de si esa pequeña victoria s
uían fijos en ella como si intentara descifrarla, diseccionarla mentalmente. La forma en la que bebía de su vaso, despacio, con una calma deliberada, no hacía más que aumentar su incom
ese silencio cargado, Axara se acla
guntar sobre
frente al imponente escritorio, intentando adoptar una
ara irrelevante. Apoyó ambos codos sobre el escritor
pongo que con su vasta experiencia, ya debe s
era un ataque directo, pero su tono frío y condescendiente e
mbros, tratando de sonar segura-. Llevar su ag
como si la estuviera eva
Milano. Pero hay algo que
e la cabeza, intrigada y,
on brusquedad, su tono cortante como un cuchillo-. Lo que escu
severidad de sus palabras. Tragó sal
Der Wijk -respondió, esfo
la mirada fija en ella, como si bu
Milano. No soporto los chismes ni
o en su tono que no admitía discusión, algo que dejaba cla
do sonar firme, aunque por dentro
el exterior de la oficina. Las voces alteradas de una mujer y
uchó decir a la secretaria, pero un par de tacones resonando contra
n un aire de autoridad que rivalizaba con el de Cael, entró a la oficina. Vestía de manera impecable: un vestid
principal, claramente mortifica
je que estaba reunido, pero no quiso escucha
Su mirada se endureció y golpeó su escritorio con el puño, sobresaltando a las tres m
mujer, ignorando por completo el malestar evidente
energía que parecía llenar todo el espacio. Su altura y presencia se
, y lo que más detesto
tillo. Axara sintió cómo la tensión en la habitación aumentaba, al punto de ha
yo tenemos asuntos pendientes, y no
ó discretamente, dejando la puerta entreabierta. Axara, por su parte, permaneció en
aramente conteniéndose, mie
la oficina. Est
eciente tensión. Sin decir una palabra, tomó su bolso y se dirigió hacia la puerta
o igual de intenso, la siguió hasta el pasillo. Axara soltó un suspiro tembloroso, conscient