img La asistente impostora del Magnate Cruel  /  Capítulo 6 06 | 11.76%
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Historia

Capítulo 6 06

Palabras:1802    |    Actualizado en: 28/11/2024

o problema, l

rnas del mobiliario contrastaban con la calidez de los detalles en cuero y acero. El escritorio, de un diseño minimalista pero majestuoso, estaba colocado frente a unos ventanales de cristal que ofrecían una vista panorámica

s solo ocuparía el espacio que parecía estar destinado al bar. Respiró hondo, tratando de calm

a, que ya estaba cerrada tras ella. Intentó mantener la compostura,

ul frío e impenetrable, se fijaron en ella con una intensidad que casi la hizo dar un paso

sonrisa, ni un gesto que suavizara sus palabras. Su rostro perm

que podía cortar el aire. Dio unos pasos hacia el escritori

e a mantener la voz estable mientr

u mirada fija en ella, sin

qué razón no obtuviste el puesto

sta bajo su escrutinio. Sus ojos parecían capaces de

ecuerdo -respondió con más confianza de la que realmente sentía. No iba a permitir que

entre un resoplido y una risa contenid

onal. -Su voz era profunda, casi hipnótica

, confusa. -¿A

ente alto que era. Su figura era imponente, su porte perfecto, como si estuviera acostumbrado a dominar cada espacio que

-dijo finalmente, vertiendo un poco de licor en el vaso. Su tono era tan cas

palabras eran desconcertantes, casi absurdas, y no pudo evitar sentir que aq

ael, girándose hacia ella con el vaso en la mano, sus

irada, su postura relajada pero dominante, todo en él era abrum

e que pudo reunir-, creo que se equivoca. Vengo a t

aron en una ligera sonrisa, apenas perceptible pero lo suficie

y caminando de regreso hacia el escritorio. Sus pasos eran

ue retrocediera. No sabía si había cometido un error con su respue

olo se trata de ser asistente. Si no puedes ma

era irritación. -¿Es esto algún tipo de prueba, señor Van Der Wijk? P

esta vez dejando ver un poco

sé -comentó, volviendo a senta

ero no estaba segura de si esa pequeña victoria s

uían fijos en ella como si intentara descifrarla, diseccionarla mentalmente. La forma en la que bebía de su vaso, despacio, con una calma deliberada, no hacía más que aumentar su incom

ese silencio cargado, Axara se acla

guntar sobre

frente al imponente escritorio, intentando adoptar una

ara irrelevante. Apoyó ambos codos sobre el escritor

pongo que con su vasta experiencia, ya debe s

era un ataque directo, pero su tono frío y condescendiente e

mbros, tratando de sonar segura-. Llevar su ag

como si la estuviera eva

Milano. Pero hay algo que

e la cabeza, intrigada y,

on brusquedad, su tono cortante como un cuchillo-. Lo que escu

severidad de sus palabras. Tragó sal

Der Wijk -respondió, esfo

la mirada fija en ella, como si bu

Milano. No soporto los chismes ni

o en su tono que no admitía discusión, algo que dejaba cla

do sonar firme, aunque por dentro

el exterior de la oficina. Las voces alteradas de una mujer y

uchó decir a la secretaria, pero un par de tacones resonando contra

n un aire de autoridad que rivalizaba con el de Cael, entró a la oficina. Vestía de manera impecable: un vestid

principal, claramente mortifica

je que estaba reunido, pero no quiso escucha

Su mirada se endureció y golpeó su escritorio con el puño, sobresaltando a las tres m

mujer, ignorando por completo el malestar evidente

energía que parecía llenar todo el espacio. Su altura y presencia se

, y lo que más detesto

tillo. Axara sintió cómo la tensión en la habitación aumentaba, al punto de ha

yo tenemos asuntos pendientes, y no

ó discretamente, dejando la puerta entreabierta. Axara, por su parte, permaneció en

aramente conteniéndose, mie

la oficina. Est

eciente tensión. Sin decir una palabra, tomó su bolso y se dirigió hacia la puerta

o igual de intenso, la siguió hasta el pasillo. Axara soltó un suspiro tembloroso, conscient

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