lo izquierdo de su pantalón, sin ol
-maldice. El signo de interrogación
lo pusiste en la gua
la baja en su mano, bati
rranca el coche y se sienta cómodamente. El rugid
is se desliza por la carretera hacia la derecha en dirección al tráfico, cambia de carril poco después para continuar por la carretera principal.
nque no fume allí. -me susurra mi padre. -Si
o. -Por el amor de Dios, Tina. Abre la v
al y esquivó hábilmente la mirada crítica de su hermano
indiferentes indicaciones de la barrera bloquean mi clara visión de un idilio de naturaleza. Qué aburrido. Dejo que mi mirada se pasee por el coche, buscando algo más interesante y
a ventana. El flujo de tráfico en la carretera principal es constante y pasamo
egunta Tina a su hermano. Mira el reloj e
. -murmura en el asfixiante silencio y nos da una muestra de sus habilidades al volante. Se salta dos semá
nen cogido por el cuello y te adelantan
quí... no es... una... per
e conducir un carro decentemen
más derrapa en la siguiente curva. El conductor nos
etardo! -Deja claro lo que piensa de él con señales de
ntras mis puños se frotan. No tengo ganas de reír ahora mismo. Estupefacta, miro al techo del coche y pongo los ojos en blanco por un momento. Durante mucho tiempo he preferido esta actividad. Pe
lugar a la vista. -m
tacionar mi auto, ya tuviera mi frente llena de arru
nto a la derecha, después de todo, encontramos una plaza a
erta, pero la puerta del coche no se abre. -¿Ahora qué cosa es esto? -Lo intenta de nuevo. -No hay remedio. Cero. ¿Por qué? -gruñe enfadado y una arruga pronunciada ap
Le observo con atención. Sonriendo. Su pecho sube y baja
hombro, Kevin arremete contra la puerta. Con
mm
s decirme? -le pregun
al
ugar. -resopla con voz de verdugo. Tina abre lentamente su puerta, salta d
puerta no se abr
rradura esté rota y tendrás que quitar el revestimi
n una especie exclusiva. Eso es exactamente lo que pienso mientras él a
evin. -¡Y necesito tu ayuda con eso, Bea! -Asiento con la cabeza y le
Lo inten
! -grit
en la parte baja de la espalda con todas mis fuerzas, y lo impulso a los
ble dolor de espalda. No soy un felpudo para que m
con razón, porque la mirada de Tina tambié
mi padre, sin dejar de mir
e digo, poniéndom
ea? -Agarro rápidamente mi mochila, salgo del coche
servo a Kevin. Otra vez. Gotas de sudor recorren su cara. Han dejado un rastro en su piel y su frente se frunce mientr
udar un poco. ¡
caro, sé muy bien a qué se refiere. -¿Qué se puede hace
nada nuevo. -refunfuña
genial. Me encanta el té
ta. -le digo c
aclara Tina. -Te la mostraré. ¿Qué te parece? -En
r la vista, mientras se abren paso
ina. La puerta se cierra c
os de la mujer que trabaja allí. Los dulces olores de su perfume llegan a mi nariz. ¡Asqueroso! No soy fan de los perfumes
tu padre en un minu
puedo apartar la mirada de los dos y parpadeo un par de veces. Mientras
a el examen y le explica lo que hará el médico. Inalt
uí? ¿No puedo irme ahor
tes que unta con antiséptico. Cuando está a punto de aplicarle una pomada, suena