os de
que siempre había querido vivir. Pasear por la bahía de San Francisco, pasar por debajo del Golden Gate, mirar las aves y los otros barcos, tanto comercia
plando alrededor de mi nariz. Para mí, como recién llegada a los mini cruceros, las impresiones son sencillamente a
mirando al agua. Me doy la vuelta y apoyo la espalda en la barandilla del barco y entrecierro los ojos. El so
la vida. Con una sonrisa a medias, me la pongo y me la ajusto un poco más hacia la frente. Sí, me encantan los Suveni
so el viento lo siento demasiado cálido. Esto es realmente anormal. Mi mirada se detiene un momento más en los jóvenes que ríen y charlan fren
l ferry. Escucho una música instrumental suave y de volumen moderado que sale por las bocinas mientras la camarera toma nota de mi pedido. Luego busco y m
rac
amabilidad abre
a persona. Está bebiendo cerveza de una bo
í y acerca una silla. Los ojos azules centellean provocativamente. -¿
uestro. No se lo digo, pero creo q
iempo nos queda aún por empezar la aventu
uchara con fuerza para no pincharme en el ojo mientras bebo. Sorbo con cuidado la bebida caliente. Mientras disfruto de mi capuchino, una señora mayor pasa corriendo
nunca vuelves como te fuist
r algo? -pregunta mi p
una sonrisa y golpeo mi mochila. -¿Qué vamos a hace
te he dicho que solo nos tom
empezaba ya a sen
ce un breve silencio. Entonces me mira a los oj
profundo. No quería que percibi
rdas alrededor de los botes. Me levanto con elega
mos. -me balanceo un poco mie
de escepticismo y preocupación en su
¿po
. Les sonrío alegremente, me paso unos mechones p
ndo como siempre, Rubén. -dice
a mirada interrogante y se
ono es peligrosamente tranquilo. -S
es. Después de todo, no soy una fanática de los barcos, pero agradezco la expe
ntinuar con el plan del recorrido. Como siempre, papá está comprobando que todo esté bien. Juguetea con su bicicleta y c
esperas? -gr
puse justo en la cesta delantera de la bici. Registro en ella y saco el protector solar. Me lo extiendo uniformemente por mi rost
padre con su trasero en el aire mientras
ta apenas estaba comenzando. Libertad sobre cuatro r
como mi padre. Pedaleamos sobre la pintoresca Ruta del Parque Nacional de bicicleta de Fisherman's Wharf hasta el Golden Gate. Cruza
e la bahía de la atractiva ciudad de Tiburón. Mi padre parecía todo un guía turístico deteniéndose en cada lu
justo para mi padre, porque estaba muy ilusionado con nuestra pequeña gira. Además, aseguraba que
bre nuestras vacaciones de verano de este año. Así que estoy haciendo un esfuerzo para e
-me grita. -Así no será tan difícil para nosotros enc
ien! -le resp
uerida Tina, por ayudar a organizar todo con tanta antelación.» Me alegro mucho de que mi padre se haya decidido finalmente a reservar es
unas plantas en flor con un ge
o, toma una, y se lleva las raíces a la nariz. «¿Qu
Es muy recomendable su uso. Toma, huélela. - me inclino
yo vuelvo a echar un vistazo al agua. Dos libélulas de alas largas vuelan sobre
e de repente y le mir
Qu
artes aquí. Ve más rápido. -me alienta enér
u musculatura. No me lo puede creer.
n desarrollados en un hombre de mi edad. -m
rápido por más que me esfuerce. -Hombre. Hombre. Hombre. El viento está soplando totalmente en mi contra. -Le miro mal, pero me río de todos modos,
más rápido que yo. Violentas estocadas laterales comienzan a torturarme mientras
, levantando
la izquierda y uso el freno de mano izquierdo. Jadeo. Me duelen los