de vista
del abrazo de mi padre, me brot
, sollocé
n. No dejaré que nadie te haga sentir triste otr
aría por haberle llevado la contraria desde hace tres añ
me llamó con el apodo que me ha
tre sus fuertes brazos y
llegado conduciendo y no dejé
ñalé con vergüenza el viejo auto ne
furioso. "¿De verdad se atrevió a dar
o por su riqueza", le expliqué enseguida, pero supe que mis palabras no fueran
o: "Fue su pérdida por dejar a un
oír las palabras de mi padre. Para él, siempre
i", me dijo, llevándome hacia un Rolls Royce n
Rolls Royce. La verdad es que ech
o asiento de piel, el olor a cuero caro y la suavidad con que el vehículo se deslizaba p
llevó enseguida a su estudio. Tomó asiento detrás
omo una estudiante a la que llaman al despa
eteé con los dedos, s
o en los últimos tres años, Ali
a esa pregunta y estaba preparada para ello, pero seguía
o. Le dije todo lo que había pasado, desde el momento en que me había
alabra que pronunciaba y, en cuanto terminé,
ría por ser
punto de pedir disculpas
y me sobresalté. "Ese alfa, su amante, su h
uida, di la vuelta al escritorio, me coloqué detrás d
n él. Y ya estoy de vuelta; ¡no podrán hacerme nada porque tú me protegerá
ado empezaba a disminuir y
vuelto, serás tratada como e
hacerme sonreír. "¡S
enido que pasar por todas esas horribles experiencias. Y siento no
fue culpa tuya. La que eligió casarse tontamente con él fui
ecito en la frente. "Sí, fuiste tonta al
frente e hi
egro de que hayas decidido dejarlo. No te merece. Y a partir de ahora, mi pequeñ
ran sonrisa y volví a elogiarlo.
to a mi padre. Me sentía tonta por haberlo abandon
vero. Lo miré y me percaté de qu
e? Puedo empezar una guerra entre nuestra
parse tanto por mí hasta el punto de querer erra
l vínculo de pareja, lo trataré como a un extraño", dije con firmeza, pero había un rastro de amargura
como a extraños. No permitas que te sigan
ía dejar a Ernesto, ya había tomado la decisión de olvidar
rometo que a partir este momento me preparar
argo de la manada y me convirtiera en la primera mujer alfa
las espaldas. Si tienes algún problema, acud
a luego", volvimos a abrazarn
e la manada. "¡Alia!", me saludó al verme. Su cara i