cer lo que sea. Nuestros corazo
g, ding-d
u letargo. Con una sonrisa, Amelia caminó hasta la puerta para ver quién era; estaba muy emocionada y su corazón latía con fuerza porque pe
se aseguró de arreglarse bien la camisa y el pelo para lucir prolija para él. Su rostro se adornó con una sonrisa tierna y dos hoyuelos en sus mejillas. Entonces le quitó el pestillo a la puert
rialdad mientras miraba con desdén a Amelia. Sus ojos estaban laboriosamente ma
aba ir", arguyó Amelia con la misma indiferencia y frialda
és de la rendija antes de que se cerrara. Amelia se quedó pasmada ante semejante gesto invasivo, mientras que, d
a intrusa se daba la vuelta a toda prisa para marcharse. Si Yolanda Mo no hubies
eresarle menos en ese momento
r de novio como cambiar de pantalón, la sola ide
nuevo y una sonrisa volvió a adornar su rostro. Las palabras de Jasper resonaron en su mente y la pusieron de muy buen humor. Él le había comprado ese ramo de flores por su cumpleaños y le había dicho
solo crecía más y más. Llegó un momento en el que no pudo seguir soportá
taba sorprendida y sintió como si hubiera pasado un siglo.
fallidos, Amelia tiró el teléfono con rabia y, accidentalmente, vio la tarjeta de
el brocado, los colores y el diseño. No leyó nada porq
del novio, la cual estaba junto a la de la novia, ambas enmarcadas
ntemplaba los rostros felices de la futura pareja
nvitación y parpadeó un par d
que había sido Yolanda quien había ido en persona hasta su casa para entregarle la invitación a su b
de su cumpleaños y ella solo estaba esperando que su novio l
tido con Yolanda Mo? Todavía con la tarjeta en la mano, su visión empezó a empañarse por las lágrimas y su corazón empezó a doler como si estuviera siendo pinchado p
a, siguió llamando y llamando hasta que la dulce voz de la operadora dijo: "
lirios que estaban sobre la mesa, los ojos le ardían. En un
erdad, ella debía descubr
bromas pesadas, así que trató de calmarse mientras caminaba hacia la parada de a
sper, así que respondió sin siquiera ver la pantalla: "Querido". No obstante, su voz entusiasmada chocó con una risita del otro lado de la línea. "Oh, Amelia, no tienes que de
pondió Amelia, sin poder ocul
Lin con preocupación al sentir
se momento, ella estaba a un par de metros de su destino, así que, después
la reconoció, pero esta vez no la saludó con una sonrisa como solía hacerlo. En vez de eso, se le acercó con una expresión extraña y la interro
una gran cama con sábanas de seda. El hombre rugía abajo y ella gemía de pla
ierta. Tuvo que respirar hondo para tratar de calmarse, se dijo a sí misma que debía enfrentar la verdad como
na voz coqueta que emergió del interior del cu
orida? ¿Qué demonios est
r siempre, estoy seguro!", gruñó Jasper conteniendo la voz, aunque se podía entender clar
ó la mujer entre risa
er a continuación. Mientras tanto, desde adentro no dejaban de emanar jadeos y gemidos que harían sonrojar a cualquiera; Amelia estaba furiosa y no podí
, volviéndose para encontrar a A
n la tarjeta de invitación, realmente quería creer que era otro de los trucos de Yolanda y por eso había ido hasta allí para demostrarlo. Ella solo quería interrog
as manos en la masa y no había lugar donde pudieran esconder sus rostros ahora. Jasper era el que estaba más conmocionado y sus ojos estaban completamente espabilados y congelados viend
o se atrevió a abrir la boca por miedo a arrepentirse de sus palabras después, pero sus ojos
acercó a ella con cara de terror y l
mostró arrepentido por su adulterio, sino que
cabeza para mirarlo a los ojos y le preguntó:
cia a Amelia y, con el rostro contorsionado, le dijo: "Bueno, ya lo has visto así que te contaré la verdad. He
u rostro. De alguna forma Amelia se habí
n ese momento? "Hemos sido novios dur
imiento en el rostro. Todo era muy extraño, era como si nunca la hubiese a
uien ella confiara y a quien amara más que a él, p
!", soltó Yolanda, quien hasta entonces habí
soportar cualquier insulto menos que la llamaran "bastarda
a, Iris Liu y Vernon Mo, solían ser una pareja feliz hasta que la madre de Yolanda, Sophia Che, se interpuso en s
e y soltó: "De verdad que tu madre no ha podido dar a luz a u
s", intervino Jasper. Enseguida, una mirada de profund
mpleaños, pero a esas alturas era demasiado ta
ntinuó burlándose de ella: "Oh, querida Amelia, es hora de que sepas la verdad, de no ser por la generosidad de mi madre ni siquiera podrías haber sido sirvienta de
on una expresión incómoda, Jasper siguió apretándole e
eso lo dudo, a fin de cuentas, solo Jasper sabe la verdad. De lo que sí estoy segura es que no me voy
a era que no estaría con dos mujeres a la vez a menos que tuviera una muy buena razón para hacerlo. De todas forma
opinarle una cachetada a su hermanastra, pero Jasper la atajó en el aire y le su
ar, ella esta
asper fijamente, aunque tenía los ojo
tro bebé en tu corazón, ¿entonces qué es lo que estás esperando? ¡Sácala
iró Jasper, con e
bía visto había sido suficiente para asquearla y decep
ada, les recomendaría que controlaran sus impulsos; llegar a cierta edad con i
o juntos durante cinco años, no habían intimado más allá de una agarrada de manos o besos ocasionales. No era de extrañar que sus hor
inuó: "Y tú, ahora que estás embarazada no deberías estar dando brincos en la cama,
te lo permito porque sé que estabas enamorada y ahora estás dolida; pero querida, el próximo
ella como si fueran sus sirvientes. Desafortunadamente, en la familia Mo, Amelia no tení
a mientras la miraba con las cejas arqueadas. L
vuelta y se fue de