era de mano guindada del perchero, me quito las zapatillas junto a mis medi
eralmente haber huido de la noche que jamás es
o igual porque de ninguna manera puedo creer que lo que estoy sintiendo
pronto. No
nos y la cara para ponerme con las m
os de mi corazón por ello, así como tampoco puedo dejar que mi cuerpo no se eri
rro más tarde o quizás darle una excusa poco razonable
tantes después de subir las escaleras, y en cu
a de licor sin acabar en la mesa de noche, la corbata naranja desecha, f
de mí comienza a hundirse, llenándos
vo con ella o con otras el día en que m
arw
s, y se incorpora rápido, con el rostro
de retroceder, p
or favor, lo siento, perdóname. Te amo, Ámbar, siempre te voy a amar y no hay nadie que pueda hacerme sentir esto. -S
n cubiertos de rojo, incluso p
qué sentir más que llorar por el dolor que me causa verlo así. Tan vulnerable, sin ser capaz d
Elian,
por mi esenci
te? -pregunt
así que he estado todo el día desd
o que sé que no sería capaz de quedarse d
que no le im
qué,
eas o pienses que es falso, te extraño. Te extraño
ad?, la pregunta me pasa por la
e pensar estando con mi esposo frente a mí, llorando de pena. Esas diferencias so
sando sus brazos por debajo de los míos me abraza con fuerza, inhalánd
revo a preguntarle, con
claro que eres la única persona en l
ién de esas mariposas que no puedo aún evitar sentir cuand
agua... -Intento z
, qu
ero
a-. Quédate conmigo. Ahora solo olvidemos
ar de palabras que no necesitan
que firmé en nuestros acuerdos pre-nupciales y que por consiguiente,
zá Darwin jamás me ha amado, y quizá yo tampoco. Porque no creo que ninguno