Larga Sombra
que no podía quitarse. La cálida luz de la mañana entraba por la ventana, pero ella no sentía ningún consuelo en ella. Cada rincón de la habitación parecía haber absorbido la humillación
vado con miradas que atravesaban su piel, pasaban sin importarles su dolor. A ella solo le quedaba
, como si estuviera evaluando su estado. Sophie intentó sentarse en la cama, pero sus piernas no
a ningún atisbo de compasión en sus palabras. Para él, todo eso era parte del pr
entender por qué la trataban así. ¿Por qué? ¿Qué había hecho para merecer algo como esto? Pero, en lo más profundo de su ser, sabí
tensa, evaluadora, casi analítica. Sabía que Sophie no estaba bien, lo
su tono no era de consuelo, sino más bien de afirmación, como
labios no se movían. Las palab
sido antes. Si eres virgen, como has dicho, te pruebo primero. Es así. Par
able, como si se estuviera ahogando lentamente, pero sin poder evitarlo. El miedo y el odio se acum
n. -No te preocupes. Si te comportas bien, las cosas irán fácil par
se momento, una ola de emociones invadió su mente. Desesperación, tristeza, r
a rendirse. A pesar de todo, había una pequeña chispa de resistencia, un leve susurro que le decía que
ti, pero así es como funciona aquí. No lo tomes como algo personal. Tod
a mercancía, como si su valor solo dependiera de su capacidad para "cumplir" con las expec
sbo de dignidad. No sabía qué le esperaba, no sabía cómo podría soportarlo, pero al menos se sentía algo
le pareció que se ahogaba un poco más en la desesperación. El maquillaje de la noche an
n que para una mujer que aún tenía algo de dignidad. Se miró en el espejo, y por un instante, vio a una extraña. La persona que la miraba no era ella, no era la Sophie que soña
ervó con detenimiento, y Sophie intentó no mirar a sus ojos,
guntó Mario, su voz dura, casi desinteresada. No e
pción, porque si no lo hacía, las consecuencias serían aún peores. Aunque su alm
ó a sus ojos, pero que aún así helaba la sangre de Sop
una marioneta más, atrapada en su propio cuerpo, observando cómo Mario se
lascivos, como si ya estuvieran esperando el espectáculo. No importaba que Sophie est
o podía dejar que su espíritu fuera aplastado. Algo, en algún lugar profundo dentro de ella, se negaba a r
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